La Casa Vilaró, bastante conocida en revistas especializadas, todavía se mantiene en pie, aunque desde el exterior es prácticamente imposible verla. Si quieren disfrutar de ella, no tienen más que reservar habitación allí, ya que ahora es un pequeño hotelito de 8 habitaciones, muy cerca del parque Güell, por lo que no es fácil (ni barato) encontrar plaza.
La Casa Vilaró (1929), de Sixte Illescas, en la década de los treinta y en la actualidad |
Obedece al estilo arquitectónico de las denominadas "casas estilo barco", de la época del racionalismo en torno a los años treinta, y se deriva de la eliminación de los muros de fachada como sustentantes del edificio, lo que permite situar ventanas continuas en ella. Hay abundantes ejemplos por el Cantábrico, normalmente en edificios destinados a club náutico; también en Valencia y Canarias. Doña Perpetua aprecia mucho esa disposición curva de tribunas, voladizos y terrazas, hasta el punto de que cuando ve un edificio que reúne esas características en seguida afirma: ¡es racionalista! Bingo, en general, lo es.
Club Náutico de San Sebastián, de Aizpurúa y Labayen (1929) |
Cine Barceló (Madrid), de Luis Gutiérrez Soto (1930) |
En San Sebastián mantiene gran jerarquía urbanística el Club Náutico, de Aizpurúa y Labayen. Y en el denostado Madrit, todavía se mantiene en pie el cine Barceló, de Gutiérrez Soto, ahora transformado en discoteca Pachá.
Aeropuerto de Barajas y Piscinas Isla (Madrid, 1931), de Gutiérrez Soto, ambos edificios desaparecidos |
Ya que hablamos de Luis Gutiérrez Soto, solo añadir que fue un excelente arquitecto, injustamente vilipendiado por la historia (casi como el rey Herodes), quizá porque no se exilió y siguió haciendo edificios historicistas durante el franquismo (véase, por ejemplo, el Ministerio del Aire).
Un arquitecto todo terreno que, en otro plano, a Gran Uribe le recuerda a aquellos míticos directores del cine de Hollywood, tipo Raoul Walsh, que resolvían maravillosamente casi sin despeinarse cualquier encargo: westerns, gángsters, bélicas, comedias, musicales, dramas, en fin, lo que fuera.
De su faceta racionalista, aparte del cine Barceló, no queda casi nada: ni el primer aeropuerto de Barajas ni las Piscinas Isla, en el Manzanares, ambos edificios tristemente desaparecidos a manos de la siempre implacable piqueta. Los de otros arquitectos de esa tendencia, tres cuartos de lo mismo. De todas formas, en Barcelona tenemos el rascacielos de la plaza Urquinaona.
Iteresantísima entrada. La imprimiré y se la pasaré a F Cornadó (arquitecto y compañero de andanzas en Escritores Recónditos).
ResponderEliminarUn abrazo
Salut
En el paseo de Gracia de Barcelona tenemos otro magnífico ejemplo en esa línea: la joyería Roca, del arquitecto Josep Lluís Sert. Aunque, si no estoy muy equivocado, ya no es joyería, sino que ha cambiado de negocio.
ResponderEliminarEl Tapir
Pues sí, un magnífico ejemplo ese que usted señala. Hace tiempo que no paso por allí y no sé qué tipo de negocio hay, ni si han respetado al menos la fachada, que supongo que sí porque, al igual que la Casa Vilaró, debe de estar protegida. A ver si algún día elaboramos un resumen del ayer y hoy de los ejemplos racionalistas de Barcelona.
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