domingo, 16 de septiembre de 2018

¡Qué dura es la vuelta a casa!

Disculpen ustedes la pereza de este bloguero, pero es que su vuelta a la realidad —casualmente, no estuvo en casa el 11 de septiembre—está siendo todavía más dura de lo previsto. Uno va y enchufa la TV (no solo TeVen3) después de muchos días, o mira los diarios —digitales o impresos— y se encuentra a la gente a la que pagamos todos diciendo cosas muy raras que agreden a la inteligencia incluso del más tonto, aunque ya nada nos pueda sorprender a día de hoy.



Torra en el teatro
Empieza el presunto xenófobo Torra —"El Tenebroso" (así lo llama Javier Marías)—, un sujeto, ese tal Torra, que tiene un rostro de cemento armado y vocecilla de corderito de Norit, y el tipo va y compara lo de aquí ¡con la lucha de Luther King!

"Esta es la propuesta que hago al pueblo de Cataluña: o libertad o libertad. Y amparado en el mandato del 1 de octubre y tomando como ejemplo luchas como la de Luther King, propongo una marcha por los derechos civiles, sociales y nacionales de Cataluña", espetó a primeros de septiembre atrás en el Teatro Nacional de Cataluña (y no en el Parlament, cerrado a cal y canto), y se quedó tan ancho.


Y rápidamente un acólito suyo apostilló: "No, no es lo mismo, la revolución catalana es mucho más potente. En la marcha de Washington participaron 300 mil personas sobre una población potencial afroamericana de 30 millones. Nosotros... 1 millón sobre 7 millones".

[Por fortuna, el director del instituto de Educación e Investigación Martin Luther King Jr. de la Univeridad de Stanford (California), el doctor Clayborne Carson, saltó presto a poner las cosas en su sitio ante tales dislates].



Toma el relevo el conseller d´Educació, Bargalló, un batracio que ya estuvo en el tripartit de Maragall haciendo lo mismo que ahora: nada. La semana pasada se pone chulito y echa la culpa de que el curso empiece con multitud de barracones en las escuelas catalanas... ¡al 155!, ya que "el hecho es por dejación de funciones de los gestores del departamento de Educación durante la aplicación del 155, que con una muestra absoluta de ineficacia e irresponsabilidad pararon los expedientes correspondientes a las obras que se tenían que hacer" (sic).

Y ese sujeto va y se queda tan ancho —Madrit, siempre Madrit—, cuando todos los que hemos dado clase en la enseñanza pública sabemos que desde tiempo inmemorial hay barracones en los colegios e institutos públicos de Cataluña (en los privados y concertados, no) y que las obras que se hacen —pocas— nunca son para enmendar este problema. Una pequeña parte de las nóminas de los 240 cargos de la Generalitat que cobran casi el doble que el propio doctor Sánchez podría ayudar a paliar el asunto.



Ministra portavoz, Isabel Celaá
El caso es que si salimos de la "República catalana" (virtual), la impresión no es mucho mejor. Nos suena raro que una persona sensata a la que tenemos cierto aprecio, como es el caso de la portavoz del gobierno del doctor Sánchez (Isabel Celaá), se vea obligada a decir: "El gobierno sabe que las bombas que se están vendiendo son láser de alta precisión y, por tanto, no se van a equivocar matando yemeníes" (sic). Y eso lo tiene que hacer después de que la pimpante ministra de Defensa (Margarita Robles) se haga la yeyé afirmando rotunda que nunca venderíamos bombas a Arabia, una proclama por la que debió de recibir el correspondiente estirón de orejas por parte de algún poder fáctico, porque si se fabrican bombas se supone que es para venderlas a quien pague, y las corbetas son barcos de guerra, no yates de recreo para darse un garbeo por Mykonos o Santorini.



Fragmento de la portada de "Diario de Mallorca" (16/9/2018)
Y ahora vamos con un sujeto al que no pagamos nosotros sino los ingleses: el Cónsul general del Reino Unido en España, con sede en Barcelona, un tipo llamado Lloyd Milen, quien, refiriéndose a la extraña querencia que tienen sus compatriotas por tirarse desde el balcón en las Baleares si han bebido (Ibiza bate récords. Ya saben, esto es una plaga: el último —ayer—salvó milagrosamente la vida pero tuvo la mala fortuna de que se le clavara un palo de sombrilla en la pierna, nadie se explica cómo), dice lo siguiente, insinuando que la culpa es de los balcones y del gin tonic español:

Sombrilla clavada en la pierna del inglés
"Estamos trabajando juntos para ver si acabamos con este problema. Tenemos competencias distintas. Las autoridades de Balears están haciendo cosas muy positivas, dentro de las competencias de cada uno, para poner fin a este problema, para controlar la venta libre de alcohol. Trabajamos muy estrechamente en este sentido. Nuestro papel es hablar con los jóvenes en el Reino Unido, con campañas bajo el nombre de 'take your pic', un juego de palabras para lanzar el mensaje de que puedes hacer una foto y también puedes elegir las vacaciones que quieres, unas vacaciones con éxito o con un final negativo. Más de 500.000 jóvenes británicos ya la han visto".

"Entre los consejos que damos está el de contratar un seguro de viaje y tener cuidado en los balcones. Los británicos no suelen vivir en pisos con balcón y quizás no están acostumbrados. Entre otros, lanzamos el mensaje de que controlen el consumo de alcohol porque aquí las medidas son distintas. Un gin tonic en el Reino unido sabe a tónica, aquí a ginebra".

4 comentarios:

  1. Lo de Torra no es lo único disparatado, pero a mí es lo que me parece peor. Terrible. Pues debe de haber gente que se lo cree. A las pruebas me remito. MJ

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  2. El padre de un amigo mío tiene una frase que le he pedido prestada y que viene totalmente a cuento: "Hay más tontos que botellines."
    Mateo M.

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  3. Hay una cierta papanatería y mucha hipocresía en esto de la venta de armas. Estas armas, como cualquier otra, se fabrican y se venden para matar gente y es de una ingenuidad (o idiotez) clamorosa pretender que el vendedor puede discriminar o escoger las víctimas a las que se destinan. Y en todo caso, "buenas" o "malas", todas serán víctimas.

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    1. Hay una cierta papanatería y mucha hipocresía en esto de la venta de armas. Estas armas, como cualquier otra, se fabrican y se venden para matar gente y es de una ingenuidad (o idiotez) clamorosa pretender que el vendedor puede discriminar o escoger las víctimas a las que se destinan. Y en todo caso, "buenas" o "malas", todas serán víctimas.
      El Tapir

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