martes, 28 de noviembre de 2017

Marcos Giralt Torrente y su "Tiempo de vida"

Portada de "Tiempo de vida"
Marcos Giralt Torrente
(Ed Anagrama, 2010)
Marcos Giralt Torrente, hijo del pintor Juan Giralt —un gran artista, que estuvo muy en boga en los 60 y 70 pero que no supo o no quiso subirse al carro y acabó casi olvidado— y nieto del escritor Gonzalo Torrente Ballester (un monstruo; "Los gozos y las sombras", sin ir más lejos), afirma de forma precisa y tranquila: «Las herencias importantes son las intangibles».

En su novela Tiempo de vida (Ed. Anagrama, 2010), nos habla de la muerte de su padre. A partir de ese hecho, reconstruye su relación con él, llena de luces y sombras. Un libro en el que nos va desgranando eso: la atención que recibió o dejó de recibir de él, el amor por el arte, los silencios, las presencias escasas y las ausencias constantes, los encuentros gozosos y los desencuentros frustrantes. Un relato emotivo y triste de lo que pudo ser y no fue, pero también la historia de un círculo que solo se consigue cerrar a raíz de la enfermedad paterna.

La relación con los padres es algo que siempre nos acaba volviendo, la convoquemos o no. Y las herencias intangibles, también. Quizá por eso es un libro que le ha emocionado bastante a G. U., porque en él encuentra cosas suyas y de sus padres, y porque está escrito con cariño, con mano sensible y maestra, aunque en algunos momentos quizá se abuse un pelín del recurso de las anáforas (o epanáforas, como diría el 'experto' Álex Grijelmo).

Marcos Giralt Torrente posa ante un cuadro de su padre, Juan Giralt (Fotografía de Pablo Zamora) / Fragmento de "Tiempo de vida" (pág. 135)


4 comentarios:

  1. Antes me fastidiaba extraordinariamente parecerme a mi padre. Lo noté siempre desde mi adolescencia. Ahora reconozco que me dejó un montón de herencias intangibles y ya está. Unas buenas y otras no tan buenas.

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  2. Buen testimonio el de Marcos Giralt Torrente, un escritor muy bueno, que nos depara una experiencia que muchos hemos vivido de un modo u otro, sea con padres, hermanos o familiares (incluyo a los pertenecientes a la llamada "familia política", como sería el caso de "la amiga que conoció en Brasil", un leit motiv de la novela y una anáfora más).

    Muchas gracias
    F.G.

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  3. Llega un momento en el que uno deja de ver a su padre con ojos de niñ@,el imaginárselo haciendo el amor, el pensar en sus relaciones afectivas y sexuales es algo íntimo, donde hay sensaciones encontradas, pudor, desmitificación...no creo que un hijo lo viva igual que una hija, no creo que chicos de 17 años, edad en la que el grupo de iguales es importante, edad de afianzamiento de la propia sexualidad, aceptación de cambios corporales,el tema predominante sea observar la vida sentimental del padre y mucho menos compartirla con un hermano de otro sexo. El haber perdido de pequeños a la madre, creo que es un tema que no lo resuelve igual una niña que un niño, y no creo que unos hermanos hablen del tema tan a la ligera. No creo que a estas edades exista una complicidad tan grande entre hermanos de distinto sexo a no ser que sean mellizos, esas ganas de estar juntos las 24 horas para elucubrar sobre las parejas del padre y nunca hablar de sus propias fantasías, de sus propias emociones...

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