martes, 23 de abril de 2024

Los pueblos de colonización del franquismo (y II)

Miraelrío, Jaén (1964). Jesús Fernández del Amo
La situación de los pueblos se regía por el "modulo carro" (equivalente a unos tres kilómetros), que era el que determinaba la distancia máxima que debía haber entre las casas de los colonos o el centro cívico y las parcelas a cultivar. O sea, un tiempo de traslado en carro de unos cuarenta y cinco minutos.

En lo urbanístico, no crean, no todos los pueblos de colonización tenían planta rectangular. Hubo cierta variedad de diseños, según el terreno escogido para el pueblo y el entorno. Los había también casi en círculo, en forma de sector circular, etc. Y en lo propiamente arquitectónico, los resultados fueron interesantes, a pesar de que tenían que ser actuaciones de bajo costo, por razones obvias. La ubicación de cada lugar la decidían los ingenieros agrónomos del Instituto Nacional de Colonización (INC) y los proyectos los realizaron funcionarios adscritos al INC y otros contratados (había faena).
Esquivel. Alejandro de la Sota, arquitecto (1945-1953)
Entrerríos (Badajoz). Alejandro de la Sota, arquitecto (1956)
Algallarín (Córdoba). Carlos Arniches, arquitecto  (1954)
Intervinieron buenos arquitectos, afiliados a las vanguardias, tales como José Luis Fernández del Amo, funcionario del Ministerio de Agricultura, que contactó con otros externos al INC, como Alejandro de la Sota, Carlos Arniches (hijo del autor de teatro), Antonio Fernández Alba entre otros. Ellos realizaron los proyectos urbanísticos de cada poblado y el diseño de los espacios públicos, del centro cívico, la escuela, la casa del médico, la iglesia y las casas de los colonos y obreros. 

Solo dos muestras, para no aburrir al personal (en los libros que señalamos al final hay muchas más):

José Luis Fernández del Amo (1914-1995) y otros colegas que diseñaron pueblos para el INC eran profesionales jóvenes, firmemente comprometidos con la arquitectura contemporánea. Pero, ojo al dato, también partidarios de la construcción vernácula, y así lo acreditaron en sus proyectos, que siempre fueron sencillos, tenían un coste reducido y se realizaron con materiales tradicionales. 
Pueblos diseñados por Fernández del Amo
Miraelrío (1964). José Luis Fernández del Amo
Pueblos diseñados por Fernández del Amo
Algunos de esos pueblos salen en las imágenes de los paneles. Quizá el más conocido de los diseñados por Fernández del Amo sea el de Vegaviana, Nació de la nada en Extremadura y sorprendió en su momento al mundo de la arquitectura. Un lugar donde las casas rodeaban las encinas preexistentes. Como los terrenos circundantes se habían allanado para convertirlos en campos de cultivo, la única vegetación natural que quedaba era, precisamente, la del propio pueblo. 

Y es el más conocido, en parte, gracias a los reportajes fotográficos que realizó Joaquin del Palacio, "Kindel", un gran fotógrafo, que han sido muy divulgados. Algunas imágenes nos lo ilustran.

Vista aérea de Vegaviana (1954). José Luis Fernández del Amo, arquitecto
Vegaviana. Fotografía de Kindel
Vegaviana. Fotografía de Kindel
Vegaviana. Fotografía de Kindel
Vegaviana. Fotografía de Kindel

Sello de Correos, con motivo de los "Veinticinco años de paz"
Franco no perdía ocasión de ponerse medallas, por si no tuviera ya bastantes como "Invicto Caudillo". Con motivo de aquella conmemoración de 1964, que el Régimen tituló "Veinticinco años de paz", se publicó un sello de correos que G.U. recuerda porque su padre era coleccionista. Aquí tienen una de las imágenes adoptadas con tal motivo. ¡El pueblo de Vegaviana!
El Realengo. José Luis Fernández del Amo. Fotografía de Kindel
Portada de Los pueblos de colonización. Miguel Centellas Soler
Todo esto lo explica muy bien el libro de Miguel Centellas, un especialista en el tema. Pero no solo trabajó Fernández del Amo. Hubo otros jóvenes arquitectos, como los antes citados, que encontraron gracias a esos encagos trabajo y un magnífico medio de expresión de sus ideas.
Esquivel. Alejandro de la Sota. Fotografía de Kindel

Gévora. Carlos Arniches
Además, dado que Fernández del Amo era, a la sazón, director del Museo de Arte Contemporáneo de Madrid recién inaugurado, consiguió que colaboraran buenos artistas abstractos (algunos del grupo El Paso) en la realización de mosaicos y vidrieras para las iglesias, lugares de culto que siempre tuvieron un diseño muy estudiado. Seguramente Franco tenía interés en que en esos poblados la gente fuera a misa, aunque los párrocos y los propios colonos tardaron en asimilar toda esa estética...
Iglesias en pueblos de colonización
Iglesia de Villalba de Calatrava. José Luis Fernández del Amo. Mural de Hernández Mompó
Fotografía: Sofía Moro
Trencadís del sagrario de la iglesia de Vegaviana, obra de José Luis Sánchez y Jacqueline Canivet.
Fotografía: Jorge Armestar
El caso es que los artistas que colaboraron, muchos de ellos ateos, se tomaron esos encargos como "alimenticios", una manera de ir tirando económicamente y así poder mantenerse practicando el arte que deseaban. No podían excederse, y por eso los resultados son convencionales en muchos casos. Manolo Millares se ve que se debió de pasar un pelín en la iglesia de Algallarín, valga el pareado; al obispo de Córdoba no le gustó nada su obra, por la que mostró un gran desprecio, y obligó a destruirla.

