lunes, 25 de octubre de 2021

Un modesto homenaje a Picasso

Hoy, aprovechando que se cumplen ciento cuarenta años de su nacimiento, hablaremos un poco de Pablo Picasso (1881-1973). En plan sencillito, porque no diremos nada nuevo, dirigido a gente no experta en el asunto (G.U. tampoco lo es).

Ignoremos por hoy su etapa centrada en Barcelona, muy conocida (Quatre gats, "Período azul", etc.). Puede que algún día nos dediquemos a ella, pero avui no toca. Hoy empezamos con su asentamiento definitivo en la llamada "ciudad del amor", ya que hasta entonces había estado en ella solo a temporadas. En efecto, Picasso se trasladó a vivir a París en 1904, en el barrio de Montmartre. En aquella época, todo artista que aspiraba a "ser alguien" se acababa instalando allí. 

En esa ciudad frecuentó variados círculos artísticos, los cabarets y también... el circo Medrano, muy cerca de su estudio. Allí se inspiró para algunas de sus obras, dentro del que se ha dado en llamar "Período rosa". Quizá la más popular sea La familia de saltimbanquis (1905), que ustedes conocerán (no vamos a decir nada que no se sepa).

Pablo Picasso, La familia de saltimbanquis (1905), Galería Nacional de Arte (Washington)


Sigamos adelante. Como dijimos el otro día, Cézanne murió en 1906 y ese mismo año se celebró en París una gran exposición retrospectiva suya, que tuvo gran aceptación. No hay como morirse... El hombre pintó muchos retratos durante su vida y, en concreto, el de Madame Cézanne (Hortense Fiquet) lo hizo veintinueve veces. Esta es una de ellas.

El caso es que ningún artista quedó tan impresionado por aquella exposición de Cézanne como Pablo Picasso, aunque éste ya había visto algún cuadro suyo en la casa de Gertrude Stein, una millonaria, intelectual, pionera de la literatura LGTB, mecenas y coleccionista de arte que tuvo una importancia enorme para el desarrollo del arte de vanguardia. Ella vivía en la 27 Rue du Fleurus y allí organizaba tertulias y cenas, a las que solían acudir de gorra muchos otros pintores, como Matisse, Derain, Braque, etc. Picasso pintó el retrato que ven de la propia Gertrude Stein a lo largo de no menos de ¡cincuenta sesiones! Se ve que por aquella época nuestro hombre todavía trabajaba despacio. El resultado se dice que no agradó a su mecenas, Gertrude, pero ella se lo tuvo que tragar, porque veía en Picasso a un tipo con futuro.  

También por entonces empezaron a circular por París, y se pusieron muy de moda, diferentes máscaras elaboradas por tribus de África Occidental, donde Francia tenía muchas posesiones (que expoliaban a saco); a Picasso le encantaban.

Paul Cézanne (1894), Retrato de Madame Cézanne (Chicago Art Institute)
 Máscara de África Occidental, Museo Rietberg, Zurich
 Picasso (1907), Retrato de Gertrude Stein (Museo Metropolitano, Nueva York)
Pues bien, se dice que en el arte de Cézanne y en las máscaras africanas, pero también en los rostros de las vírgenes románicas, ya late lo que llaman el "protocubismo", que Picasso explotará para cambiar el rumbo del arte moderno.


Los dos autorretratos de Picasso que siguen a continuación datan de 1907, un año clave, y están separados por unos pocos meses. La evolución entre uno y otro es muy grande, a pesar de ser dos pinturas prácticamente coetáneas, pero ambos tienen algo del que le había hecho poco antes a Gertrude Stein. La verdad es que Picasso cambiaba el chip con enorme facilidad, evolucionaba rápido y nunca se afilió a una única manera de pintar. Les pasa a muchos artistas.  

Pablo Picasso, Autorretrato con paleta (Philadelfia Museum of Art)  Autorretrato (Galería Nacional, Praga)(1907)

Y lo siguiente que pintó, muy similar y también en 1907, fue Les demoiselles d´Avignon, las de la viñeta de ayer de JM Nieto; un grupo de prostitutas en un burdel. El cuadro causó un gran revuelo, pero no por su temática, ya tratada por los impresionistas y por Toulouse-Lautrec, sino por la distorsión y fragmentación de las figuras y del espacio, que nos lo presenta aplanado, sin perspectiva alguna, ni lineal ni aérea. En esa obra, quizá sin saberlo el mismo Picasso, estaba destrozando las bases del arte moderno y, en cierto modo, inaugurando una nueva época. Acababa de nacer el cubismo. 

