lunes, 15 de abril de 2024

Paseo por la Rambla de Catalunya (y ¡Enric Sagnier!)

Este es el breve relato de lo que G.U. hizo anteayer por la mañana. Deseoso de salir de su —como se llama ahora— "zona de confort", tomó la decisión de plantarse en Paseo de Gacia-Diagonal y, a partir de allí, ir bajando. Al fondo, la Pedrera. Centenares de sujetos en lontananza, hacen cambiar el rumbo.
Unas fotos a las chimeneas de Gaudí, tomadas con el teleobjetivo, nos anticipan el cambio de dirección.
Nos vamos por el pasaje de la Concepción hacia Rambla de Cataluña, donde aspiramos a encontrar menos turistas y menos tiendas de "alto standing". No sabemos lo que nos espera, porque no somos habituales de esta zona. Pero, a mano izquierda, qué bendita casualidad, nos aparece un edificio de nuestro admirado Enric Sagnier. Vamos a verlo.
¡Albricias! Aquí lo tenemos. Enric Sagnier dotó, a finales del S. XIX y primeros años del XX, de más de trescientos edificios en la parte baja, el Ensanche y los barrios altos de Barcelona. Iglesias, proyectos para entidades públicas y privadas, colegios, casas de vecinos, viviendas unifamiliares, ¡uf!, muchas obras. Y lo primero que nos encontramos al llegar a la Rambla de Catalunya es la casa donde tenía su despacho y donde vivió. Un detalle no menor: rápidamente observamos que no tiene "remonta" alguna (para quien no sepa qué es eso, hablamos luego). 
Como no era ni Gaudí, ni Domènech i Montaner, ni Puig i Cadafalch, ni frecuentó el modernismo "pata negra", y, en cambio, practicó una arquitectua mesurada y ecléctica, fue ninguneado durante años. Muchos de los edificios que proyectó los derribaron, sustituidos por obras de Núñez y Navarro y otras constructoras de semejante perfil. Hoy, pensamos que eso no se hubiera podido hacer así, a la brava.

En la planta primera estaba su despacho y él vivía en los pisos superiores. Se ha mantenido su casa sin la habitual "remonta" antes citada y de la que hablaremos después. Muchos otros se han "remontado".
El tiempo no pasa en balde. Ahora lo ha comprado otra familia y ha puesto hotel, bar y restaurante. En este momento estamos en la puerta de acceso. Aquí hacen alarde del año en que se construyó el inmueble. Naturalmente, la distribución original del edificio ha desaparecido. No sabemos si éste fue víctima de un "vaciado", esa práctica que solo respeta la fachada, tan habitual por estos lares. Es de suponer que sí, ya que el edificio no fue diseñado para tal función.
Entramos dentro del "Hotel Sagnier". El leit motiv es la figura de ese gran arquitecto. Tienen en recepción un libro de tropecientos quilos sobre su obra. Vamos a la derecha y, en el comedor, nos encontramos con un busto del personaje, cedido por la familia, y una reproducción de una obra que entusiasmaba a nuestro hombre: "La rendición de Breda". No tiene mala pinta el asunto.

Nos gustaría quedarnos a comer aquí, pero... "avui no toca". También soñábamos con pasar un fin de semana en el hotel, cual turistas de "alto standing", aunque los precios nos disuaden con rapidez.
El bar, llamado "Café de l´Arquitecte", está muy agradable. Dan ganas de pasar allí un rato. Numerosos detalles nos remiten a Enric Sagnier, entre otros este mural con fotografías alusivas a él y su obra.
Pero el tiempo corre, y salimos otra vez a la Rambla de Catalunya. Aquí tenemos una vista de la calle, con la escultura de Llimona en la esquina y el mirador donde estaba situado el despacho del arquitecto, quién sabe si ahora suite de algún enriquecido sujeto.
Pero... ¡oh, decepción! La carpintería de ese mirador ha sido penosamente sustituida por algo más actual, más "sostenible". Una fotografía del libro "Ruta Sagnier" nos delata cómo era antes.
Como aún había tiempo —y Enric Sagnier es un arquitecto que nos gusta— bajamos unos metros, hasta encontrarnos con la casa Ferran Cortés. Es la más sencilla de las que hay por esa zona, muchas de la misma época, principios del XX, muy hermosas pero, en general, llenas de detalles prescindibles, tal vez fruto de los ampulosos deseos de una burquesía emergente (enriquecida por las colonias, la industria textil, el tráfico de esclavos, etc.) que quería "sacar pecho". Pero, ojo, no es el tema de hoy. El caso es que es la única que pervive de las tres que construyó Sagnier allí para los hermanos Cortés.

