martes, 3 de julio de 2018

El fugitivo Fuigdemont quiere vivir como Dios

Puigdemont reclama sus privilegios de expresident: coche oficial, chófer, escolta y oficina propia



Pues sí, han leído bien. Otro que tiene un morro que se lo pisa es el fugitivo Fuigdemont. Este país tiene mal arreglo: está lleno de caraduras. Así valora el asunto Miquel Giménez, un tipo bastante ácido, pero no tonto, en una columna que no tiene desperdicio. Seleccionamos tres párrafos de Puigdemont y el piojo belga:


«Un proverbio belga dice que un avaro despellejaría a un piojo con tal de obtener su piel. Si Puigdemont conoce o no esa máxima del país al que se fugó cobardemente es cosa que ignoramos. Que es un avaro, un pedigüeño y carece de la menor vergüenza, sí que lo sabemos. Y no es el único.[...]

Fuigdemont sorprendido desollando un superpiojo
Sólo en una nación tan podrida de estupidez, en la que unos pocos disfrutan de los privilegios que son negados al resto, es posible que un fugado de la justicia con causa pendiente, ojo, y que se ratifica en su conducta delictiva, pueda continuar cobrando sesenta mil euros al año por ser parlamentario sin hacer otra cosa que tocarse los pelendengues en el extranjero, riéndose de la justicia española. Que ese pájaro, además, pida dietas por desplazamientos, es de fuera de serie. Pero que ahora Puigdemont exija oficina, secretaria, coche oficial, seguridad y todo lo que corresponde a un ex President, es para decir apaga y vámonos. 

Que sí, que sí, que también todo eso es legal, como que el Parlament lo aprobó en el 2003 porque Jordi Pujol se retiraba y había que seguir cuidando al hijo del especulador en bolsa, que el hombre iba mal de fondos y no quería pedirle dinero a Junior ni a su señora, porque estaban muy liados con los misales de Andorra y las fundaciones de Panamá. De ahí que el sin oficio de Puigdemont exija lo mismo de lo que dispusieron sus antecesores. ¿Para que sirve, si no, ser President? ¿Para hacer cola en el paro como cualquier ciudadano?»

1 comentario:

  1. Otra más. A esperar a la siguiente que será aún más grotesca y gorda.

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