Primera jornada playera del verano

A Gran Uribe le gusta mucho bañarse en el mar en verano (cuando las condiciones son favorables), pero no lo había podido hacer hasta ahora ni un día, a diferencia del hombre del NO ético (Sánchez), que lo ha hecho de forma regular.

En Ibiza empieza a darlo por imposible, ya que las costumbres de este modesto bloggero no son, ni por asomo, tan esforzadas como las de El Tapir, un sujeto que se toma seis baños cada fin de semana, aunque parece ser que le supone un curre importante el llegar a sitios poco concurridos para poder hacerlo tranquilamente. La experiencia propia en esa paradisíaca isla es la de no disponer de un solo un centímetro cuadrado de arena libre, un ambiente recalentado y 'sobacudo', aparcamientos saturados a los que cuesta Dios y ayuda llegar, etc., todo ello muy poco relajante, la verdad.

En lo referente a las Landas (Gran Uribe viene de allí), unas playas preciosas pero peligrosísimas, con olas que tiran patas arriba, solo aptas para avezados surfistas; en cuanto al agua... como un témpano de hielo. La verdad es que uno ya no está para cosas así. Sustos, 'solo los justos'.

Gran Uribe en la playa del Far (Vilanova) / (8/9/2016)

Estas son unas jornadas bien surtidas de compromisos (familia 'política'), con feliz pero trabajoso natalicio incorporado, que permiten pocos momentos de ocio, aunque sí alguna escapada en plan escaqueo. Y uno ha aprovechado una de estas escasas ocasiones para zambullirse en las procelosas aguas de la playa del Far, en Vilanova, un lugar estupendo que se guardará mucho de recomendar en estas páginas, no sea que la gente que nos sigue (mucha) empiece a tomar nota del asunto.

Y ahora, a esperar la Diada, emotiva jornada en la que, como viene siendo tradicional en los últimos años, intentará abandonar raudo esta comunidad autónoma en dirección, nuevamente, a la Rioja (si esos compromisos se lo permiten). Buenos paisajes, buenas comidas, buenas bebidas y buena gente, que tiene la enorme suerte de no estar sumergida en esta farragosa cantinela identitaria plena de fervores patrióticos que a algunos —no solo a El Roto— nos produce cierto ardor de estómago.