jueves, 21 de marzo de 2024

Arquitectura, enseñanza, jubilación y... Forges

Ignorando que el Pisuerga pasa por Valladolid, por Burgos el Arlanzón, que los ríos bajan bastante emponzoñados a día de hoy y que esto es un carajal de tomo y lomo, vamos a intentar hablar de otros asuntos un punto más personales, porque los otros... mejor obviarlos, no nos vaya a dar un jamacuco.


Un bloguero arquitecto, al que G.U. sigue habitualmente, nos dejó hace unos días un melancólico y desencantado —pero no victimista— texto en su blog "¿Arquitectamos locos?", titulado Nevermore.

Resumimos. El asunto es el siguiente. A punto de la jubilación, harto ya de estar harto de hacer obras que no le dejaron satisfecho (por incapacidad suya a veces—así nos lo reconoce—, por rudeza de los propietarios, por pillería de los constructores, por trabas burocráticas o de ordenanzas, etc.), de pronto le surgió la oportunidad de hacer una obra que "esa sí que sí" junto a una joven y talentosa arquitecta primeriza. Se ilusionó mucho, aunque —nos cuenta— «el tren acabó pasando por otra vía y lo vimos (con cara de imbéciles engañados) irse de largo». Y entonces recordó esta frase inmortal de Forges "No, si ya verás tú cómo..." y lamentó no haberla hecho suya un poco antes de llevarse tal desengaño.

El texto le ha llamado la atención a G.U. porque ese bloguero escribe muy bien y, sobre todo, porque se ha sentido identificado con él en algún aspecto. Verbigracia: a los treinta y pocos años, ya sin clientes pero harto de hacer chalets que casi le avergonzaría que se publicaran (nunca confesó a nadie su ubicación exacta), G.U. aprobó las oposiciónes a profesor de Dibujo (con el número uno, ojo al dato).

Por la incompatibilidad vigente entonces y porque preparar bien las clases, darlas y mantener el orden en el aula le exigía bastante dedicación y esfuerzo, abandonó lo de la Arquitectura. Y se alegra de su decisión, porque le gustaba dar clase y porque la profesión de arquitecto es una cabronada en algunos aspectos (aunque visto desde fuera no lo parezca); algo así le confesaba el prestigioso arquitecto Elías Torres a un sobrino de doña Perpetua. Son dos profesiones que no gozan de muy buena prensa. A los profesores se los suele considerar unos gandules que no preparan las clases y tienen "tres meses de vacaciones" y a los arquitectos... unos elitistas que cobran un pastón, total por hacer "unos dibujos". 

Sigamos. Aparte de lo que sale en sus libros de Arte y Arquitectura (se deshizo de las revistas), ahora G.U. solo disfruta de ella lo que se encuentra al pasear (de viaje o por Barcelona) o cuando tiene que entrar en un buen edificio público. También las imágenes que ve en Twitter de casas sencillas que le hubiera gustado diseñar a él, pero que ya se había despedido de poder hacerlas nunca. 

[Acerca de las clases, se alegra de la jubilación y casi no las añora: aquello se había vuelto inasumible]


Pero, a diferencia del mencionado bloguero, que se había ilusionado con ese fallido encargo al que nos referíamos antes, cuando G.U. (fiel seguidor de Murphy) se intuye una perspectiva favorable, piensa en seguida como Forges: «No si ya verás tú cómo». O sea, "Tú siempre negatifo, nunca positifo", tal como proclamaba  un iracundo entrenador del Barça (Van Gaal), dirigiéndose a un periodista deportivo.
'Verás cómo el fontanero arregla mal la cisterna y seguirá echando agua'; 'me temo que el coche se volverá a romper en cuanto salga del taller'; 'no creo que el médico me resuelva el problema'; 'el ordenador se esforciará cuando más falta me hace'; 'seguro que llueve en Semana Santa'; 'las vacaciones se nos jod**** el día antes'; 'perderemos la final de Copa del Rey contra el Mallorca'...

En fin, cosas así, propias de un cenizo de tomo y lomo que lo pasa mal de esta manera. Uno de estos días G.U. lo hablará con un psicólogo, por si lo suyo tuviera cura a estas alturas, que va a ser que no.

16 comentarios:

  1. Pues parece que esta Semana Santa es de lluvias ☔️, me cachi,con lo bien que lo paso pegado al televisor viendo las procesiones andaluzas.
    Saludos

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    1. Cuando viajaba en Semana Santa, estuviera donde estuviera, no me perdía una procesión, por modesta que fuera. A mí me gustan también los desfiles procesionales de Lorca, con los blancos y los azules.
      Saludos.