Bueno, ya lo están viendo. El edificio sufre una de esas "remontas" —aunque no la más salvaje ni muchísimo menos— que promocionó el alcalde franquista Pocioles. Cuando G.U. estudiaba, el profesor Bassegoda, un tipo viajado, decía que Barcelona era la única ciudal del mundo en la que los edificios, una vez acabados, seguían creciendo. Y G.U. nos chiva que hoy en día otras ciudades han copiado el modelo, con creces. Durante muchos años, se dio permiso para subir un par de plantas a los edificios, rompiendo su estética original y densificando el Ensanche. En este caso, con el aumento de altura se cargaron el coronamiento ondulado que tenía. Una pena.
Detalles de la fachada. En el portal, dos mujeres, una joven y quizá su madre, enmarcan la entrada y soportan la tribuna. Y, más arriba, luces y sombras de los balcones curvilíneos en torno a la galería.
Se está haciendo tarde, hace mucho calor y las numerosas terrazas del paseo central están tomadas por turistas. Ya volveremos por esta Rambla y aledaños, donde nos esperan otras obras de nuestro arquitecto de cabecera, sin el cual no se entendería mucho de la arquitectura de esta ciudad.

Una imagen nos impacta siempre a los amantes del cine y nostálgicos de la ciudad que amábamos. Nos gusta que "MANGO" venda pantalones que no requieren que los toquetee sastre alguno: siempre caen bien, sin necesidad de modistas que los alarguen o acorten, un coñazo. Cierto. Pero...
Pero... cuando vemos en el móvil esas imágenes de la Rambla de Catalunya con el extinto y mítico "CINE ALEXANDRA"  y su pequeño delfín "ALEXIS", donde vimos tantas películas cuando éramos más jóvenes, nos da un "no sé qué" que nos hace volver a casa con cierta melancolía por los cines perdidos.

[Las fotografías son de granuribe50, salvo las del "Café de l´Arquitecte", las antiguas fachadas de la "Casa Sagnier" y de la "Casa Ferran Cortés" y la vista del Alexandra. Fueron tomadas el 13/4/2024]

14 comentarios:

  1. Buen apunte y anoto para ir a tomar algo al hotel Sagnier cuando vuelva a Barcelona. Casi seguro que me gana Puigdemont en esta carrera. A lo que íbamos, que nos perdemos: Sagnier me parece un muy buen arquitecto, enmarcado en su tiempo y cuya obra yo calificaría de "elegante". Tendré que hacer una selección de unos 15 edificios, más bien céntricos para hacer mi propia ruta Sagnier. Creo que tres o cuatro ya los tengo fotografiados de mis viajes anteriores. Y una cosa que pasa es que, generalmente, la mayoría de los edificios los vemos por fuera, cuando escaleras, pasamanos, enlucidos, por no hablar de la distribución interior, etc. nos son ocultados por las propias paredes exteriores del edificio. Pero todo no puede ser.
    Mateo.

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    1. Sí, ya me comentaste algo sobre Sagnier, incluso sobre la iglesia de Castelldefels. Suele practicar una especie de modernismo "elegante", tal como lo calificas.
      Esa zona es bastante paseable; no tiene las glamurosas tiendas del paseo de Gracia, y eso hace que por aquí deambulen más lugareños.

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  2. Vaya, te distes cuenta del interés turístico de nuestra bella ciudad,este fin de semana imposible pasar con bici.No entro en los edificios,pero disfruto de su contemplación (que es lo mio),en mi recorrido, me siento en un banco y se pasa el tiempo ,disfrutando.
    Espero seguir viendo las fotos,como prometes.
    Saludos

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    1. Cuando salgo por ahí y veo cosas de interés, procuro ponerlas. Así me sirve a mí mismo como recuerdo. Esa parte de Barcelona está con mucho turisteo, sea el día de la semana que sea. Saludos.

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  3. No he entrado nunca al Sagnier, pero me iré a tomar un café allí, prometido.
    Muy buen reportaje porque me has hecho ver cosas que se me habían pasado desapercibidas y otras que desconocía.
    Un abrazo

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    1. ¡Gracias! Ya me contarás. Aquello estaba lleno, no sé si por ser sábado o por qué. Me hubiera gustado asomarme más a la recepción del hotel, para ver si se mantenía la escalera original (Sagnier resolvía bien los vestibulos, como el de la casa Garriga Nogués —antigua Fundación Godia—, por ejemplo), pero me dio apuro meterme a husmear.
      Saludos.

