«El portal, largo, obscuro, mal oliente, era más bien un corredor
angosto, a uno de cuyos lados estaba la portería.
Al pasar junto a esta última, si se echaba una mirada a su
interior, ahogado y repleto de muebles, se veía constantemente una
mujer gorda, inmóvil, muy morena, en cuyos brazos descansaba un niño
enteco, pálido y larguirucho, como una lombriz blanca. Encima de la
ventana, se figuraba uno que, en vez de «Portería», debía poner: «La
mujer cañón con su hijo», o un letrero semejante de barraca de
feria.
Si a esta mujer voluminosa se la preguntaba algo, contestaba con
una voz muy chillona, acompañada de un gesto desdeñoso bastante
desagradable. Se seguía adelante, dejando a un lado el antro de la
mujer-cañón, y a la izquierda del portal, daba comienzo la escalera,
siempre a obscuras, sin más ventilación que la de unas ventanas
altas, con rejas, que daban a un patio estrecho, de paredes sucias,
llenas de ventiladores redondos. Para una nariz amplia y espaciosa,
dotada de una pituitaria perspicaz, hubiese sido un curioso
sport el de descubrir e investigar la procedencia y la
especie de todos los malos olores, constitutivos de aquel tufo
pesado, propio y característico de la casa.
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Pío Baroja, pintado por Sorolla en 1914 Hispanic Society of America
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El autor no llegó a conocer los inquilinos que habitaban los pisos
altos; tiene una idea vaga de que había dos o tres patronas, alguna
familia que alquilaba cuartos a caballeros estables, pero nada más.
Por esta causa el autor no se remota a las alturas y se detiene en
el piso principal.
En éste, de día apenas si se divisaba, por la obscuridad reinante,
una puerta pequeña; de noche, en cambio, a la luz de un farol de
petróleo, podía verse una chapa de hoja de lata, pintada de rojo, en
la cual se leía escrito con letras negras: «Casiana
Fernández».
A un lado de la puerta colgaba un trozo de cadena negruzco, que
sólo poniéndose de puntillas y alargando el brazo se alcanzaba; pero
como la puerta estaba siempre entornada, los huéspedes podían entrar
y salir sin necesidad de llamar.
Se pasaba dentro de la casa. Si era de día, encontrábase uno
sumergido en las profundas tinieblas; lo único que denotaba el
cambio de lugar era el olor, no precisamente por ser más agradable
que el de la escalera, pero sí distinto; en cambio, de noche, a la
vaga claridad difundida por una mariposa de corcho, que nadaba sobre
el agua y el aceite de un vaso, sujeto por una anilla de latón a la
pared, se advertían, con cierta vaga nebulosidad, los muebles,
cuadros y demás trastos que ocupaban el recibimiento de la
casa.
Frente a la entrada había una mesa ancha y sólida, y sobre ella una
caja de música de las antiguas, con unos cilindros de acero erizados
de pinchos, y junto a ella una estatua de yeso: una figura
ennegrecida y sin nariz, que no se conocía fácilmente si era de
algún dios, de algún semidiós o de algún mortal.
En la pared del recibimiento y en la del pasillo se destacaban
cuadros pintados al óleo, grandes y negruzcos. Un inteligente quizá
los hubiese encontrado detestables; pero la patrona, que se figuraba
que cuadro muy obscuro debía de ser muy bueno, se recreaba, a veces,
pensando que quizá aquellos cuadros, vendidos a un inglés, le
sacarían algún día de apuros.
Eran unos lienzos en donde el pintor había desarrollado escenas
bíblicas tremebundas: matanzas, asolamientos, fieros males; pero de
tal manera, que a pesar de la prodigalidad del artista en sangre,
llagas y cabezas cortadas, aquellos lienzos, en vez de horrorizar,
producían una impresión alegre. Uno de ellos representaba la hija de
Herodes contemplando la cabeza de San Juan Bautista. Las figuras
todas eran de amable jovialidad; el rey, con una indumentaria de rey
de baraja y en la postura de un jugador de naipes, sonreía; su hija,
una señora coloradota, sonreía; los familiares, metidos en sus
grandes cascos, sonreían, y hasta la misma cabeza de San Juan
Bautista sonreía, colocada en un plato repujado. Indudablemente el
autor de aquellos cuadros, si no el mérito del dibujo ni el del
colorido, tenía el de la jovialidad.
