domingo, 23 de octubre de 2016

Agujeros en las paredes

Gran Uribe lo confiesa, siempre hubiera querido ser el James Stewart de "La ventana indiscreta", aunque sin la atribulada aventura final perseguido por Raymond Burr (el actor de Perry Mason). Le fascinan esas imágenes de ventanas urbanas, con gente en su interior haciendo su vida cotidiana e intentar imaginarse sus historias. Enfrente de su casa tiene unas que pertenecen a un conocido albergue para turistas, pero por allí solo pasan guiris de una o dos noches y eso no le despierta el más mínimo interés, no hay nada detrás que pueda contarnos una historia.

En el dominical de EL PAÍS SEMANAL de hoy, hay un reportaje, titulado Agujeros en las paredes, que empieza así: "¿Por qué miramos al vecino? ¿Qué esconden los hogares? Las ventanas de los edificios son como una abertura a un mundo desconocido y familiar a un tiempo. Son otros, somos nosotros mismos. Pedazos de vida real, remansos de paz en este mundo frenético".

Ventanas de París (Fotografías de Gail Albert Halaban) [clic para ampliar]

"En cualquier lugar, las ventanas son los mascarones de proa de nuestra soledad. Los marcos de la pintura de nuestros días. El indiscreto James Stewart les sacó el jugo en una vieja película de Hitchcock. Hoy existen leyes para denunciar a los voyeurs como Stewart. Pero se usan poco porque de todos modos ya nadie mira", dice Santiago Roncagliolo.

La fotógrafa Gail Albert Halaban sí lo hace, y "ha decidido restituir esa mirada. Su proyecto Out My Window pone a los vecinos a observarse y a mostrarnos lo que ven. El resultado es un descubrimiento asombroso: esos agujeros en los muros no solo sirven para que pase la luz. También pueden usarse para mirar a los seres humanos que habitan en ellos. Es increíble. Como la pantalla de un móvil, pero en grande", concluye Roncagliolo.

Ventanas de Nueva York (Fotografías de Gail Albert Halaban)

Enlace: Out My Window

1 comentario:

  1. Las ventanas de los edificios de aquí suelen tener persianas y, como mínimo, visillos. Así es que, normalmente, se suelen percibir sombras, movimiento o alguna lámpara en el techo, pero no las escenas nítidas que fotografía Gail Albert Halaban. Y hay que reconocer que tienen su encanto. En las fotos y en las películas quedan de maravilla. Como dice G.U., son una fuente de inspiración para inventar historias. Yo asocio ese tipo de vistas con las ciudades del extranjero. En ellas, cuando se pasea por la noche, se ven ventanas con las luces encendidas y sin cortinas. La primera vez que estuve en Ámsterdam me sorprendió que allí nadie tenía cortinas en las ventanas o las tenían corridas, y se podía ver desde la calle lo que ocurría en las viviendas. Hablo de hace años, ahora no sé si pasa lo mismo. A mí se me iba la vista hacia el interior de las casas, cosa que era un descaro, ya que allí nadie miraba de ese modo. Creo que lo realmente interesante era la observación desde otra ventana sin ser visto. En casa tengo estores en las ventanas y sólo los tengo subidos durante el día, pero cuando oscurece, los bajo, por no estar expuesta al público. Así es que, aunque me llama la atención ver la casa del vecino, me da apuro mirar sus ventanas. MJ

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