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  4. Admiro la obra de Enric Sagnier y celebro que su figura no se haya comercializado tanto como la de otros modernistas. Creo sin embargo, que pronto intentarán sacar partido de Sagnier, lo comercial siempre busca "rutas" propicias.
    Sagnier y Puig i Cadafalch eran casi vecinos, el primero ahí en Rambla Catalunya-Pasaje de la Concepción y el segundo en Provença-Rambla Catalunya. Es un entorno que suelo frecuentar, en él viven algunos amigos con los que me veo a menudo. Merece la pena ver los magníficos edificios de esta zona.
    Salud.

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    1. Será como tu dices. Las figuras de Gaudí y otros ya están superexplotadas; se trata de buscar nuevas vías de negocio. Ahora les está empezando a dar por Sagnier, aunque da menos de sí, claro.
      No sabía que Puig i Cadafalch viviera por allí cerca. Es una zona que no frecuento y tiene muchos edificios muy buenos, aunque no siempre me resulta fácil localizar al arquitecto que los diseñó.
      Saludos.

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  5. Me ha gustado la ruta Sagnier, arquitecto que desconocía, pero su modestia le protege de la tribu turística que me ha hecho "odiar" a Gaudí. Recuerdo al Gaudí íntimo de los años ochenta en que Barcelona no era reclamo gregario-internacional de turismo masivo. Algún día me pasaré por el hotel Sagnier, prometido. En cuanto al cine Alexandra, fui bastantes veces, y es una pena que esa Barcelona con sabor auténtico se haya convertido en bastante gris y previsible, a la vez que masificada, pero les pasa a todas las grandes ciudades europeas. Saludos.

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    1. Cuando estudiaba arquitectura, allá por los años setenta, Gaudí estaba bastante olvidado. Solo se ocupaba de él el profesor Bassegoda, y todo el mundo lo tenía por un chiflado franquista. Uno podía plantarse horas y horas delante de la casa Batlló y no venía ni dios a verla. Y ahora, si uno se acerca, ya puede agarrar bien el bolso y abrirse paso a empujones. En cuanto al cine Alexandra, formaba parte del listado de cines que frecuentaba: Alexis, Arcadia, Arkadín, Atenas, qué sé yo, todos de esos que se llamaban de "Arte y Ensayo", en los que echaban unas películas ininteligibles. Y pobre de ti que abrieras un caramelito, porque los vecinos de asiento te hacían callar, no siempre de buenas maneras.
      Saludos.

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  6. Elegancia! es el adjetivo que me sugiere este edificio de Sagnier, a quien como otros muchísimos no conocía. Elegancia y gusto por el detalle, porque cada esquinita, tiene su remate, incluso esas hornacinas tan inspiradas en lo religioso. Lo que no me explico es cómo han destruido esa, creo que se les llamaba tribuna, al balcón cerrado y cubierto, donde creo comentas tenía su despacho, supongo como dices, que la habrán convertido en una suit, sin embargo, el remate de la parte superior del edificio es mucho más vistoso ahora, que en origen.. Por cierto, como ya sabes que soy muy curiosa, he buscado la página del hotel ... AQUÍ, te la dejo , sin duda, tiene una pinta buenísima. Más que nada, para que lo tengas a mano, por si un día ves a Doña Perpetua un poco mustia, puedas reservar un finde para los dos, verás cómo le cambia la cara ; ) Un abrazo muy fuerte y mil gracias por el paseo, como si de verdad hubiéramos caminado a tu lado : )

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    1. ¡Gracias por el enlace! Sagnier fue un gran arquitecto, que solucionaba con profesionalidad y buen gusto cualquier encargo. Tuvo tantos, además de porque los resolvía bien, porque estaba muy bien relacionado entre la aristocracia, la burguesía y el clero, que eran los que cortaban el bacalao, nada nuevo por otra parte.
      El hotel tiene muy buena pinta, está bien restaurada la fachada (salvo la galería, que no me gusta nada) y lo poco que vi del interior es agradable, pero lo que no tiene tan buena pinta para mi bolsillo son los 450 euros por noche...
      Un abrazo fuerte.

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