viernes, 17 de noviembre de 2017

En Charlie Hebdo ya le han visto el plumero

De lo de la "violencia extrema con muertos en la calle", las "balas de fuego", el "baño de sangre", lo de que "nos dijeron que estaban entrando armas en Cataluña y que el Ejército estaba viniendo", aunque "ahora no diré quién nos lo decía pero podríamos decirlo en algún momento" de que habla Marta Rovira, la fanática 'sucesora' de Junqueras, de todo eso ya hablaremos en otra ocasión.

Y lo haremos, aunque esta vez la presunta trapisonda no tenga ni gorda de gracia, ya que parece reflejar lo que esa individua y otros de su cuerda hubieran deseado que pasara para así 'legitimar' el asunto. Es de extrema gravedad, tanta que esperamos que la corrobore ante un juez con pruebas no falsas. Pero ahora vamos con algo más festivo:

Muchos europeos se han dado cuenta de que ese sujeto que se ha fugado a la ciudad de las coles ('pongamos que hablo de Bruselas', diría Sabina) es un auténtico pelma, un plasta, un pesado, una gota malaya que cada día que pasa es más irrelevante. En Charlie Hebdo han tardado un par de semanas en verle el plumero a ese tipo (a pesar de que se ha recortado un poco el mocho), pero ya nos lo pintan así: como una especie ayatolá fanatizado, que balbucea chorradas ante la indiferencia general.



A Fuigdemont no lo conocían demasiado en esa revista pero la verdad es que el asunto del procés ya lo tenían bastante calado desde hace tiempo. Recordemos, como muestra, el editorial que publicó Charlie Hebdo el 11 de octubre de 2017, que se titulaba La connerie ou la mort? [¿La gilipollez o la muerte?], al que no dedicamos en su día la atención debida en este blog por falta de espacio:

[...] «Pero hoy, cuando Franco ya no está, hay que buscarse otro tirano al que poder derribar. Será el Estado español y, por supuesto, la peor dictadura jamás conocida en el mundo: la Unión Europea con sede en Bruselas. Detrás de esa palabra esplendorosa, independencia, se ocultan preocupaciones a veces menos nobles. Como pasa con la Liga Norte en Italia, siempre la reclaman las regiones más ricas. Cataluña quiere la independencia porque ya no quiere soltar dinero a las otras regiones españolas menos ricas que ella.


Si todas las regiones europeas que tengan una lengua empiezan a reclamar su independencia, el Viejo Continente se va a fragmentar como el casquete polar. Es como si oyéramos de nuevo la voz de la innoble Margaret Thatcher: “I want my money back”. La lengua, la cultura, las tradiciones están muy bien para las postales, pero la pasta está mucho mejor. Las regiones pobres de Europa pocas veces bajan a la calle para obtener su independencia.

Más allá de estas consideraciones mercantiles, es curioso oír algunas voces de la izquierda reclamar la independencia de una región como Cataluña en nombre de una identidad cultural, que, por cierto, nadie cuestiona. Y además, ¿por qué la identidad cultural reivindicada por los catalanes debería ser tomada en cuenta y no la identidad cristiana defendida por los xenófobos europeos? ¿Por qué las palabras “identidad” o “cultura” suenan bien cuando las pronuncia la izquierda, pero se convierten en infames cuando es la derecha y la extrema derecha las que las pronuncian? La independencia de Cataluña no tiene por objeto liberar a esta región de una tiranía que ya no existe, ni permitir a la economía ser próspera, puesto que ya lo es, y mucho menos obtener el derecho a hablar una lengua autorizada desde hace tiempo. La obsesión identitaria que se expande por Europa como la podredumbre de una fruta afecta a la extrema derecha pero también a la izquierda. El nacionalismo de derechas y el de izquierdas tienen un punto en común: el nacionalismo.

Cuando Cataluña haya roto las cadenas que la atan a la monarquía española y al Santo Imperio Europeo, ¿qué ocurrirá? Al son de los tambores y de los pífanos, los gallardos independentistas desfilarán por las calles de Barcelona como si fueran la Columna Durruti, las jovencitas lanzarán pétalos de rosa a los militantes que habrá desafiado con arrojo al Estado policial español, corales infantiles con niños de pelito rizado cantarán a la libertad recobrada y al euro derrotado, las abuelas desdentadas tejerán banderas con los colores de la nueva República, y los bisabuelos desempolvarán la boina que llevaban en el frente en el 36.

Será muy bello, emotivo, magnífico. Y luego, al final de la tarde, todo el mundo volverá a su casa para plantarse delante de la tele y ver el concurso de turno o el partido del Barça en cuartos de final de la Copa. Cataluña bien se lo merece».

3 comentarios:

  1. Se me está haciendo muy pesado , muy pesado. Ni ellos mismos lo quieren.

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  2. Desde luego, ese editorial de Charlie Hebdo da en toda la diana. Para no vivir aquí, han sido muy preclaros.
    Mateo M.

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  3. Es que había otras salidas menos ridículas y más dignas que las que han utilizado los del "procés per a seguir sempre endavant" (siempre adelante, Fuigdemont dixit). Los de Charlie Hebdo, que las pescan al vuelo, han aprovechado la ocasión. Buenísimo el chiste.
    Por cierto, los JordiCapullos y algunos consellers siguen en el trullo a pesar de las movilizaciones. Y ahora nos vienen con lo de la violencia extrema y los muertos en la calle. ¿Cuál será el tema de la próxima entrega? Todo estilo 13 Rue del Percebe. MJ

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