sábado, 6 de septiembre de 2025

Cumplimos los compromisos: María Blanchard

Aunque la desilusión nos invada y muchas cosas nos desagraden, "nos queda la palabra" —diría Blas de Otero— y también la lectura y el arte. En esas estamos. En breve hablaremos de Rubens, pero hoy...

Hace ya un tiempo que G.U. tomó el "compromiso" de escribir algo sobre María Blanchard, una pintora por la que siempre ha sentido respeto y una gran admiración, al margen de la crónica lacrimógena que se pueda hacer de lo mal que lo pasó en vida, debido a su físico tan maltrecho. Como este bloguero siempre acaba cumpliendo sus compromisos... hoy ha llegado el momento de hacerlo. ¡Vamos a ello!


El cubismo comenzó hacia 1908; fue una creación de dos pintores en solitario, Picasso y Braque, un momento de experimentación que se mantuvo incluso durante la guerra del 14. Cuando todo indicaba que ese primer período estaba de capa caída, le sucedió un impulso y una continuación renovada. 

Y en ella encontramos a Juan Gris (1887-1927) y a María Blanchard (1881-1952), buenos amigos, que tuvieron su mejor momento creativo entre 1916 y 1920. Ambos partían de Cézanne y siguieron las huellas de Picasso y Braque, no inventaron nada nuevo, ni falta que hace. No ocupa mucho lugar Juan Gris en la Historia del Arte y todavía menos María Blanchard, de quien mucha gente desconoce todo.
María Blanchard en 1908
Eso ocurre porque ésta dedicó al cubismo solamente tres o cuatro años de su vida (aunque luego tuviera reminiscencias en obras posteriores). Pintó poco; era muy pausada en su trabajo; algunas de sus obras fueron atribuidas erróneamente a Juan Gris; la familia requisó a su muerte todos los cuadros que pudo y, por último, ella se dejaba ver poco por los cenáculos parisinos, aunque se sabe que las tertulias de los cubistas acababan siempre en el estudio de Blanchard, donde llevaba la voz cantante. ¡Quién lo diría!

Era, en efecto, muy valorada por sus compañeros artistas en el París del momento, aunque no tanto por los galeristas. Hoy en día su obra se encuentra sobre todo en colecciones particulares, y también en el Reina Sofía, en el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria (MAS), en el Pompidou, de París o en el Museo Picasso, también de París. Pero se ha tardado años en reivindicarla.


Veamos algunas cosas de ella. Nació en Santander en 1881 y vivió unos veinte  en esa ciudad, pero la oprimía el ambiente y decidó irse a Madrid en 1903. Tras pasar varios años allí, donde estudió dibujo y pintura (con mucho aprovechamiento), marchó París en 1908, con una beca de la Diputación de Santander. Allí fue alumna de Anglada Camarasa, nada menos, no podía encontrar mejor maestro entonces. Él la ayudó a desarrollar su talento y la libertad para huir de las ataduras académicas. 
María Blanchard, Composición cubista (1916) / Museo Reina Sofía
Por entonces, se hizo muy amiga de Juan Gris, un personaje decisivo en su devenir. Pero se le acabó la beca y, tras unos años inciertos, volvió a España, con ánimo de ser profesora de Dibujo de secundaria y tener una vida más estable. Obtuvo una plaza en Salamanca, aunque acabó absolutamente frustrada a causa de las burlas constantes de sus alumnos, por su físico contrahecho. La suya era una deformidad de nacimiento en la columna (su madre tuvo un accidente durante el embarazo) que siempre la marcó; ya sabemos que algunos zagales pueden llegar a ser muy  perversos y a contagiar fácilmente al resto.
Pero era una mujer de carácter y gran determinación. Por tanto, siguió adelante con su vocación y, ni corta ni perezosa, volvió a París en 1912, donde se reencontró con Juan Gris, que ya estaba inmerso del todo en el cubismo. Aquí empieza lo que contamos hoy. Ella humanizó el cubismo; se podría decir que  su tendencia a la emoción encontró en la disciplina cubista la manera de frenar su impulso trágico.

El dibujo severo y la voluntaria parquedad de la paleta (blancos y azules, grises —azulados, verdosos— ocres y amarillos, contrastando con el negro) reflejan un poco su personalidad; doliente, sí, pero siempre entera y resuelta. [Por cierto, esas tonalidades próximas al azul le gustan mucho a G.U.].
María Blanchard, obras de 1917
Mujer con guitarra / Sé buena / Mujer sentada
María Blanchard, Bodegón y caja de cerillas , 1918
Estas obras son ejemplos del momento de su proximidad a Juan Gris, que constituye a la vez el eje de la producción cubista de María Blanchard, centrada en la representación de naturalezas muertas, como Gris. Pero eran dos artistas con una sensibilidad diferente, que les llevó a distanciamientos frecuentes.
María Blanchard, otras obras de 1918
Botella y frutero sobre una mesa / Composición cubista con botella / Naturaleza muerta con frutero
Cuando Blanchard abandonó el cubismo, Gris se enfadó mucho pero, al mismo tiempo, se alegró del éxito de público y ventas que conllevó el cambio de registro de la pintora. En efecto, empezó a tener mejor trato con los marchantes y a vender cuadros. No nos sorprende, eran buenos y más vendibles.
María Blanchard, Naturaleza muerta, 1922
María Blanchard, La convaleciente, 1932
María Blanchard, Obras entre 1923 y 1930
El borracho / Niños

En fin, para acabar. Es una de las primeras mujeres que asumió el lenguaje de las vanguardias y tuvo que luchar mucho por su mala salud y contra la mentalidad hiipócrita de la época, por ser mujer y deforme. Los libros de arte y los museos no le han hecho ninguna justicia. Aquí está G.U. para hacerle el homenaje que merece. Y a otro que merece un homenaje, Juan Gris, su buen amigo en París:
Algunas obras de Juan Gris en la exposición del Reina Sofía (2024)
1) La bouteille d´anis (1914); 2) Violon et guitare (1913); 3) La guitare sur la table (1913); 4) La guitare (1918) 
5) La table du musicien (1926); 6) Le jardin (1916); 7) La fenêtre ouverte (1921)

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