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  2. Mi perspectiva era similar hace algún tiempo. Te explico: Ingresado en el Clinic para la implantación de un DAI, en las revisiones previas se encontraron con un cancer de tiroides. La especialista me explicó que era imposible la implantación de dicho aparato porque la esperanza de vida no sobrepasaría el año, y lo dijo con estas palabras: Lo siento, no puedo darte ninguna esperanza.
    Así que para casa y extirpación urgente de tiroides y demás.
    Al año se me hace revisión. Biopsia, otra biopsia y otra biopsia. Y descubren que es el segundo caso en el Clinic donde por arte de birbiriloque un cáncer desaparece sin dejar rastro. Pruebas, más pruebas y aprueban implantarme el DAI, dado que no tengo nada. Así llevo catorce años.
    Por lo que aquello de que algo saldrá mal, no va conmigo.
    PD: Un pequeño detalle. Dicen las malas lenguas que en TdC estuvieron rogando una semana entera para que aquello que era maligno desapareciera. Jamás podré asegurar que tuvieron algo que ver, pero les doy el beneficio de la duda.
    Un abrazo

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    1. Pues eso fue un milagro Miquel, un cáncer de la glándula tiroides es cosa fuerte. En mi caso, fue mi mujer con uno de pecho, hoy día, los buenos resultados finales es lo normal, pero yo no paraba de rezar, al menos me tranquilizaba.
      Un abrazo.

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    2. Por eso, sé que vivo de prestado. No puedo quejarme, antes bien, me genuflexo delante de la sanidad pública.
      Salut

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    3. Mi querido MIGUEL, te ocurrió como a mi madre, pero el milagro no fue su curación, el milagro fue que tras recomendarnos la sedación su médico de medicina interna -padecía una pericarditis aguda, con calcificación de la válvula mitral, con 87 años- cuando toda la familia nos debatíamos en qué decisión tomar, llegaron los cardiólogos y se la llevaron al quirófano. Se recuperó más rápido de aquella operación en la REA, que todos los operados ese día. Hoy, 6 años después de aquello, está feliz como una perdiz y nosotros ( yo) aun más y como tú, también fue en la sanidad pública, así que por eso le estoy muy muy agradecida y tampoco simpatizo con Murphy : )...Ah! y por cierto, que el préstamo dure montón de años más. Un beso grande!

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    4. Desconocía eso. Dios aprieta pero no ahoga. Y los rezos de TdC algo tendrían que ver, seguro que sí.
      Un abrazo.

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    5. En cuanto a María y car res, me alegro de eso que contáis, que todo saliera bien. El "No, si ya verás tú como" de Forges no siempre se cumple, por suerte.
      Un abrazo.

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  3. Hiciste bien en dejarlo si no te gustaba. Un beso

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    1. Mirado con perspectiva, creo que sí. Por cierto, hace algunos años leí una estadística según la cual la profesión de arquitecto era la que registraba mayor número de muertes por infarto. Para que luego digan que unos dibujitos y a ganar pastuqui. Besos.

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  4. Me ha encantado esta entrada GU, tanto, que acabo de comentarle a tu inspirador colega. Como tb le acabo de decir a él, por cuestiones profesionales he tenido y tengo que tratar con bastantes arquitectos y aunque obviamente hay excepciones, es una profesión que suele llevar aparejado un ego enorme, de los que tú, el inspirador de esta entrada y nuestro querido FRANCESC, sois las excepciones que confirman la regla. La autocrítica es algo que no solemos practicar los humanos en general, así que disfrutarla en esta entrada, es algo que me ha hecho sentir de maravilla por todos vosotros. Vuestra profesión es preciosa, la docencia también lo es, aunque sean dos profesiones muy diferentes, eso no quita todos los sinsabores que llevan a aparejada, pero es que creo no existe ninguna profesión que se libre. Lo importante es la satisfacción personal del trabajo bien hecho, que no quiere decir que esté exento de errores, eso también es imposible de evitar, así que mi enhorabuena para los tres, da gusto leeros y además de buenísima gente, no me cabe ninguna duda que habéis sido y seguís siendo grandísimos profesionales. Forges, absolutamente genial. Un abrazo fortísimo y mil gracias!

