Muchas veces G.U. se ha preguntado por qué los sudamericanos (sudacas, panchitos, etc., por aquí) , incluso los de las clases más humildes, hablan tan bien en español y en España lo hablamos tan puñeteramente mal. También lo escriben mejor. Algo harían nuestros conquistadores, en su mayoría unos tarugos de tomo y lomo, para que nuestra lengua arraigara allí de ese modo tan perdurable. Hicieran lo que hicieran, bueno, regular o malo, no sé, el resultado es patente.
Pérez-Reverte lo comentaba en su columna de ayer, “Sois la hostia, la hostia”, enfocado desde otro punto de vista:
[...] «En su mayor parte son muy corteses y hablan un español excelente, mejor
que el de los nacidos a este lado del Atlántico. Aunque luego, al vivir
aquí, ya en contacto con la zafia idiosincrasia nacional, se les vaya
pasando. Alguna vez comenté mi admiración por las palabras que un campesino peruano o ecuatoriano dijo en la tele tras un terremoto: "Pues verá, señor, hubo un temblor de tierra espantoso, el techo oscilaba, y agarré a mi familia para ponerlos a salvo y salvar nuestras vidas". Una situación que, no me cabe duda –y a ustedes tampoco–, un español medio habría resuelto seguramente con: «Joder, se lió parda, hubo un terremoto del copón y salimos cagando leches». Y no digan que exagero. Hace unos días, una española responsable de no sé qué departamento de sanidad expresaba así su admiración por el trabajo de sus colegas durante la pandemia: «Sois la hostia, la hostia. Flipo, flipo, flipo». Lo comento con mi amiga y editora Pilar Reyes, nacida en Colombia, y dice algo que me deja pensativo: "Hay una parte de tradición, de la antigua cortesía y habla de las clases dominantes españolas, que ha sido referencia social durante siglos. Pero es que, además, en España se es posmoderno, pero en América se es todavía moderno. La cortesía, el buen hablar, son herramientas prácticas. Allí, donde hay lugares de una pobreza extrema, aún se cree en ellas para la vida diaria, para mejorar el futuro. Van en un mismo paquete llamado educación". Ésa es la palabra que me queda bailando en la cabeza: educación. Y poco tiene que ver con la posición social. La educación y sus consecuencias visibles, como la cortesía o el buen hablar, se manifiestan de muchas maneras en Hispanoamérica. Incluso entre gente humilde. [...] En mi opinión, ese respeto por el lenguaje, y en especial su culto entre las clases humildes de allí, tiene mucho que ver con la esperanza de un futuro mejor. En lugares donde la pobreza es tan intensa que la movilidad social resulta difícil o casi imposible, la educación en su sentido amplio ha sido, durante siglos, la única posibilidad. Deberíamos recordar eso cada vez que un mensajero con cara de maya o azteca llama a la puerta para dejar un paquete. Cuando oímos su «buenos días, señor» al entrar en un taxi, un bar o un restaurante. Cuando una chica con pelo negro y rostro de Malinche dice «¿me regala su pin?» al acercarle la tarjeta de crédito. No es servilismo ni humildad, sino una visión del mundo más sufrida y noble que la nuestra: la huella del esfuerzo y sacrificio de quienes los educaron para que su futuro fuese diferente. Ojalá conservaran esa nobleza de maneras en vez de perderla al vivir aquí. Aprendieron de la vieja España, cuya sangre llevan y cuya lengua hablan, cuando todavía éramos alguien de quien se podía aprender; y ahora están aquí porque tienen derecho a estar. Son tan nuestros como nosotros suyos. No los hagamos avergonzarse de lo que somos. No les defraudemos la memoria».
|
Otra coincidencia, tambien habia leido este artículo de Don Arturo. Y me quedo con el texto final:
ResponderEliminar"Aprendieron de la vieja España, cuya sangre llevan y cuya lengua hablan, cuando todavía éramos alguien de quien se podía aprender; y ahora están aquí porque tienen derecho a estar. Son tan nuestros como nosotros suyos. No los hagamos avergonzarse de lo que somos. No les defraudemos la memoria».
Es curioso que el país donde más se desprecia nuestra lengua sea España, no se si somos tontos o nos entrenamos para ello.
Un saludo.
Somos tontos y nos entrenamos cada día para serlo un poco más.
EliminarDa gusto oírles. Y utilizan palabras que nosotros no solemos usar. Una de las que más me gusta es liviano (aquí normalmente decimos ligero, pero no es lo mismo). MJ
ResponderEliminarAparte de unas construcciones gramaticales irreprochables, incluso en gente que no tiene titulación alguna, suelen utilizar un léxico de gran nivel, bastante superior al nuestro (eso no es difícil, pero aún así...).
Eliminar