Una fiel seguidora de este blog, Assumpta, nos cuenta que Elvira Lindo, durante su estancia en Nueva York, escribió un artículo sobre una representación —que iba dirigida a adolescentes—de la obra en esa ciudad. Allí comentaba un poco la calaña del público asistente, relacionándolo con el momento —magistral— en el que el pobre Martín nos cuenta sus desgracias como profesor. Escribía Elvira:

El momento de la obra al que hace referencia Elvira Lindo es éste:
Martín. "Mi vida de siempre. Vengo de explicar mi clase de Preceptiva. Un verdadero infierno. Era una lección preciosa: "Concepto y definición de la Harmonía", pero a los niños no les interesa nada. ¡Y que niños! A mí, como me ven inútil, me respetan un poquito; alguna vez un alfiler que otro en el asiento, o un muñequito en la espalda; pero a mis compañeros les hacen cosas horribles. Son los niños de los ricos, y, como pagan, no se les puede castigar. Así nos dice siempre el director. Ayer se empeñaron en que el pobre señor Canito, profesor nuevo de Geografía, llevaba corsé; porque tiene un cuerpo algo retrepado, y cuando estaba solo en el patio, se reunieron los grandullones y los internos, lo desnudaron de cintura para arriba, lo ataron a una de las columnas del corredor y le arrojaron desde el balcón un jarro de agua. Son los que pagan, y vivimos con ellos. Y créame usted que los padres se ríen luego de las infamias, porque como somos los pasantes y no les vamos a examinar los hijos, nos consideran como hombres sin sentimiento, como a personas situadas en el último escalón de gente que lleva todavia corbata y cuello planchado".
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