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    1. Me alegro de que te haya gustado. Todas las profesiones tienen lo suyo y las relacionadas con el mundo de la judicatura tú lo sabrás mejor que ninguno de nosotros. En un mundo pantanoso donde nunca sabes cuando uno está mintiendo como un bellaco no creo que me hubiera sentido a gusto.
      En cuanto a los arquitectos, los he conocido muy pagados de sí mismos y un poco gilipollas. Se los distinguía a distancia: vestían todos de negro o gris, con prendas arrugadas de lino como las que promocionaba Adolfo Domínguez. En las obras cantaban como almejas y en cuanto se marchaban, los operarios venga a rajar... Ahora ya no lo sé. Pero es una profesión dura, con una enorme responsabilidad incluso sobre cosas que es casi imposible tener controladas. La enseñanza es otra cosa.
      Un abrazo fuerte.

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  5. Amigo G.U. sigo el blog de “¿Arquitectamos locos?, me gusta lo que escribe.
    La práctica profesional de la arquitectura es dura, pero ya sabemos que cualquier profesión si se ejerce con responsabilidad, supone sacrificio y dolores de cabeza.
    Tanto el arquitecto como el profesor ya saben que deben hacer su trabajo lo mejor posible y no vale la desidia, la falta de rigor, el incumplimiento, etc. y todo esto es duro.
    Te encuentras de todo, tanto profesores y como arquitectos debemos procurar prever cualquier contingencia indeseable y tener en cuenta el «No, si ya verás tú cómo».
    A veces he pensado en escribir un libro para contar las anécdotas y los buenos o los malos ratos de mi vida profesional, hay de todo y te aseguro que he vivido momentos de auténtico miedo y de gran responsabilidad, pero llego a la conclusión que esto no es nada, que cualquier panadería, peluquería o charcutería también pasa sus momentos, que los hay de todos los colores. Luego, además están los tópicos incultos: que si los arquitectos ganan mucho dinero, que si los profesores trabajan poco, etc. casi siempre nadie de los que difunden estos tópicos saben nada de lo que dicen y sólo se limitan a repetir el tópico sin pensar, por ejemplo, en el tremendo coste de las pólizas del seguro de responsabilidad civil o en las trifulcas que debe soportar el profesor, tanto del claustro como de las asociaciones de padres que también repiten los topicazos y hacen alarde de incultura.
    No hay nada nuevo, todo es difícil y hay que ejercer la profesión con dignidad y compromiso.
    Un abrazo.

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    1. Me gustaría que escribieras ese libro, pero intuyo que resultaría un punto prosaico y no creo que te coja en esa tesitura. Una pena.
      Tienes toda la razón en lo que escribes. El problema de la arquitectura es que uno tiene una tremenda responsabilidad incluso en cosas que es casi imposible tener controladas al cien por cien. Eso me hacía polvo, lo reconozco. En la enseñanza siempre me sentí más relajado en ese aspecto, excepto cuando salíamos de visita o de viaje con esos zangolotinos, dispuestos a liarla parda en cuanto salían del instituto....
      Un abrazo.

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  6. Es que la imagen que nos dan los arquitectos es la de individuos muy puestecitos, un poco gilipollas y que tienen sus caprichitos cuesten lo que cuesten. No he tratado nunca personalmente a ninguno. Supongo que, como en botica, hay de todo. Pero si lo piensas bien, es una profesión de una responsabilidad tremenda y los primeros a los que van a buscar cuando pasa algo es a ellos.
    En cuanto a los profesores, sí que conozco alguno y los pasan mal por muchos conceptos. Aparte de lo de las clases, tan difícil hoy en día y con tanto proteccionismo hacia el menor, me imagino que eso es una minucia comparado con lo que te puede llegar desde las asociaciones de padres o incluso de los propios compañeros.
    Muy buena entrada. Muchas gracias.
    F.G.

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    1. Sí, esa es la imagen que dan muchos de ellos, pero te aseguro que hay también gente normal. En cuanto a los profesores, dices bien: casi son más peligrosas las asociaciones de padres, los directores, jefes de estudios y algunos compañeros. No me gustaba que me obligaran a hablar en catalán en el patio o en el pasillo con alumnos castellanoparlantes. Es más, me parecía fatal. Claro que las clases también las tenía que dar en esa lengua, a pesar de dominarla mucho menos que el español. Pero a eso había que ajustarse.
      Muchas gracias por asomarte por aquí.

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