A derecha e izquierda de la puerta de la casa corría el pasillo, de
cuyas paredes colgaban otra porción de lienzos negros, la mayoría
sin marco, en los cuales no se veía absolutamente nada, y sólo en
uno se adivinaba, después de fijarse mucho, un gallo rojizo
picoteando en las hojas de una verde col.
| Portadas de La busca, con ilustración de Ricardo Baroja / Editorial Caro Raggio |
A este pasillo daban las alcobas, en las que hasta muy entrada la
tarde solían verse por el suelo calcetines sucios, zapatillas rotas,
y, sobre las camas sin hacer, cuellos y puños postizos.
Casi todos los huéspedes se levantaban en aquella casa tarde,
excepto dos comisionistas, un tenedor de libros y un cura, los
cuales madrugaban por mor del oficio, y un señor viejo, que lo hacía
por costumbre o por higiene.
El tenedor de libros se largaba a las ocho de la mañana sin
desayunarse; el cura salía in albis para decir misa; pero los
comisionistas tenían la audaz pretensión de tomar algo en casa, y la
patrona empleaba un procedimiento muy sencillo para no darles ni
agua: los dos comisionistas comenzaban su trabajo de nueve y media a
diez; se acostaban muy tarde, y encargaban a la patrona que les
despertase a las ocho y media; ella cuidaba de no llamarles hasta
las diez. Al despertarse los viajantes y ver la hora, se levantaban,
se vestían de prisa y escapaban disparados, renegando de la patrona.
Luego, cuando el elemento femenino de la casa daba
señales de vida, se oían por todas partes gritos, voces
destempladas, conversaciones de una alcoba a otra, y se veía salir
de los cuartos, la mano armada con el servicio de noche, a la
patrona, a alguna de las hijas de doña Violante, a una vizcaína alta
y gorda, y a otra señora, a la que llamaban la Baronesa.
La patrona llevaba invariablemente un cubrecorsé de bayeta
amarilla; la Baronesa, un peinador lleno de manchas de cosmético, y
la vizcaína, un corpiño rojo, por cuya abertura solía presentar a la
admiración de los que transitaban por el corredor una ubre
monstruosa y blanca con gruesas venas azules...
Después de aquella ceremonia matinal, y muchas veces durante la
misma, se iniciaban murmuraciones, disputas, chismes y líos, que
servían de comidilla para las horas restantes».
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Celebro que no escribas nada de esa pandilla de "estrellas mediáticas" que ocupan los medios de comunicación y preocupan a los que queremos vivir tranquilos. Nada, nada, no hay que decir nada de toda esta gente.
ResponderEliminarMagnífico Pio Baroja, es para leerlo y releerlo mil veces, diga lo que diga Eduardo Gil Bera.
Aquella colección de la "Biblioteca básica de Salvat" reunía todas las cualidades de lo que, a mi criterio, es una buena colección editorial: calidad literaria, precio asequible, tamaño del libro y calidad y sencillez de diseño.
De aquella colección leí grandes libros donde pude ver que existe una buena literatura después de la Ilustración, y después ya nada más, he vuelto al mi Siglo de las Luces.
Salud.
1.Miguel de Unamuno: La tía Tula 2.Marçal Olivar: Cien obras maestras de la pintura 3.Edgar Allan Poe: Narraciones extraordinarias 4.José Ortega y Gasset: El Espectador 5.Fiódor Dostoievski: El jugador 6.Camilo José Cela: Café de artistas y otros cuentos 7.Mariano José de Larra: Vuelva usted mañana y otros artículos 8.Molière: El Enfermo Imaginario / El médico a palos 9.Pío Baroja: La busca 10.José María Mascaró Porcar: El médico aconseja 11.William Shakespeare: Hamlet 12.Jonathan Swift: Viajes de Gulliver 13.Enrique Jardiel Poncela: Eloísa está debajo de un almendro 14.Francisco de Quevedo: La Vida del Buscón llamado don Pablos 15.Goethe: Werther 16.Antonio Machado: Antología poética 17.Miguel Delibes: La hoja roja 18.Colin Roman: Secretos del Cosmos 19.Julio Verne: Escuela de Robinsones 20.Miguel de Cervantes: El licenciado Vidriera y otras novelas ejemplares 21.Carlos Arniches: La Señorita de Trevélez / Es mi hombre 22.Benito Pérez Galdós: Trafalgar 23.Daniel Defoe: Robinson Crusoe 24.Ramón María del Valle-Inclán: Sonata de primavera
