miércoles, 26 de septiembre de 2018

¿Por qué odian a Javier Marías en Soria?

"Esto es el Rastro, señores, vengan y anímense" —parafraseamos aquí a Patxi Andión en su canción "El Rastro"— y procedemos a sustituir "el Rastro" por "Soria". Empiezan las ruidosas fiestas de San Saturio y los decibelios van en aumento. Por fortuna, G.U. se aloja lejos del mundanal ruido. Pero, según Javier Marías, eso no solo sucede durante esas fiestas sino que dura todo el año, hasta tal punto de que decidió abandonar su querida ciudad por ese motivo.

Lo escribió en su columna de EL PAÍS SEMANAL en abril de 2012, titulada 'Cuando una ciudad se pierde' y poco faltó para que lo declararan "persona non grata" de Soria. El caso es que la inquina contra ese escritor, quien nunca rehúye crear cierta polémica, persiste a día de hoy. Nuestra solidaridad con él y con lo que dice en esta columna, ya que en el barrio de G.U. la cosa es parecida, incluso más molesta, sobre todo en fiestas pero también en cualquier otro momento.

Tal como les prometimos, adjuntamos un extracto del artículo que motivó su excomunión:

« [...] Tanto apego sentía yo por Soria —lugar de muchos veraneos de infancia— que hace doce años, y tras más de veinte de no pisarla, alquilé el que había sido el piso del gran amigo de mi familia Don Heliodoro Carpintero, quien además, en parte, me enseñó a leer y escribir. Durante este periodo he pasado temporadas en primavera, verano, otoño y en el crudo invierno, y en esa casa, con vistas al precioso parque conocido como la Dehesa, he escrito parcialmente mis últimas cuatro novelas. Ha sido un refugio en todos los sentidos del término... hasta que se ha convertido en lo contrario —un asedio— y me he visto obligado a abandonar la ciudad y ese piso. 

Carlos Martínez Mínguez, alcalde de Soria
El último lustro en Soria ha sido insoportable, y casualmente ha coincidido con el reinado, como alcalde, de Carlos Martínez Mínguez, del PSOE.[...] El pasado otoño la cosa fue notable. Vinieron las fiestas de San Saturio (patrón local), que solían ocupar dos o tres días y ahora se alargan casi siete, y se erigió una carpa estridente en la Plaza Mayor, tan alta como el Ayuntamiento; luego, el puente del Pilar se festejó otra semana, con la ciudad invadida por un "mercado medieval" (ya saben, venta de chucherías y de alimentos incontrolados, de salubridad dudosa). 


Dulzaineros junto al parque de la Dehesa
El 22 de octubre, que ya no era nada, fue un buen ejemplo de lo que sucede: a lo largo de once horas —once—, grupos de "dulzaineros" o "gaiteros" atronaron el lugar sin descanso, mientras parte de la ciudadanía disputaba algo semejante a una carrera sin pies ni cabeza y otra parte saltaba sobre colchonetas en una plaza muy céntrica, todo ello acompañado de música y "ánimos" estruendosos por altavoces. Era como si la ciudad hubiera enloquecido. 

Lo malo es que esa es la tónica general. Teatros de autómatas tocando salsa ocho horas diarias en verano; desde febrero, ensayos de tambores y trompetas para la Semana Santa (qué diablos tendrán que ensayar, si es lo mismo desde hace siglos); bares y terrazas proliferantes, sin control alguno, con la música a tope y sin respetar los horarios (si el dueño del que padece uno cerca es además un malasangre, imagínense la tortura); mastuerzos a grito pelado de madrugada, sin que la policía municipal nunca se inmute; conciertos y actuaciones cada dos por tres en pleno centro, bafles hasta las tantas; botellones en el delicado parque, que queda arrasado; un "trenecito" turístico que recorre la ciudad metiendo más ruido que otra cosa; un sistema de recogida de hojas a mil decibelilios... 


La tanguilla
El Ayuntamiento, en vista de que los ociosos juegan sin cesar a la tanguilla en la Dehesa, sustituyó el suelo de tierra o grava por uno de asfalto, gracias a lo cual el estrépito es continuo: clink, clank, clonk, vuelve loco al más cuerdo. Por no hablar de las procesiones, de las que pocas poblaciones se libran en este Estado nacional-católico en el que seguimos viviendo.[...]

De la de Machado y Bécquer no queda nada, y maldito lo que estos dos poetas les importan a las actuales autoridades. La transformación es sintomática de lo que es hoy España: si una localidad pequeña, castellana, austera, tranquila y fría se ha convertido en un espacio ruidoso, impersonal y festero (no sé de dónde sale el dinero para tantos "entretenimientos" municipales), da escalofrío imaginar lo que serán otras de mejor clima y costeras.

