Martín Chirino, Mediterránea / Eduardo Chillida, Lugar de encuentros III o La Sirena Varada, recién izada [Museo de Escultura al Aire Libre, Paseo de la Castellana (Madrid)] |
Luego empezó un largo peregrinaje, a lo largo del cual pasó un tiempo en Barcelona, por cierto en un buen lugar (la Fundació Joan Miró, que estaba recién inaugurada). Con la llegada de la democracia, el nuevo alcalde de Madrid solicitó un informe de los ingenieros que habían diseñado el paso elevado, en el que se avalara (de nuevo) que la estructura resistiría, como así fue. El día de 1978 en el que se colgó hubo un gran jolgorio bajo el puente que cruza la Castellana. Fue una cita espontánea: decenas de personas se reunieron para brindar por la muerte de la arbitrariedad de Carnicerito. (Hay que matizar que el susodicho había pedido también en su momento un dictamen, que fue positivo, pero lo debió de tirar a la basura, quizá porque a ese escultor vasco y a esa escultura... no los podía ver ni en pintura)].
Bien, no nos despistemos; hecho este inciso, sigamos con Martín Chirino. Leemos en El Mundo:
Martín Chirino (1925-2019) Fotografía: José Aymá |
Es uno de los nombres clave del arte contemporáneo español y uno de los principales escultores de lo que se denomina la tradición del metal. Chirino, miembro fundacional del Grupo El Paso en 1957 (que fijó en Cuenca su estafeta de cosas nuevas), nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1925 (undécimo de 12 hermanos). De la cultura guanche extrajo parte de su poética plástica, convirtiendo el viento en símbolo, la espiral en materia, el misterio en uno de los motivos de su trabajo.
Chirino irrumpió en el panorama del arte contemporáneo a finales de los años 40, en la misma escudería de Manuel Millares, Antonio Saura, Luis Feito, Rafael Canogar, Pablo Serrano y Manuel Rivera, entre otros. Eran los jóvenes osados dispuestos a voltear la estética academicista y el canon acorazado del arte español. Y lo hicieron. Chirino trabajó con el espacio, pero no desde la densidad que asumieron Oteiza o Chillida, sino en la senda aérea de Julio González.
Manifiesto del grupo "El Paso" (Madrid, 1957) / Fuente: martinchirino.com |
Años después de lo que explicábamos al principio, G.U. vio alguna otra obra suya en en el Museo de Arte Abstracto Español, en las Casas Colgadas de Cuenca, un museo estupendo con preciosas vistas a la hoz del Huécar, en el que están representados todos los artistas del grupo "El Paso" que salen en la foto superior y otros muchos (Zóbel, Rueda, Torner, Sempere, Guerrero, Palazuelo, Tàpies, Mompó, Oteiza, Chillida, etc.). Se lo recomendamos muy vivamente, aunque no entiendan ni jota de arte abstracto. Allí, Chirino tiene expuestas algunas espirales dedicadas al viento, aunque su obra está repartida por plazas, museos y colecciones privadas de todo el mundo.
Fue a partir de entonces, de esa visita al museo de Cuenca, que este modesto bloguero se hizo fan suyo para siempre. Un tipo que, como dice hoy Juan Cruz, «se hizo contemplando las volutas que el viento hacía en la playa de las Canteras de su infancia, cuando iba a ver cómo su padre arreglaba el esqueleto de los barcos. Hasta el final conservó la ilusión de la forja, y ante el rojo intenso de los hierros adquiría, a edad ya muy avanzada, el alimento de su amor por la vida y por el arte». Pues eso, ¿qué mas decir? EPD, Martín Chirino.
Martín Chirino en 2014 (Fotografía de archivo) / El Viento, 1963 (Museo de Arte Abstracto de Cuenca) |
Más que interesante.
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salut
Para mí esta entrada es una presentación de Martín Chirino al que no conocía. Una mirada a su vida y a su obra. Las espirales son espirales, pero cada una de sus esculturas en torno ellas es diferente a las otras. Gracias por compartirlo. MJ
ResponderEliminarComo G.U., también yo conocí a Chirino gracias a una visita que hice hace muchos, muchos años al museo de las Casas Colgadas de Cuenca, visita que he repetido cada vez que he tenido ocasión de pasar por esa hermosa ciudad y que, como G.U, recomiendo encarecidamente a todo el mundo, le guste o no le guste el arte abstracto. Y si no ha ido nunca a Cuenca, pues esta puede ser una de las muchas razones para ir. ¡No se arrepentirá!
ResponderEliminarEl Tapir