martes, 7 de marzo de 2017

Gregorio Morán, Ítaca y la conspiración

Gregorio Morán es un tipo duro, sin pelos en la lengua. Sus Sabatinas intempestivas, que sorprendentemente publica La Vanguardia, suelen ser un poco dispersas, pero el hombre no da puntada sin hilo, casi siempre donde más duele. El caso es que sigue siendo todo un referente para muchos, entre los que se incluye Gran Uribe. Creo que ahora está empezando a estar un poco inquieto y no es para menos. Hoy, sin ir más lejos, el Parlament ha dado luz verde a la desconexión.

Aunque bastante menos referente para G.U., también está inquieto Xavier Sardà, que hoy dice también en La Vanguardia: «No lo veo claro yo ni Junts pel Sí, porque ya sabe que van a sacar a la gente a calle. Me inquieta. Me gustaría que no me preocupase. En estos momentos se busca una catarsis, una falta dentro del área, argumentos para decir que se intentó y no se consiguió... Si la gente de la calle es quien tiene que solucionar esto, me parece gravísimo».

Pero volvamos a Gregorio Morán:

«Después del comportamiento valiente hasta la temeridad de nuestros líderes ante los tribunales, que provocaba una cierta vergüenza ajena: “No nos lo dijeron con la suficiente claridad…”, “no volvieron a insistir…”, “todo fue obra de los voluntarios…”, y demás gollerías expresadas a un nivel de chaval de colegio de pago que metió la mano en la despensa, cabe pensar que ese per­sonal, ya sea la piadosa Forcadell, el astuto Mas, o el pandillero Homs, acabarán metiéndonos en un lío que pagaremos nosotros y ellos correrán hacia las alcantarillas… [...] Si cualquiera de ellos tuviera que llevar la responsabilidad de hacer algo más complejo que llegar a Ítaca sería la debacle. Robar sí saben. El dinero siempre es limpio aunque provenga de la basura, por eso a ciertas prácticas se las denomina blanqueo.

Primero empezaron con lo de Ítaca, luego el referéndum —la fórmula favorita de Franco, porque las urnas electorales son siempre imprevisibles, pero los referéndums que montas tú, los ganas tú; sólo conozco dos excepciones en la historia—. El referéndum más representativo de la ciudadanía libre son las elecciones. Pero se pueden perder, o más exactamente, de seguro que esta vez las perderían. Por tanto, agarrémonos al referéndum que el Estado no les permitirá, y menos ahora después de las payasadas arrogantes. Y qué me dicen de las procesiones de altos cargos y demás personal de alta remuneración, acompañando a los procesados tras concederles día libre y pagado? También lo hacía Franco en cada uno de sus diversos referéndums.[...]

Quizá sea por eso y porque encontrar trabajo está muy duro, por lo que las brigadas del Ayuntamiento barcelonés de extrema izquierda están retirando unos cuadritos de hoja de lata que estaban en las fachadas y que nadie se acordaba ya de ellos. ¡Si Franco murió hace 40 años! ¿A quién carajo le importa que sigan cayendo conforme pasa el tiempo? ¿O es que se quiere borrar ese trozo inicuo de nuestra memoria, como si no hubiera existido en Barcelona, la ciudad donde se le recibía, como en todas, con tal entusiasmo que las portadas de La Vanguardia de entonces te producen hasta escalofríos.

¿Les recuerdo el Congreso Eucarístico del 52? ¿Y su diálogo multitudinario con el papa Pío XII? Retirar esas herrumbrosas chapas deben hacerlo los vecinos —si es que les peta y humilla su proclamado antifascismo—, pero un departamento del Consistorio, que debe pagarse, me parece una estupidez de gente aburrida, con sueldo y sin ideas. [...]

La clase política radical, que empieza a ser corrupta y sigue igual de ignorante, ahora le da por los objetos, monumentos y demás faramalla. Lo que debía retirarse porque era una ofensa para la dignidad ciudadana ya se hizo cuando había que hacerlo, el resto son ganas de tocar los cojones.