Seguiré animando de lejos al equipo de fútbol, el Numancia; los buenos recuerdos de hoy y de antaño prevalecerán sobre los malos recientes, seguro. Pero, así como los sorianos son libres de cargarse su ciudad (desde mi punto de vista), yo lo soy de largarme, aunque con mucha pena. Un adiós significativo».

8 comentarios:

  1. No dice nada que no suceda con las demás capitales. Culpa de la globalización, diran unos; incivismo, diran otros.

    Hoy, en Soria sucede lo mismo que en Barcelona, Valencia o Bilbao, que la gente tiene más tiempo de ocio, que sólo se cansan en los gimnasios, que las jornadas laborales han disminuido y que el trabajo duro se ha trasladado a las máquinas.

    Así que, tenemos más tiempo para gastar en lo lúdico, y lo lúdico es hacer ruido, chafardearlo todo (con la excusa del turismo), y dedicar cuatro horas al móvil con el apps y el tam-tam para saber donde está mi antigua ex y mi próximo novio.

    Nos han convertido a todos en Ignatius Really, porque el sistema nos ha ganado la partida, y cuando viene una persona y dice lo que ve poniendo lo que piensa usando el sentido común, es considerado persona non grata, sobre todo por aquellos que necesitan de excusas para ir gregariamente con el ganado de turno.

    Salut

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    1. Le comprendo perfectamente. Pasa en todas partes. Lo entiendo como un provincianismo elevado a falsa globalización y a signos de riqueza, pues hay presupuestos de los municipios para tanto ruido y tantos días. No digamos ya los intereses del influyente gremio de hosteleros que en todas partes son los que más promocionan que haya fiestas para hacer caja. Nunca entenderé que se obligue a todo el mundo de una ciudad o un pueblo a padecer y ser ajeno en tu propio suelo. Pero ya se sabe. Ser críticos con el tema Ferias y Fiestas suscita rechazo, no está bien visto, hay unas señas de identidad basadas en lo saturnal donde las inquinas políticas o de cualquier tipo parecen solaparse. ¿Ponerse de acuerdo con ideas, argumentos y razones los españoles, o al menos pactar? Eso, imposible. Pero eso sí, llegan Fiestas y ahí todo es paz y después gloria ¡a cuenta de presupuestos y de imposición de las benditas masas que parece que todo lo justifican! No hay solución. Por lo menos si hubiera menos ruido...

      Javier Marías, se esté o no de acuerdo con él en muchos de sus enfoques, es de los lúcidos y clarividentes razonados y razonables. Eso no está bien visto en España (incluída la Cataluña, claro)

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    2. Ah, y la Iglesia jerárquica feliz porque casi todas las fiestas se hacen bajo la advocación de una virgen, un santo o los ángeles. Aunque el día menos pensado el Dios Padre, cual Zeus (¿o se trata del mismo dios en versión simplificada?), igual tiene celos y fulmina.

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  2. ¿Siempre ha sido España el país más ruidoso de Europa? Ahora lo es de la Unión Europea. Por no ir más lejos, aquí en las fiestas del pueblo siempre ha habido "correfoc". Pues desde hace poco hay que añadir el "correfoc infantil", que, dicho sea de paso, asusta a los más pequeños, pero así ya se van familiarizando con el estruendo y los petardos. MJ

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  3. Mi solidadridad más absoluta con Javier Marías. Parece que el alcalde, un tal Carlos Martínez Mínguez, es un hombre alegre y quiere transmitir su alegría a sus conciudadanos, les guste o no. Claro que de eso, del ruido, hoy día no nos libramos en ningún sitio y, para mi desgracia, cada día lo soporto peor. Serán los años...
    El Tapir

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  4. Un último detalle de las fiestas de Molins de Rei, ¿se acuerdan que dije que en el pregón no había ni una sola estelada, ni un lacito amarillo? Pues ahora está todo el centro del pueblo forrado con plástico amarillo procedente de bolsas de basura. Menos mal que me voy después de comer a Vinaroz. MJ

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    1. Ya decía yo que me parecía muy raro lo de la desaparición de las "estelades" y no sabía cómo interpretarlo. Bueno, pues, al parecer, era un paso más del "procés". ¡Dios mío, qué coordinación! ¿No sería infinitamente mejor que todos esos esfuerzos los dedicaran a cosas útiles y necesarias? Aunque supongo que eso sería "autonomismo" y doblar la cerviz ante el enemigo exterior: España.
      Mi pesimismo es total: no veo solución a esto, ni a corto ni a medio plazo y, la verdad, tampoco a largo plazo...
      El Tapir

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    2. A mí me pasa lo mismo. MJ

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