lunes, 28 de enero de 2019

Hoy hablamos de naranjas

Hoy vamos a hablar de un tema más prosaico, pero también más inquietante. Leemos en El Periódico algo de lo que los medios de comunicación no se hacen apenas eco, ocupados como están en otros asuntos de mayor interés informativo:

«La naranja española atraviesa una grave crisis que ha dejado la mayor parte de la cosecha en los árboles y en el suelo, como consecuencia principalmente de la entrada masiva de fruta proveniente de Sudáfrica, y con pérdidas que ascenderían hasta los 100 millones de euros.

El acuerdo que firmó la Unión Europea con el país africano en el 2016 fue el mazazo definitivo para un sector muy castigado ya por el cambio climático. En el acuerdo, se determinaba una reducción en los aranceles de entrada de forma progresiva hasta el 2025, cuando dejarían de existir estas tasas de importación.

Ahora el sector de los cítricos denuncia que esta fruta ha inundado los mercados y reventado los precios, por lo que muchos productores se han visto obligados a dejar perder la campaña en los árboles o en el suelo, porque era más rentable que recogerla».

Naranjas sin recoger en las proximidades de Xàtiva
Gran Uribe no entiende del asunto, aunque sí tiende a dar por válida esa explicación. Ha visto durante estos días invernales diversos supermercados inundados de naranjas de origen "Sudáfrica". Y le sabe muy mal, porque todo el País Valencià vive de los cítricos; no hay más que darse un garbeo por allí para darse cuenta de hasta qué punto.

Y no es ya por nacionalismo ni chauvinismo, o que si son mejores o peores, todo eso (aunque las de Valencia son estupendas; ni le cuento las de los árboles de casa de la suegra, en Ibiza). El caso es que el susodicho G.U. les informa de que siempre que puede tiende a comprar productos de aquí, aunque cuesten unos céntimos más. Y es que la agricultura española es "una especie en extinción" que deberíamos intentar proteger, ni que decir tiene. En eso (y en otras cosas) podríamos imitar a los franchutes. Allí no abandonan el campo ni que los zurzan.

Algunos parlamentarios europeos españoles se han decidido a plantear el asunto, aunque solo sea para justificar sus elevados emolumentos. Pero la Comisión Europea encargada de los asuntos agrícolas les ha dado "por el saco" (con perdón), al negar que la importación de naranjas y mandarinas procedentes de Sudáfrica explique la crisis de precios que están sufriendo los productores en el arranque de la temporada y que está provocando amplias protestas en las Comunidad Valenciana. Según esa comisión «no existe ningún dato estadístico que diga que haya habido un aumento de importaciones procedentes de Sudáfrica en el periodo que resulte nocivo para la producción europea».


¿A quién creer? Séase como fuere, ojo al dato; esto es un problema muy serio, seguramente mucho más que la mayoría de los que se debaten tan acaloradamente en nuestros parlamentos.

8 comentarios:

  1. Siempre hay que leer las etiquetas de procedencia y composición si es un producto alimentario elaborado, este año esperé a las valencianas que llegan mas tarde que las sudafricanas y no pude comer ponetone en Navidad pues no encontré ninguno sin aceite de palma.

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  2. Con CHORDI.
    Nuestra obligación es leer las etiquetas. Orígen y procedencia. Y ya está.
    Es una guerra que sólo la pueden ganar los compradores, porque la globalización es una realidad y nada puede hacerse contra ella, salvo el elegir de donde queremos el producto, y eso se hace a nivel particular.
    Un abrazo
    salut

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  3. Afortunadamente, cada vez es más frecuente que los productos vengan acompañados de una indicación de su lugar de origen. Es lamentable que haya miles de toneladas de naranjas valencianas buenísimas pudriéndose, sin que, al parecer, se pueda hacer nada.
    El Tapir

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  4. La cooperación con el tercer mundo también debería pasar por abrir nuestro mercado a sus productos. De hecho, la política agrária comunitaria ha sido extremadamente proteccionista, considerandola como una actividad estratégica. La aptitud agronómica de los países subdesarrollados es a menudo incomparablemente superior a la europea por lo que parece injusto no aprovecharla. Pero claro, hay que proteger lo local, dicen.
    Otra cosa es aceptar productos en cuya obtención no se respetan ni condiciones laborales dignas ni aspectos ambientales sí exigidos en la UE.
    Quizá deberíamos introducir cláusulas sociales y ambientales a la importación de cualquier tipo de producto extracomunitario.
    Vh

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    1. La verdad es que es un tema complejo y de difícil solución en una economía globalizada, si es que la tiene. No es casualidad que los productos fabricados en China sean incomprensiblemente baratos en relación con los que se fabrican en los países occidentales. Y no es difícil suponer que a la importación de esos productos no se les han aplicado "cláusulas sociales y ambientales".
      El Tapir

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  5. Yo compro naranjas y mandarinas valencianas. MJ

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    1. A mí me es igual su origen mientras sean buenas y baratas.

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    2. Yo, si puedo escoger, también compro naranjas valencianas o ibicencas (que, aunque muy feas y poco seleccionadas, son muy buenas). Lo que ocurre es que no siempre se puede escoger y, desde luego, lo que no hago es no comprarlas si no son españolas. Veo que la última frase me ha quedado un poco abstrusa; lo que quiero decir es que si las únicas disponibles son extranjeras (sudafricanas, chilenas o de donde sean), las compro. No me vuelvo a casa sin naranjas, vaya.
      El Tapir

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