miércoles, 5 de octubre de 2016

No todo es el PSOE: hablemos del "prusés"

Lo prometido es deuda. Ayer dijimos que hablaríamos un poco del prusés, aunque sea en la distancia, y lo hacemos en boca de un experto que no se corta un pelo: el hombre del sofá, Ramón de España.

El hombre del sofá
«Este texto es, probablemente, una muestra de ingenuidad por mi parte, pero si no lo digo, reviento: cuando se acabe el prusés, alguien debería pagar por el clima irrespirable que se ha fomentado en Cataluña durante los últimos cinco años y cuyo origen se remonta a 1980, cuando Pujol llegó al poder y empezó a propiciarse desde las alturas la discordia entre los de dentro y el odio hacia los de fuera. [...]



La misión de un gobierno no es tomar a una parte por el todo y gobernar exclusivamente para esa parte. Tampoco lo es hablar en nombre de todo un pueblo cuando apenas representa a la mitad de ese pueblo. Ni convertir los medios públicos de comunicación en el aparato de agitación y propaganda del régimen. Ni elaborar listas negras de malos ciudadanos a los que, en casos extremos, se pueda condenar al ostracismo y la inanición. Pasar del franquismo al pujolismo ha sido acceder a una democracia de muy baja calidad, que solo beneficia a los sicofantes del régimen y propicia, mediante el control social, el silencio de quienes piensan de otra manera.

Los esfuerzos de los nacionalistas por convertir Cataluña en una sociedad dividida, mezquina, ensimismada y pueblerina no deberían quedarse sin su justo castigo. El régimen es moralmente punible, y muchos de sus representantes deberían ser juzgados en un tribunal por haber envenenado moralmente a la nación que tanto dicen amar. Dudo mucho que asistamos a nuestro particular proceso de Nuremberg, pero por solicitarlo que no quede».






Mientras tanto, Javier Pérez Andújar sigue en buena forma tras el pregón. El rutinario discurso de CocoMocho (dentro del espantoso debate de política en el Parlament de Catalunya) nos lo relata así, con su ironía habitual:


CocoMocho pronuncia su discurso en el Parlament (6/10/2016)
«Puigdemont abrió este miércoles el debate de política general como quien abre una nevera vacía. Una hora y tres cuartos empleó para exponer hasta el bostezo un decálogo más moral que político, más cerca que nada de los diez mandamientos, cuando no parecía el sumario de una revista de tendencias. Diez cosas bellas en que pensar mientras llega el Sagalés. “Un país donde todos puedan desarrollar su propio proyecto personal”, “Un país seguro y justo, vengas de donde vengas, seas como seas...”. Los epígrafes resucitaban así lo que queda de la campaña de la ANC para el 9-N, que decía “Vull un pais que..., vull un pais on...”. 

Y quizá sea señal de que se ha dejado de hacer política para dedicarse a hacer campaña. Al president Puigdemont no se le vio en todo el tiempo que duró su comparecencia porque en realidad es un presidente invisible. Era tan solo una voz lejana y monótona, que salía de un puñado de folios. Perfectamente mimetizado con el fondo de la mesa del Parlament a sus espaldas, no se le distinguía como presidente, como figura. Era una voz de megafonía llegada de una eternidad caduca que siempre ha estado ahí, y a la que se llama vieja política. Pero esto también es falso, la política ni es vieja ni es nueva, tan solo se transforma. Lo verdaderamente viejo de esta mañana eran los folios que leía. Lo que llevaban escrito. Pues decía Carles Puigdemont lo mismo que se ha dicho siempre, lo mismo que decía Pujol veinte años atrás en el mismo atril (pero a Pujol se le distinguía de la madera porque hacía política de autor, arte y ensayo del delito).

Una hora y tres cuartos de turismo y autobombo a modo información, a lo largo de la cual se alcanzó el surrealismo literalmente cuando fue destacado como gran acontecimiento una futura exposición en el Hermitage de San Petersburgo sobre el surrealismo en Cataluña. [...] 


Javier Pérez Andújar
Claro, que la pregunta que surge es que si no hay imaginación para expresar, para plantear, ¿cómo va a haber imaginación para solucionar? Lo decían los franceses de finales de la III República, de la Europa sabia y rota de entreguerras, los contemporáneos de los surrealistas: en política no hay estrategias, todo se reduce al arte de esperar un golpe de azar, a que una ligera brisa tome de repente una fuerza inesperada. Puede más eso que una huelga general. La política es una cuestión de ironía».[...]


2 comentarios:

  1. Yo también creo lo que dice Ramón de España. En cuanto al discursito de CocoMocho, pues eso, cuentos de la vieja de ir por casa.

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  2. Leído el artículo de Pérez Andujar queda más que claro el motivo de los "procesistas" para contraprogramar su pregón de la Mercé. Les ha visto el plumero y eso, además de expresarse en castellano, no se puede consentir.
    Nvts

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