El representante de Fuigdemont en la tierra catalana lo está pasando bien, porque cobra lo que no está escrito, no pega ni sello, viaja a cuerpo de rey (con perdón por lo de "rey") y pasa por la oficina lo menos posible; solo el estrictamente necesario para coordinar el ataque de los irascibles CDR del día del consejo de ministros en Barcelona (una provocación intolerable de los españoles, según la señora Artadi). Ya se ve ese día en las barricadas como un "revolucionario" (?) más, momentos antes de reunirse con el Dr. Sánchez para "acercar posiciones" (?), si es que no declina ese encuentro.
Y a eso vamos. Lluís Bosch estrena nuevo blog, titulado genéricamente Diario de un unionista. En él quizá reúna sus próximas reflexiones sobre el asunto del procés. El hombre nos confiesa que está interesado en vivir tranquilo y que se ha vuelto conservador—que no derechista— con el paso de los años, algo que a este bloguero también le sucede, aunque sea políticamente incorrecto reconocerlo (lo de "progresista" suena mucho mejor). El caso es que, como sobre este asunto de los CDR dice lo mismo que quisiera decir G.U., pero mucho mejor, le cedemos gustosos la palabra.
«Uno se vuelve conservador con el paso de los años. ¿Un fenómeno debido a la edad? Eso no significa que uno se haga de derechas, pero es bien cierto que uno le coge aprecio a mantener ciertas formas, y le da una importancia renovada al respeto, al cuidado, al mantenimiento de lo que nos parece bueno, bello, útil o interesante. Al respeto, por lo menos, hacia lo que es de todos. Decía Josep Pla que el payés es conservador porque sabe cuán destructiva puede ser la naturaleza. Uno tarda media vida en levantar un campo de frutales, y sabe que una tormenta de verano se la puede arruinar en pocos minutos. El obrero no es menos conservador que el señorito que nació en una rica hacienda: el obrero sabe el esfuerzo que hay detrás de su coche, de sus pertenencias por escasas que sean, de la educación de sus hijos, de esos cuatro libros.[...]
Yo sé cuantos dineros pago en impuestos, y sé que esas calles con sus carriles de autobús, sus carriles de bici (que no utilizo), sus aceras más anchas que antaño, las farolas, el buzón de Correos, la papelera, el autobús, el camión de las basuras me han costado una parte de mi esfuerzo. Una parte nada banal: todo es caro. Al igual que los contenedores de colores que el ayuntamiento instala cada cien metros, que también se pagan con la parte que el estado se lleva de mis esfuerzos, de mis madrugones, de mis sueños. [...] Quien dispone de muchos bienes privados siente un respeto nulo por los bienes de todos. Que se jodan los todos. El viernes por la tarde, cuando ya estaban oscuras las calles, salieron esos jóvenes partidarios de la república fantástica y quemaron contenedores. Los arrastraron calle arriba y abajo, montaron barricadas y, fascinados por los gilets jaunes de París, montaron una revolución durante un ratito.
Y luego se fueron de fiesta, pues es viernes y toca fiesta. Vino la policía y les arreó. Y entonces se sulfuraron, pues ellos pensaban que esa policía autonómica era "dels nostres". De modo que pidieron dimisiones, y señalaron a esos policías y exigieron sus cabezas. Si algo les aguó la fiesta del largo fin de semana de la Constitución fue esa sorpresa tan sorpresiva: la policía autonómica nos ha pegado... ¿acaso no eran de los nuestros?.
Quién me iba a decir que llegaría un día, ya pasados los 50 años, en que me posicionaría del lado de la policía que disuelve protestas callejeras. A mí, que tantas veces tuve que salir por patas ante las cargas de los Mozos de Escuadra como cuando, por ejemplo, protestaba por los recortes sociales del gobierno autonómico del señor Mas. Quién me iba a decir que me pondría del lado de los polis que pegan en una manifestación. Pues bueno, eso lo han conseguido los chiquillos de Arran, de la Cup, de los Comités de defensa de la República locales.
Uno se vuelve conservador e incluso se pone de parte de los polis que reparten estopa en las calles para disolver a esos quemadores de cosas públicas que dicen defender la res pública. Y más aún cuando uno se entera de que tras las quejas de esos chiquillos se han reunido el presidente y el consejero de interior (¡en domingo, día de misa!) para analizar las cargas policiales, con la insinuación de que igual rodarán cabezas entre esos policías que salieron a hacer su tarea.
Esos chiquillos sin límites, a quienes la autoridad política alienta y protege (o eso parece) les puede dar en cualquier momento, y en cuanto se vean impunes, por quemar ambulatorios de la Seguridad Social o escuelas públicas. Al fin y al cabo, dirán, son instituciones del estado español opresor y expoliador. Quemarán ambulatorios médicos y escuelas públicas, cosas que ellos no han pagado ni han necesitado jamás, símbolos de ese estado maligno que les explota, les empobrece y les oprime».[...]
No dice más que los que muchos, muchos más que ese genérico 60% de la población piensa, pues se ha de partir de la base en que se duda de que a la población prossesista le guste eso de la quema de contenedores y la algarada callejera.
ResponderEliminarLo que pasa es que se disfraza con el nombre de , falso por otra banda, "llibertat".
Un abrazo a Lluis y otro a ud, G.U.
Salut
Bueno, pues puestos a repartir abrazos, ahí va también el mío. Identificación total con el escrito de Lluís Bosch, que en realidad se limita a decir lo que muchos pensamos, pero mucho mejor dicho. Muy bien seleccionado el texto "La república de los contenedores quemados". Al fin lo hemos conseguido: ¡tenemos nuestra "kale burroka" en Cataluña! ¡Enhorabuena, políticos secesionistas, lo habéis conseguido!, aunque algunos ahora miréis para otro lado (Artur Mas, por ejemplo), apartando la vista del pequeño monstruo que han creado...
ResponderEliminarEl Tapir
La "revolución de las sonrisas" ha devenido en "La república de los contenedores quemados". Se diría que hemos progresado negativamente...
EliminarTodos los textos escritos en esta entrada me parecen estupendos. Tanto los de G.U. y Lluís Bosch, como los de Tot Barcelona y Tapir ("kale burroka" también buenísimo). Se nota el dominio de la lengua y la voluntad de hablar claro y conciso. MJ
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