Eliminar25.Luís Pericot García y Juan Maluquer: La humanidad prehistórica 26.Dámaso Alonso: Cancionero y romancero español 27.Robert Louis Stevenson: La isla del tesoro 28.John Dennis Carthy: La conducta de los animales 29.Josep Pla: Un viaje frustrado / Contrabando 30.Guillermo Díaz-Plaja: España en su literatura 31.J.M. Sánchez Silva: Marcelino pan y vino y otras narraciones 32.Lope de Vega: Fuente Ovejuna / El caballero de Olmedo 33.Luis Miravitlles: Visado para el futuro 34.Lev Tolstoi: La Muerte de Iván Ilich / El diablo / El padre Sergio 35.Sófocles: Áyax / Antígona / Edipo Rey 36.Luis Antonio de Vega: Viaje por la cocína española 37.Honoré de Balzac: Un asunto tenebroso 38.Clarín: Doña Berta y otros relatos 39.Ugolino Brunforte: Las florecillas de San Francisco 40.Pedro Calderón de la Barca: La vida es sueño / El alcalde de Zalamea 41.José Luis Pinillos: La mente humana 42.Mark Twain: Las aventuras de Tom Sawyer 43.Wenceslao Fernández Flórez: Volvoreta 44.Anton Chekhov: Narraciones 45.Ignacio Aldecoa: La tierra de nadie y otros relatos 46.Varios autores: Humor gráfico español del siglo XX 47.Ana María Matute: Algunos muchachos y otros cuentos 48.Jacinto Benavente: Los intereses creados 49.Martín de Riquer: Aproximación al Quijote
EliminarNo creas, no descarto hablar de esos asuntos que nos incomodan, pero intento hacerlo con cuentagotas...
EliminarCoincido contigo. Pío Baroja es magnífico, me siento cómodo con él, todo lo contrario que con esos asuntos a los que nos referimos, aunque sea irregular en algunas de sus obras, a veces se me enrolla más de la cuenta...
Un abrazo.
También yo compré la colección, colección que incluía a El Perich, y que me hizo reír un rato.
ResponderEliminarEste título lo tenía olvidado, Gran Uribe, lo tendré que volver a releer, seguro que le saco más tajada ahora que cuando lo hice por primera vez.
Hay una portada, la última a mano izquierda, que me recuerda la mano de Nonell.
Gracias por traer el libro a colación.
Un abrazo
50.Miguel Ángel Asturias: Leyendas de Guatemala 51.José María García Escudero: Vamos a hablar de cine 52.Charles Dickens: Canción de Navidad / El grillo del hogar 53.Gustavo Adolfo Bécquer: Antología 54.Antonio Díaz Cañabate: Paseíllo por el planeta de los toros 55.Oscar Wilde: El retrato de Dorian Gray 56.Varios autores: Cuentos rusos. Antología 57.Jaime Vicens Vives: Aproximación 59.Ramón Gómez de la Serna: El caballero del hongo gris 60.Luis Rosales: Poesía española del Siglo de Oro 61.Herman Melville: Benito Cereno 62.Juan Valera: Juanita la Larga 63.Varios autores: Usted también puede hacerlo 64.Arturo Uslar Pietri: Las lanzas coloradas 65.Anónimo / Luis Vélez de Guevara: El lazarillo de Tormes / El diablo cojuelo 66.Juan Carlos Onetti: El astillero 67.Manuel Valls: Aproximación a la música 68.Arthur Conan Doyle: El perro de los Baskerville 69.Gabriel Miró: Años y leguas 70.Anónimo: Las mil y una noches 71.Joan Vilà i Valentí y Horacio Capel: Campo y ciudad en la geografía española 72.Plutarco: Alejandro y César 73.Rafael Sánchez Ferlosio: Alfanhui 74.Agustín Yáñez: Las tierras flacas
Eliminar75.Fernando de Rojas: La Celestina 76.Azorín: Tiempos y cosas 77.Ramón J. Sender: El bandido adolescente 78.George Orwell: 1984 79.Arthur C. Clarke: 2001 Una odisea espacial 80.Joan Maragall: Elogio de la palabra y otros artículos 81.Heinrich Heine: Noches florentinas / Memorias del señor de Schnabelewopski 82.Varios autores: La conquista de la Tierra 83.Eduardo Mallea: El vínculo 84.José María Pemán: Signo y viento de la hora 85.Anónimo: Poema del Mío Cid 86.José A. Ramírez: El Derecho llama a tu puerta 87.Mario Vargas Llosa: Los cachorros / Día domingo / El desafío 88.François Mauriac: El desierto del amor 89.Otto de Habsburgo: Nuestro mundo en marcha 90.Álvaro Cunqueiro: Las crónicas del Sochantre 91.Jorge Luis Borges: Narraciones 92.Enrique Moreno Báez: Antología de la poesía española contemporánea 93.José Cadalso: Cartas marruecas 94.Julio Cortázar: La isla a mediodía y otros relatos 95.Luigi Pirandello: El difunto Matías Pascal 96.Jesús Fernández Santos: Los bravos 97.Dashiell Hammett: La maldición de los Dain 98.Madame de La Fayette: La princesa de Clèves 99.Ernesto Giménez Caballero: Junto a la tumba de Larra 100.Enrique LafunteFerrari: Historia de la pintura española
EliminarSí Miquel, sí que recuerda a Nonell la portada de la izquierda. Está tomada de un grabado que realizó Ricardo Baroja, hermano de Pío Baroja, que era un buen dibujante, grabador y pintor. Creo que también novelista, aunque no he leído nada de él.
