«Tras los reiterados huevos, la muñeca inflable, diversas inscripciones y las dosis de pintura roja y blanca, la estatua decapitada de Franco ante el centro cultural del Born de Barcelona ha vuelto a ser 'tuneada' por unos desconocidos. Esta mañana, la cabeza del caballo se ha levantado con una careta de cerdo, aunque agentes de la Guardia Urbana ya han procedido a retirarla».
“A moro muerto, gran lanzada” es, como se sabe, una expresión con la que, según el Diccionario de uso del español de María Moliner —una obra de referencia—, "se satiriza a los que se muestran valientes contra algo o alguien cuando ya no hay riesgo en ello". Es una expresión que se utiliza para referirse a los cobardes que “aparentan un gran mérito” atacando a quien ya está vencido.
Bueno, de algo de esto nos habla Ramón de España en su artículo titulado, precisamente, A moro muerto, gran lanzada, aunque no le ha dado tiempo de incorporar a su texto una mención a la cabecita de cerdo con la que han adornado esta mañana el caballo del dictador.
«Nunca superaremos el trauma de no haber hecho nada para impedir que Franco muriera de viejo. De ahí que los más tontos de entre nosotros se acerquen a la estatua decapitada del dictador que hay frente al Born para arrojarle huevos, pintarle insultos o depositarle una muñeca hinchable en el regazo.
No se corre el menor riesgo, ya que el tirano lleva cuarenta y tantos años muerto, y se queda como un progresista de tomo y lomo.
El hecho de que la estatua forme parte de una exposición y cumpla un cometido, aunque solo sea escenográfico, se la trae al pairo a nuestros antifranquistas de salón, aunque el lanzamiento de huevos habría resultado más digno y valeroso a finales de los años 60, durante alguno de aquellos desfiles de la victoria en los que el Caudillo se desplazaba a Barcelona. Pese al hecho diferencial, Cataluña, como el resto de España, cree a rajatabla en el célebre dicho: a moro muerto, gran lanzada.[...]
Que al pobre Pisarello, que no es más rojo porque no entrena, le hayan llamado “fascista” y “nazi” da una idea de la empanada mental de quienes se oponen a la exposición, que son como esos simplones que cuando el dedo señala la luna miran el dedo. No deberían enfadarse con la alcaldesa, que solo pretende ampliar un poco la oferta expositiva del centro y, de paso, hacer un poco de guerracivilismo, que nunca va mal cuando estás, como ella, en permanente campaña de autopromoción. [...]
[G.U. piensa que, dado que hay espacio de sobra allí dentro, podrían haberla puesto a cubierto y que la vieran los que se hubieran retratado pagando los seis euros para entrar. Pero quizá había una intención oculta de que esa estatua sufriera todo tipo de escarnios, ya que puede decirse que prácticamente nadie vigila para que no se produzcan. En el fondo, ha sido puesta allí para eso, como sparring. Al final, cuando ya se haya hecho todo tipo de 'heroicidades' con ella, no es descartable que la tiren abajo, en plan estatua de Sadam Hussein, y si no... al tiempo. Un gesto más de "salud democrática", como diría el ínclito Pablo Iglesias, ese 'demócrata' sujeto cuyo modelo a seguir es ¡Venezuela!] |
P.D.: Y ASÍ SE ACABA EL ASUNTO (un "fantástico happening colaborativo"), tal como predecíamos:
Montilla, el rei Artur y CocoMocho homenajean a Companys los 15 de octubre |
Tal vez no convenga hurgar mucho más en hechos que conocemos todos. Quizá sea mejor no meneallo, porque en aquellos siniestros años todos hicieron de todo y quien esté libre de pecado...
A este respecto, una Carta al Director de EL PAÍS de hoy, titulada Desmemoria histórica, hace caso omiso de las dos últimas frases de Gran Uribe y dice estas cosas:
Como esta hay decenas: Están aquí |
Y Ramón de España "mete cuchara" desde otro prisma: la adjudicación a Espanya de su asesinato (y su utilización):
Enlace: ¿Y si dejamos en paz a Companys?
Ya han quitado la estatua decapitada. Es que el espacio está reservado para la independencia.
ResponderEliminary yo sin enterarme.
Eliminar“La mayor parte de los catalanes no fueron antifranquistas; y el nacionalismo catalán en concreto calló mucho. Calló por razones muy comprensibles: fusilamientos, exilio, persecución sistemática, régimen policial, miedo. O interés. Ahora bien, querer convertir ahora aquel silencio en un grito heroico sólo tiene un nombre: farsa. Y derribar la escultura del dictador cuarenta años después de su muerte faraónica reclama un adjetivo: grotesco. Farsa grotesca.”
ResponderEliminarAntoni Puigverd (La Vanguardia)
http://www.lavanguardia.com/opinion/20161024/411252432542/la-selfie-del-antifranquismo.html