Con motivo de la publicación de la antología de artículos que escribió D´Ors entre 1920 y 1954 para el semanario barcelonés "La Revista", Jordi Llovet glosa su figura en el Quadern de hoy en EL PAÍS. Ese hombre pasó de ser uno de los "factótums" de La Renaixença a ser mirado, poco tiempo después, con absoluto desdén por parte del dogmatismo catalanista. Ahora se le ningunea absolutamente.
Aprovechando la salida de este libro, Llovet no pierde la oportunidad de insinuarnos que está un poco deprimido de estar aquí —por la penuria cultural y el ambiente reiterativamente mortecino que se respira por estos lares— y que no le disgustaría nada un cambio de aires. No es el único al que sucede esto. De hecho en su momento ya le pasó al propio Eugeni D´Ors. Y a Uribe... cualquier día.
Traduzco un par de párrafos de este interesante artículo, en los que Jordi Llovet nos habla con toda crudeza de que aquí, aparte de los grandes manitús de siempre —Picasso, Miró, Gaudí, Tapies— y del arte románico y gótico, no hay nada de nada. Por suerte, siempre nos quedará el AVE, para ir a París o al denostado Madrit.
[...] "Después, los avatares de la historia se lo comieron en vivo, y D´Ors prefirió, vía Pamplona, cambiar de aires: más de uno planea hacer una cosa parecida, vía Montpellier, en estos días mortecinos e reiterativos que corren. Después, incluso se cambió de camisa. Qué le vamos a hacer: ¿no hay bastante con dejar una obra (a menudo escrita deprisa y corriendo, como corresponde a aquello que D´Ors era en el fondo: un periodista ilustrado) perfectamente perdurable?
[...] Como D´Ors había sido amigo de los últimos modernistas y de los primeros autores modernos del XX —Picasso entre ellos, compañero de juerga en Els quatre gats—, y dado que, además, estaba enormemente dotado para los ejercicios de estética sobre las artes plásticas —aquí quedan sus estudios sobre el barroco, Goya, Cézanne o las grandes obras de Prado—, el autor, sumando las enormes y sensibles antenas que tenía, ofreció en aquella revista, y ahora nos lo ofrecen los editores de la mano de su pariente Carlos, retratos muy oportunos, polémicos buena parte de ellos, sobre Braque, Chagall, Gris, Kandinski, Klee, Kokoschka, Matisse, Miró, Modigliani, Munch, Nonell, Picasso, Sunyer, Torres García o Van Gogh, además de una serie dedicada a escultores: la nómina es impresionante, sobre todo si tenemos presente que ni entonces (1930-1950), ni ahora, ninguno de los grandes pintores de la modernidad cuentan con una representación satisfactoria en nuestros museos (¿hace falta que use el plural?). Me han dicho que en el Macba hay un dibujo de Kandinski, pero todavía no lo he visto, de tan pequeño como debe de ser. No tenemos nada de nada, comparado con otra gran ciudad española que todos sabemos, y esto es una verdadera lástima. Suerte de las tablas góticas del museo de Montjuic, y del arte románico, por muy naïf que sea. Suerte de los museos monográficos dedicados a Picasso, Miró y Tàpies. Y suerte del AVE".
Enlace al artículo de Jordi Llovet en "versión original": D´Ors inèdit
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