Josechu el Vasco / [Muntañola / granuribe50.blogspot.com.es] |
El profesor Franz de Copenhague, de Sabatés |
La familia Ulises, de Marino Benejam |
Como decía Juan José Millás hace unas semanas: «Si los olores se pudieran reproducir a gusto del consumidor, ya tendríamos en el móvil una aplicación con la que recuperar los olores de la infancia. Digo los de la infancia porque la memoria olfativa posee la capacidad increíble de reconstruir el escenario en el que los percibimos por primera vez. El otro día, en una farmacia donde todavía preparan fórmulas magistrales, me llegó desde la trastienda un olor a aceite de almendras amargas que llevaba años sin llevarme a la pituitaria. De súbito, se me apareció el salón de mi casa de entonces. Mi madre se encontraba sentada en un extremo del sofá y yo tenía apoyada mi cabeza entre sus piernas, ofreciéndole el oído para que me echara unas gotas de ese aceite que me había prescrito el otorrino.[...]
–¿Qué desea? –me dijo de repente el farmacéutico.
Cuando salí de mi ensimismamiento le dije que quería lo que estaban fabricando en la trastienda, fuera lo que fuese». [...]
Además del TBO entraban en casa otras historietas a las que también llamábamos tebeos: las "Hazañas Bélicas" (las dibujadas por Boixcar, que era el mejor de todos); "Roberto Alcázar y Pedrín; "El guerrero del antifaz", y otras, pero aunque todas ellas eran de aventuras bastante más exóticas —un poco en línea con las películas que veíamos en el cine Adriano—, para nosotros eran también tebeos. También rondaba por allí, como ya hemos comentado muchas otras veces, Emilio Salgari, claro.
Más tarde, ya con el primer pantaloncito largo (a los 14 años o así), tuvimos acceso a las impagables novelitas rosas de Corín Tellado y a las del oeste: las de Marcial Lafuente Estefanía y también las que firmaba un misterioso Silver Kane, que muchos años después supimos era el nombre tras el que se ocultaba el gran Francisco González Ledesma. En una especie de librería de Hostalets de Balenyà —el locus amoenus donde pasábamos el verano— nos vendían la primera y después las íbamos canjeando por otras, tras pasárnoslas de mano en mano y comentarlas entre hermanos. Estaba bien aquello... Y a su modo, era literatura ¡qué puñeta!
Soy un forofo de los TBEOS.
ResponderEliminardesde muy jovén comencé a adquirir dibujos a Giralt (el que más tiene de ellos) y al Mallafré, el de la librería de la calle Canuda, que está al lado del Ateneo y que hoy es Zara.
Pondré el 11 un original curioso de Benejam, (Familia Ulises) cen portada y por la parte posterior para que se sepa como se tenían que poner los colores, y también el original de la revista, pero el 12 pondré otro aún más curioso, un original de TBO pintado al oleo de Benejam , una prueba que no salió bien porque era muy cara y compleja , y era mejor hacerlo de la manera tradicional.
Un abrazo
Salut
Muchas gracias. Estaré atento a esas entradas de su blog.
EliminarLos de mi edad recordamos el TBO que nos compraban los domingos y que dio nombre a las publicaciones infantiles de entonces, todas ellas eran tebeos.
ResponderEliminarAlgunas de sus historietas también trascendieron, por ejemplo, cuando alguien tenía una idea peregrina, decían que parecía un invento del TBO o cuando alguna familia era estrafalaria o le pasaba algún desastre se la comparaba a la Familia Ulises. Acompañó durante muchos años como para olvidarlo.