Quema de un convento / Madrid, mayo de 1931
Me recuerda algo que no entendí nunca: por qué los radicales anarquistas y demás asociados quemaban iglesias por toda España. Hubiera comprendido, como símbolo, que lo hubieran hecho con los bancos y las casas de empeño y los empresarios de la usura. ¡Pero las iglesias! Desde mi ateísmo, convicto y confeso, me parece un acto de descerebrados instigados por los confidentes policiales. De no ser así, no lo entiendo y demuestra el nivel mental de quienes querían asaltar los cielos después de pasar un buen rato en la taberna. Insólito en otros países, con una clase obrera más consciente de sus auténticos enemigos, que no eran las beatas, ni las imágenes piadosas. No eran el símbolo de nada.


Volvemos a enfrentarnos en Catalunya a una clase política radical y corrupta, que pasó la transición dirigida por un charlatán de fiesta mayor que nos decía que éramos la sal de la tierra –yo no, porque llegué tarde y no quise integrarme, palabra terrible que dirigen los blancos a los negros, cuando aceptan las reglas del juego–. Cuando me instalé aquí, entonces no se manifestaban, con la desfachatez de ahora, las identidades.

El profesor Salvador Cardús, que de tantas cosas como ha asesorado y asesora parece un hombre del equipo de Donald Trump, y cuya obra es, sin ánimo de ofensa, inane y escasa como para que le conozcan como una lumbrera entre los suyos. Aún le recuerdo en la campaña política más divertida que ocurrió en Catalunya y de la que todo el mundo parece haberse olvidado: las matrículas de los coches. [...] Pero ahora, Cardús plantea que hay que copar las universidades de aquí con un tratamiento detenido sobre la identidad nacional catalana. ¡Hostia, así empezó en Alemania, cuando los profesores mediocres pero autóctonos se sintieron desplazados por la cultura cosmopolita! Muchos alemanes, judíos o no, se fueron. Aquello empezaba a pintar mal.

Es el comienzo de lo que nos amenaza. Una broma macabra anunciada para antes de septiembre. La independencia exprés. Una argucia jurídica, parida por alguno de esos cerebros bien pagados y escasos de trabajo, que consiste en la ley de Transitoriedad Jurídica. La minoría independentista puede en apenas un día desconectar del Estado. Como si fuera un frigorífico. A partir de ahí, la independencia. Ya dijo el estratega Artur Mas que había que ser astutos frente al Estado.

Estación de Francia, 1962 (Fotografía de Xavier Miserachs)
Aún no salgo de mi asombro. La clase política catalana independentista tiene una idea analfabeta del Estado. No aprendieron nada de Cambó, menos aún de Companys, ni de la guerra, ni de la posguerra donde se hicieron ricos con esas mesnadas hoy tan despreciadas de la emigración, a la que pertenece buena parte de estos Tío Tom, contentos porque el jefe casi les considera como de casa, charnegos agradecidos, aunque hayan de mantener sus delatores apellidos por más que se cambien el nombre de pila.

Ya lo saben. Antes de septiembre se dará un golpe de funcionarios de las instituciones de la Generalitat. El primero en la historia de la humanidad. Y seremos una nación, o un conjunto de payasos sin circo; cualquiera de las dos posibilidades. ¡Ese día Fèlix Millet se levantará de la silla de ruedas y bailará una sardana!».


3 comentarios:

  1. Creo que ya estamos siendo un conjunto de payasos sin circo.

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  2. Me asalta una duda: este Gregorio Morán, ¿es el de los "chistes de Morán?
    El Tapir

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  3. No, AóNONIMO. NO.
    Gregorio Morán tiene al menos tres libros de la historia de la transición. Es un verdadero entendido en el tema, y militó, hasta que lo purgaron, en el PC.
    Es el que más sabe de Adolfo Suarez.
    Y es el que podría explicar sin temos a llevarle a error lo de Tarradellas y Cataluña.
    El de los chistes fue el ministro Morán, nada que ver con el escritor.
    Un abrazo

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