domingo, 30 de octubre de 2016

Al otro lado de lo evidente

Juan José Millás nos explica hoy los orígenes de una sección de EL PAÍS SEMANAL que a Gran Uribe le interesa mucho, hasta el punto de ser lo primero que mira en ese suplemento, junto con el artículo de Javier Marías. Se trata de ese en el que escoge una fotografía de cierta actualidad y la glosa a su modo, intentando ver un poco más allá de la simple anécdota. En esto, Millás es un maestro y en este blog publicamos algunos de sus comentarios a poco que podemos (no mucho, para no repetirnos). Nos lo cuenta así:

Algunas fotografías comentadas por Millás y publicadas en el blog
«CORRÍA EL AÑO 2004 cuando José María Izquierdo me propuso que escribiera algo para las páginas del suplemento de verano de EL PAÍS. Yo acababa de leer La cámara lúcida, de Roland Barthes, y llevaba un tiempo fijándome de un modo distinto en las fotografías en general y en las que publicaba el periódico en particular. Me extrañaba que, en un mundo dominado por la imagen, nadie nos hubiera enseñado a leerlas. Observé que para mucha gente, y en ocasiones también para los editores de los periódicos, la fotografía no tenía otro sentido que el de “manchar” la página al objeto de romper la monotonía del texto. Me pregunté asimismo, claro, por las relaciones entre texto y foto. ¿La foto constituía un elemento auxiliar de la palabra, es decir, se limitaba a complementarla o, por el contrario, actuaba de forma autónoma.

Propuse a Izquierdo escribir a lo largo del mes de agosto 31 pies de foto sobre otras tantas fotografías que hubieran aparecido a lo largo de aquel año en el periódico. Cuando me dio vía libre, me encerré en la hemeroteca de EL PAÍS y fui revisando, uno por uno, página a página, todos los ejemplares de 2004. 

Quiero decir que en todas ellas había algo que se encontraba al otro lado de lo evidente. Creo que se trata, en cierto modo, de lo que Barthes, en el ensayo más arriba aludido, llama el punctum. Algo por lo que nos sentimos concernidos sin la necesidad de que ese algo se manifieste de manera consciente al contemplar la imagen. Algo de esa foto nos conmueve, nos “punza”, se dirige a nosotros. Podríamos decir que ahí, oculto en los meandros del argumento, se encuentra el tema de la foto. Esta dicotomía (argumento/tema), tan utilizada en la literatura, venía bien para entender las dos caras de una imagen fotográfica. El argumento como vehículo del tema. Como el escritor, el fotógrafo fingía hablar de una cosa para hablar de otra.

Poco a poco fui aprendiendo a observar las fotografías, a hallar su lado oscuro (o luminoso, lo mismo da). Ya no me preguntaba si había que leerlas de derecha a izquierda, de arriba abajo o viceversa. Tenía que mirarlas como a través de los rayos equis para descubrir su esqueleto, que era donde se encontraba su razón de ser.

Y ahí seguimos, dándole una segunda oportunidad a las fotografías ya publicadas en las páginas del diario y proporcionándonos a nosotros la ocasión de buscar, en esas imágenes que nadie nos ha enseñado a leer, su auténtico significado. O uno de ellos».

Hoy, por cierto, nos comenta de esta manera una fotografía de un tocayo de Álvaro Uribe (y de G.U.): El Bigotes

1 comentario:

  1. Esa sección de Millás de El país me encanta. La última sobre el pijoaparte de El bigotes es buenísima. MJ

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