Vidrieras diversas en pueblos de colonización
Vidrieras diversas en pueblos de colonización
Las iglesias y otros edificios representativos se han mantenido relativamente bien, respecto al diseño original. Los dos de las fotos inferiores siguen casi igual, pero con el tiempo las actuaciones realizadas por los propietarios en las viviendas las han dejado muy desvirtuadas, al cambiar los usuarios las cubiertas, la posición de las ventanas, edificarse en los patios, alicatado de los muros con rajolas, etc.
Ayuntamiento de Vegaviana. Fernández del Amo. Fotografía de Kindel
Iglesia de El Realengo. Fernández del Amo. Fotografía de Kindel
En fin, solo nos queda referirnos a dos libros: «Habitar el Agua» y «Pueblos de Colonización: Miradas a un paisaje inventado», ambos de Ana Amado y Andrés Patiño. Reflejan con fotos muy buenas, además de interesantes textos y muchos planos de la época, la génesis y el estado actual de esos lugares.

Aquí tienen dos libros para regalarse en el Día del Libro. Recomendables para interesados en el tema.

10 comentarios:

  1. Que bueno.
    No sabía la mayoría de las cosas que insertas. Tampoco lo de Millares.
    Que curioso el pueblo de Entrerrios, circular.
    Gracias

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    1. El de Esquivel parece un trozo de tarta, pero tendrá su porqué.

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    2. Manolo Millares estuvo trabajando en el templo del pueblo de Algallarín dos meses, realizando unos murales. El entonces Obispo de Córdoba Fray Albino recorrió el nuevo pueblo con otras personalidades. Tras visitar el interior de las viviendas y de las dependencias municipales, el Obispo entró en el templo y rechazó con olímpico desprecio las pinturas de Manolo Millares. El Obispo, al llegar a Córdoba, se puso inmediatamente en contacto con el Ingeniero Jefe de la Delegación del INC en Córdoba y las pinturas fueron destruidas.
      Un abrazo

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    3. ¡Capullo!...ignorante.
      Gracias por la explicación
      Salut

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  2. Manolo
    Miralles,
    el de
    mi tierra?

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  3. Sí, Manolo Millares era de las Palmas de Gran Canaria. Falleció en 1972. Esta es la iglesia del pueblo de colonización de Algallarín (Córdoba), del arquitecto Carlos Arniches. De ella hizo destruir el obispo el mural de Millares. Ahora está así:
    [img]https://www.eldiadecordoba.es/2019/10/26/provincia/Primera-Jornada-Convivencia-Algallarin_1404170218_111764301_667x375.jpg[/img]
    He aquí el pueblo:
    [img]https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/f/f1/Ayuntamiento_de_Algallar%C3%ADn.jpg/800px-Ayuntamiento_de_Algallar%C3%ADn.jpg [/img]

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  4. Gran entrada una vez más. Hacer un pueblo entero tiene que ser el proyecto total para un arquitecto, por lo cual, si éste es bueno, deja una obra digna de ser conocida. Desde que supe su existencia, hará un cuarto de siglo, he intentado visitar aquellos pueblos de colonización que quedaban cerca de mis periodos vacacionales o en los trayectos de ida y vuelta. Así he estado en Cañada de Agra, El Realengo, Albatera, Bróvales o Vegaviana, todos ellos de Fernández del Campo, al que, al menos, en Vegaviana le han puesto una plaza. La blancura mediterránea, la conjunción ayuntamiento, iglesia, plaza, escuela, los arcos en los edificios principales, rectas y elipses, hacen, a poco que tengas algo de sensibilidad arquitectónica, que sean un placer dichas visitas, aunque siempre sufro algo con mutilaciones e intervenciones poco afortunadas de quien no sabe qué se tiene entre manos. Simultáneamente, de gran importancia sociológica resulta la experiencia vital de quienes ocuparon aquellas viviendas con mucha ilusión, no siempre convertida en éxito a pesar del enorme trabajo con el que muchos regaron las tierras ofertadas.
    Además, resulta ineludible recordar la experiencia repobladora propiciada por Carlos III y sus ministros ilustrados con pueblos como Guarromán, la Carlota o la Carolina, por citar algunos de los que he visitado con idéntico interés.
    Acabo diciendo que, si además, tienes gusto por la fotografía, en esos sitios te hinchas a hacer fotos.
    Mateo.

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    1. ¡Gracias! Ya me habías comentado algo de esas visitas. Solo he tenido el gusto de ver dos de los pueblos que citas y algun otro, aunque es un tema que siempre me ha interesado mucho. Sabe mal, eso sí, ver las mutilaciones y añadidos desafortunados, pero qué se le va a hacer. Nos conformaremos con las fotografías de cómo eran. Yo no tengo a mano ninguna hecha por mí. Realmente, ¡fue una oportunidad para esos arquitectos desarrollar tal tipo de proyectos!
      En cuanto a los pueblos que citas (Guarromán, la Carlota o la Carolina), no conozco ninguno, pero me pondré las pilas.
      Un saludo.

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  5. Muy interesante. Precisamente, leo que aquí en Madrid hay estos días una exposición en el Museo ICO titulada "Pueblos de colonización: Miradas a un paisaje inventado", que lleva el mismo título que uno de los libros que citas. Supongo que se trata del catálogo de la exposición o algo así. No he ido, pero iré en cuanto pueda. Se me ha despertado la curiosidad.
    ¡Muchas gracias!
    F.G.

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    1. Pues sí, tenía noticia de esa exposición que citas. No sabes cuánto me gustaría poder verla, así como la dedicada a Isabel Quintanilla, pero creo que no va a poder ser. Las circunstancias mandan.
      Muchas gracias a ti por la visita. No dejes de ir a esas exposiciones, tú que las tienes cerca...

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