Pablo Picasso, Les demoiselles d´Avignon (1907), Museum of Modern Art, Nueva York

Un par de años después, él y su rival (y sin embargo amigo) Georges Braque, un poco hartos de París, marchan de vacaciones a lugares diferentes, uno a Horta d´Ebre y el otro a L´Estaque, cerca de Marsella, donde Cézanne había pintado paisajes muy buenos. A su vuelta, comprueban con sorpresa que han hecho cosas parecidas. El cubismo ya marcha a toda pastilla y una legión de epígonos los seguirán después, como Juan Gris, un pintor que nos encanta.
Picasso, Casas en una colina de Horta d´Ebre (1909), Museum of Modern Art (Nueva York)
Georges Braque (1909), Viaducto de L´Estaque, Centro Georges Pompidou (París)


E. H. Gombrich intenta deducir en su La Historia del Arte lo que quizá pensaba Picasso al pintar un cuadro como el que reproducimos a continuación, que es, dentro de su obra cubista, el que quizá más agrada a este modesto bloguero:

Pablo Picasso, Violín y uvas (1912) Museum of Modern Art (Nueva York)
«Seguiremos el ejemplo de Cézanne y elaboraremos el cuadro con nuestros propios temas, tan sólida y permanentemente como podamos. ¿Por qué no ser consecuentes y aceptar el hecho de que nuestro verdadero fin es construir antes que copiar algo? Si pensamos un objeto, pongamos un violín, éste no aparece ante los ojos de nuestra mente tal como sería visto por nuestros ojos corporales. Podemos pensar, y en efecto lo hacemos así, en sus diferentes aspectos al mismo tiempo. [...[ Y esta mezcolanza de imágenes expresa mejor el "verdadero" violín que lo que cualquier instantánea o cuadro minucioso pueda contener».

La espiral, los agujeros de la caja, las clavijas, la curvatura lateral del violín un poco exagerada, la textura de la madera, el arco y las cuerdas por ahí flotantes... A pesar de este amasijo, el cuadro no parece desordenado, al contrario, se nos antoja sólidamente construido y bien compuesto. Muy bien, mejor dicho; pero la cosa tenía un inconveniente: todo esto solo se puede hacer con cosas que puedan resultar familiares al que mira (o compra) el cuadro. Botellas, instrumentos musicales, partituras, fruteros y frutas, letras, papeles encolados, recortes de diario, casas, incluso hasta personas...

Bueno, no les molestaremos más. Esta es la última obra que les hemos presentado hoy de Picasso. No hay ninguna originalidad de G.U. Todo son obras archiconocidas. Pero para él —bastante lego en la materia— todo lo que vino después ya son idas y vueltas, variaciones de lo mismo que había hecho antes, siempre cambiando, eso sí, porque no soportaba estar mucho tiempo seguido haciendo lo mismo. El hombre habría caminos, pero los agotaba rápido.    


Mucha gente detesta a Picasso en su vertiente cubista, dicen que "esto también lo sé hacer yo", lo hemos escuchado muchas veces; también hay quien lo reverencia por esnobismo. Otros, los más, solo aceptan su faceta "clásica", que es muy buena también, aunque más convencional. En fin, cada uno es libre y le gusta lo que le gusta. Pero su obra ahí queda, y muchos siguieron su ruta después. Un homenaje desde aquí a ese tipo que, en palabras de Gertrude Stein, en la Autobiografía de Alice B. Toklas, parecía en aquellos años «un matador seguido por su cuadrilla; un Napoleón seguido de cuatro fornidos granaderos» (se refería a Derain, Braque y algún otro que —según ella— siempre andaban detrás). 

4 comentarios:

  1. Es un libro super interesante, y vale la pena leerlo.
    El prostíbulo de la calle Aviñó es el más famoso de Barcelona. Creo que estaba en el entresuelo del n* 11.
    Un abrazo

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    1. Sí, muy interesante la "Autobiografía de Alice B. Toklas". Te recuerdo que me regalaste tu ejemplar, en una cafetería de las Ramblas, en el período prepandemia. ¡Gracias! En él hay algunas anotaciones tuyas. Le quito el forro que le tenías puesto para que lo veas (en el ordenador o tableta, en el móvil no sale).
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    2. Siii, cierto, fue un día que salía de TdC y fuimos a lo de la cafetería del Escribá. Es un libro muy interesante. La historia de Matisse no tiene desperdicio. Estos "marchantes" siempre tan de cara al negocio.
      Un abrazo

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  2. Muy bien resumido. Aunque lo estudié en el bachillerato no tenía una noción clara de la cronología.
    Muchas gracias
    F.G.

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