Un grupo de guiris se dispone a tomar el tranvía 28 [Facebook.com/travellingPortugal / granuribe50] |
A Gran Uribe le gusta mucho Lisboa, aunque ahora no la frecuenta (la última vez que estuvo fue hace nueve años). Le emocionaba sobre todo su atmósfera intemporal, el cercano Atlántico y los transbordadores, sus mercerías, los desconchones en las paredes despintadas, sus habitantes tranquilos, sus tranvías y funiculares, el ascensor de Santa Justa, también el reloj del British Bar —en el que las agujas y el tiempo corren al revés—. Se sentía allí como en pantuflas en el pasillo de casa.
Recorrerla hasta sus últimos recovecos en el tranvía 28 era entonces toda una aventura, en la que los únicos turistas éramos un servidor (con su cámara) y la GranUribesa. Pero ahora le da miedo volver porque sabe que ya nada será lo mismo, tiene noticia de que aquello empieza a devenir en parque temático, y a sus años... decepciones, las justas.
Concertino (MadreDeus, 1994)
MadreDeus (del CD 'O espírito da paz') |
Pero no inquietarse, parece ser que a Juan José Millás le pasa algo parecido, y los tranvías de allí los ve, pero desde fuera. A sus años no está para tiovivos. Mejor nos lo cuenta él, glosando la fotografía de Pau Barrena:
«He aquí uno de los famosos tranvías de Lisboa con gente dentro, como un autobús de juguete con sus señoras y señores pequeñitos. Estuve en Lisboa, pero me limité a verlos por fuera y me parecieron bien. Cuando me invitaron a subir dije que no por vergüenza, como si me estuvieran invitando a subir al tiovivo. No tengo edad para el tiovivo, ni para los tranvías de Lisboa.
Fotografía de Pau Barrena (Bloomberg) |
»La señora de la ventanilla de la derecha, tampoco, pero ella no se ha subido por diversión, sino para ir al mercado, o para volver de él. Es la diferencia entre encender la chimenea porque te da gusto ver el fuego o porque tienes frío. El señor de la ventanilla de detrás podría ser un turista, quizá va contestando un wasap, o enviando a su madre una fotografía que acaba de sacar. El móvil es un competidor furioso del paisaje.
En los tranvías de Lisboa hay mucha mezcla de necesidad y placer. Ocurre con todo lo pintoresco. Un rico europeo visita las favelas de Brasil, por poner un ejemplo, y disfruta del cromatismo que para el autóctono constituye un infierno de colores. No es que el rico europeo disfrute por maldad, sino por una especie de tic, un tropismo, diríamos.
–Fui a las favelas –cuenta al regreso–. ¡Hay que verlas!
Pero ahora estamos en Lisboa, cautivados por esta imagen que tiene un secreto con el que no acabamos de dar. Quizá resida en el hecho de que la señora, que es de allí, va con la mirada perdida en la contemplación de las calles, mientras que el señor de las gafas oscuras, que viene de afuera, parece pendiente del teléfono. Cada uno en sus rutinas y Dios en las de todos».
Juan José Millás, Cada uno en su rutina, EL PAÍS SEMANAL ( 25/9/2016)
No es fácil describir mejor con menos palabras esa ciudad estupenda. Yo también hace tiempo que no me paso por allí, aunque me temo lo peor (como Uribe).
ResponderEliminarMillás, bien, y la música, también (de nuevo). Madredeus, un buen grupo, con una gran cantante como Teresa Salgueiro, a la que espero que dedique usted alguno de sus apuntes musicales.
Muchas gracias
F.G.
¡Muchas gracias! Algún día pondremos algo interpretado por Teresa Salgueiro, una crack.
EliminarNo se inquieten, F.G. y Uribe, porque creo que Lisboa no corre peligro por ahora. He estado este verano recién acabado y aquello no ha cambiado todavía su esencia más profunda. Quizá la protejan algunos factores: el hecho de no tener monumentos, ni edificios, ni museos demasiado relevantes (los Jerónimos, la Fundación Gulbelkian, el Museo del Azulejo y poco más), las casas están sin "maquillar", poco sol, poca playa, poco cachondeo, y -lo que es más importante- en el ADN del lisboeta no está el mercachifleo, al menos de momento. El turismo que tiene, básicamente, es porque está en tránsito hacia Madeira. Tranquilidad, por tanto, porque además el reloj del British Bar sigue corriendo al revés. Pueden ir sin problema, aunque cuanto antes mejor. Eso sí, del tranvía 28 olvídense, aquello es un guirigay tremendo, ¡qué lástima!
ResponderEliminarMe tranquiliza usted, anónimo madrugador. Estoy de acuerdo: Lisboa está más protegida que otras grandes capitales por todo lo que usted señala, pero esto es una ola imparable, que quizá empezó con todo aquello de los vuelos de bajo costo.
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