[...]"El problema de esa cadena de televisión, y de las equivalentes en la radio, no es sólo la gente que salga o deje de salir en ellas, que también. La trampa está en el tufillo general que desprenden todos sus programas, hasta los más inocuos, la implacable comedura de tarro general para que comulguemos con ruedas de molino y esa especie de maniquea división que establecen entre "los buenos" —ellos— y "los malos" —los demás—, sometidos a la burla general. No parece muy aceptable que todo eso se produzca con un medio que pagamos todos, los buenos y los malos, pero es lo que hay".
Bueno, lo dicho. En esos medios solo parece noticiable aquello que tenga que ver con el procés, y a ello dedican toda la plantilla de presentadores y contertulios transformados en hooligans a sueldo. Crítica de la realidad social "cero patatero" —por si acaso se nos ocurriera pensar que quizá no todo sea culpa de Madrit— y a cambio provincianismo ramplón a raudales. El mundo de la cultura sólo existe cuando el científico, creador o artista sea de aquí y partidario del procés, se le pueda vislumbrar algún antepasado "pata negra" o, en su defecto, se trate de un foráneo convertido a la causa. Y en el deporte, Barça, Barça y más Barça (o Madrit, si pierde o le ayudan los árbitros). En fin, para abreviar: todo lo contrario de una ventana abierta al mundo porque adonde mira únicamente es al propio ombligo.
Una verdadera pena.
Una verdadera pena.
Jordi Soler viene decirnos, en su artículo de hoy en EL PAÍS, que la credibilidad que se pierde es muy difícil recuperarla, y eso es lo que nos está pasando a más de uno con los medios de comunicación (públicos o dependientes del dinero público) de Cataluña. Y añade que esa mediocridad del discurso monocorde se ha contagiado a una ciudad que antes era abierta y plural. Él nos lo explica así:
[...] "Va a ser muy difícil recuperar aquella credibilidad ejemplar que tenían y que hace años era un referente internacional, una pérdida que a mí me parece lamentable, aunque entiendo que habrá quien piense que eso, el creer en lo que te dicen sistemáticamente y sin descanso esas voces en la radio, es precisamente la credibilidad. Además el discurso unidireccional de estos medios genera un eco en la calle, en las mesas de los restaurantes, en la comida del domingo: Barcelona, aquella ciudad abierta, cosmopolita y plural, está tomada hoy por la grisalla de ese discurso monocorde. Otra pérdida lamentable".[...]
Enlace al artículo de Jordi Soler: Cultivar nuestro jardín
Añoramos aquella ciudad, y reconforta que alguien la añore con nosotros.
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