EliminarUn abrazo.
[video]https://youtu.be/ihgboLF9Xng?si=JhXCH7NAIzgzUkp7[/video]
Tengo que leer ese libro. Un beso
ResponderEliminarYo los estoy releyendo todos. Me gusta como escribe. ¡Quién pudiera hacerlo como él! Besos.
EliminarReleí hace un par de años la trilogía de La lucha por la vida, recuperando el sabor del auténtico Baroja del que he leído bastantes obras suyas. Tengo la colección completa del Círculo de lectores y cuando quiero recuperar el gusto por la lectura, vuelvo siempre a él. Una recomendación de una obra bastante desconocida: El escuadrón del brigante. Merece la pena. Saludos.
ResponderEliminarComo me fío de tu criterio y no tengo ese libro, acabo de comprarlo por Amazon y me llega pasado mañana. ¡Gracias por la recomendación!
EliminarSaludos.
jajaja Pues mucho me temo que yo no he podido aguantar mi.. ¿ cómo llamarlo? alucine? cabreo? indignación? un poco de todo y mucho me temo que en cuanto lo termine, porque me he puesto hace un ratito os martirizaré con mi particular repaso al encantado de haberse conocido ; ) Así que ya que tu entrada me da el pie, te pido perdón por ello... He leído este estupendo párrafo de Pío Baroja, es verdad que es uno de esos eternos incomprendidos, con esa imagen de solitario y huraño, no he leído ninguna obra suya entera, he leído trocitos, me temo que es lo que hago con muchos autores por falta de tiempo, empiezo y por H o por B no consigo terminar, no por culpa de la obra, siempre de mi vida que no me deja el tiempo necesario para disfrutar de la lectura como Dios manda, a ver si cuando me jubile y aun falta, si es que llego jajaja ¡lo consigo! Me gusta esta meticulosa descripción que va haciendo a medida que entra en el portalñ de esta casa jaja la portera cañón.. esas escaleras malolientes y todos los personajes que describe, totalmente costumbrista, como si fueras escondida en le bolsillo de su abrigo.. muchas graaacias, a lo mejor si me pones sus novelas por fascículos en tu blog consigo terminarlas.. muy grande Baroja! Muchas gracias y un abrazo fuerte.. subo a ver al difunto Paul : )
ResponderEliminarPD
Vaaaaya trabajazo copiar todas las obras de esa colección, como si fuera el escaparate de una confitería todo es rico : )
Caramba, María, soy un pringado, sí, pero no tanto como para ponerme a copiar los cien títulos de la colección RTV-Salvat. Los he obtenido de Wikipedia y... "copiar y pegar".
Eliminarhttps://es.wikipedia.org/wiki/Biblioteca_B%C3%A1sica_Salvat
Yo estoy un poco mosqueado con el "encantado de conocerse". Como le digo a Miquel en otra parte, no sé cómo alguien se tragó que dimitía. Cinco días no de reflexión, no, sino una coartada para convertir ese teatrillo en un acto de adhesión a su persona a la manera del antiguo Régimen. Y además, los autobuses fletados, cual si de la plaza de Oriente se tratara. Me da mucha pena, porque para mí el PSOE siempre fue, hasta hace unos años (con el"procés") un referente fiable. ¡Ah! "la democracia buena soy yo" (y todos mis pelotas). La mala es la de los de la fachosfera. Y, asumiendo el lenguaje de Podemos, un partido al que ha contribuido a exterminar pero ahora quiere heredar a sus votantes, va y suelta: "los de abajo, estamos ante los poderorosos de este país", como clamaba hoy en un mitin electoral en Barcelona. Un fiasco. Me deprime esto.
Un abrazo fuerte.