Un artículo de Andrés Trapiello aparecido en el suplemento "Babelia" de EL PAÍS de hoy, con motivo de la publicación de "Vida", una especie de autobiografía inédita del hipocondríaco poeta (1881-1958), uno de los grandes.
¡Qué mal debió de pasarlo!
«Juan Ramón Jiménez fue uno de los hombres más desdichados y atormentados de su tiempo, habiendo sido también uno de los más grandes. Acaso por eso fue el escritor más combatido y parodiado de todos. “Más calumniado”, dirá él. No creo que ningún otro poeta viviera durante casi sesenta años, desde sus dieciocho, sacudido por ataques tan continuados de pánico, excusados en dolores físicos que lo mismo lo levantaban al vértice de la locura que lo hundían en la desesperación y la misantropía.
[...] La historia de este dolor ve ahora la luz: “Si yo estuviera sano, sería uno de los hombres más grandes del mundo… ¡Ah, si supierais los gérmenes decididos a estallar que llevo dentro! ¡Si yo pudiera emplear mi vida entera en mi pensamiento! ¡Si mi salud igualara a mi voluntad, al ansia de saber, al afán de viajar, de obrar, de aniquilar, de construir!”, confesará».
Enlace: JRJ por dentro
Adjunto dos pequeños fragmentos de "Vida":
— En el primero nos detalla su ordenada vida en Madrid a los 42 años.
Orden de trabajo diario
Levantarme a las 9.
Desayuno, baño, arreglo mental y de casa, paseo; hasta las 11.
Trabajo en mi obra propia; hasta las 2 y ½.
Comida, descanso breve, periódicos del día y atrasados (de 6 a 8); hasta las 5.
De 5 a 7: un día, traducción y su imprenta; otro, envío de libros y arreglo biblioteca.
Paseo a las 7 y ½ (Retiro, visitas, librerías, calles, etc.)
Cena a las 9 y ½. Idiomas y lectura; hasta las 12.
Los jueves por la tarde, después de los periódicos, paquetes a mi madre y hermano.
Los domingos: por la mañana, cartas; por la tarde, cartas a mi madre y hermano
— En este otro se lamenta de la impresentable "cuchufleta" a la que le sometían casi todos los poetas de la generación de 1927 (Jorge Guillén, Federico García Lorca, Rafael Alberti, etc.)
El místico y los pícaros
Yo no iba a casas de putas, no decía “carajo”, “coño”, palabras gordas, como dicen los “hombres”, no andaba “necesariamente”, con toreros ni cupletistas.
En vista de esto yo estorbaba a los pícaros, yo era, decían, un místico, y decidieron que ellos eran los “hombres” y yo una señorita, una niña, Miss Poesía, etc. Y para ponerse ellos en su sitio, lo intentaron todo, caricatura soez, copla baja, para echarme abajo lo mío.
Les di ejemplo de dignidad y se reían. Por eso Salinas, Guillén, (Lorca), Alberti y —¡ay!— Bergamín se volvieron y volvieron a los otros contra mí.
Los más hipócritas de ellos decidieron que yo era un puritano, peor todavía que un místico. La cuestión era, como en el nazismo, justificar su conveniencia; y decidieron que la picaresca era más española. Y todos juntos ya, se pasaron, lugar de su vocación y su destino, a la picaresca.
Ellos querían vitorear. En realidad estaban haciendo conmigo una farsa de solución. Yo representaba “el espíritu”, decían, y claro, conmigo no se podía contar para “ciertas cosas” con que ellos necesitaban contar y recontar.
Enlace: Fragmentos de "Vida"
Y yo añado otro escarnio: "Y, entonces, Platero meneó el rrrabo..."
ResponderEliminarVerdaderamente, los fragmentos transcritos no son muy reconfortantes.
El Tapir
Efectivamente, "Her Kommandant", por una vez y sin que sirva de precedente, se alineaba con los poetas del 27 en su valoración del pobre JRJ.
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