Es un artículo interesante, del que traducimos los párrafos dedicados a una persona muy querida en este blog desde sus inicios: nos referimos al susurrante paracaidista Ferran Mascarell, un pelotilla de rostro achinado, militante por entonces de Bandera Roja; un pasado del que se desmarcó pronto, quizá cuando empezó a intuir que aquello no le llevaría a ninguna parte (como casi todos los que se mencionan en el artículo, pero él mucho más).
Su condición de "independiente" le permite volar en la dirección del viento sin tener que disculparse de nada y ahora ha tomado tierra como delegado de la Generalitat en Madrit. [No sabemos si, fracasada la "operación MikiMoto", Rufián lo ha aceptado como inquilino en su pisito de arribistas].
Póster de Ferran Mascarell, militante de Bandera Roja (BR) [granuribe50.blogspot.com.es] |
El actual delegado de la Generalitat en Madrid, Ferran Mascarell, aún conserva el Libro Rojo de Mao, aunque no lo llegó a digerir entero porque lo encontraba "indescifrable". En su casa también había un ejemplar de esta recopilación de 430 citas del líder comunista chino, una edición en castellano de 1972 e impreso "en papel de biblia".
Mascarell explica que se apuntó a Bandera Roja en 1971 "porque era más hippioso, más libertario y más romántico". Estuvo tres años, hasta que le tocó hacer el servicio militar. Asegura que él era más descreído que otros camaradas y señala que la influencia del maoísmo en el partido [BR] era escasa.
Al final de su intervención, Mascarell acaba asegurando que "la Revolución Cultural era un referente mítico y mitificado del que no sabíamos nada de nada"». Pues esto es lo que hay (y lo que hubo).
Enlace: Maoísmo catalán: recuerdos y vergüenzas (en el original está en catalán; ¡ojo!: es nivel avanzado)
Tampoco nosotros entendemos nada de Laklau ni de Moffe y míranos, 71 escaños como 71 soles. A tope vamos.
ResponderEliminarPodemos Bonanova.
A juzgar por su optimismo, se diría que usted no necesita para nada del elixir de la señora Bescansa, o tal vez sea que ya ha procedido a ingerirlo. En cualquier caso, Dios le conserve la fe y el entusiasmo: sin duda los necesitará durante la travesía del desierto, Podemos Bonanova.
EliminarLos maoístas de aquella época, convencidos o no, miraban por encima del hombro. La verdad es que las conversaciones con la mayoría de ellos eran pesadísimas, sobre todo porque habían leído mucho, dominaban el tema y pontificaban un montón. Yo creo que algunos eran de buena fe, pero otros se creían unos intelectuales con un nivel supremo a los que hubiera venido muy bien un punto de frivolidad. MJ
ResponderEliminarNo sabía que ese melifluo individuo hubiera manejado nunca la hoz y el martillo, ni calado en su siempre bien peinada cabeza la gorrita de Mao Tse Tung. Gracias por la información.
ResponderEliminar