Dice así:
«Vamos a consultar el problema con la militancia, dicen unos. Se lo preguntaremos a la gente, dicen otros. Esto lo decidirá el pueblo, braman los peores. Se multiplican las consultas a la muchedumbre. Los políticos están renunciando a su responsabilidad y trasladan las decisiones peligrosas a “la sociedad”. Es la constatación del fracaso de nuestra democracia. Si consultamos a la gente cuando aparece un dilema grave, ¿para qué queremos elecciones? Las votaciones se supone que seleccionan a los más dotados para decidir. Si resulta que son unos gallinas, unos vagos, unos tipos que solo van por el sueldo, están demoliendo el Parlamento». [...]
Pues claro y últimamente las preguntas al pueblo no han dado los resultados que esperaban los que las proponían, Brexit, consulta en Hungría, en Colombia. Todo un fracaso. Cada vez me gusta menos eso de convocar referéndums a tontas y a locas. MJ
ResponderEliminarImaginen que se convoca una consulta vinculante en Tomelloso, por poner un ejemplo, en el que se pide a la ciudadanía que decida si en el Ayuntamiento de esa localidad solo deben entrar naturales de la misma o pueden hacerlo todos los españoles. Yo me imagino lo que votaría la gente. Afortunadamente, hay una ley general que no lo permitiría, ni hacer dicho referéndum, ni aceptar el resultado del mismo. Extrapolen esta visión a los casos que ustedes deseen. Mateo M.
ResponderEliminar...en la que... Mateo M.
ResponderEliminarEn parte influye el hecho de que los partidos políticos no tienen bien amarrados a los electores y eso hace que cada vez estén menos dispuestos a tomar decisiones comprometidas que les puedan restar presuntos votantes. Quizá por eso quieren preguntar cada dos por tres.
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