Juan José Millás se refiere en su columna al Congreso de los Diputados y a la vida irreal que habita allí, pero seguramente lo que dice sería extensible al que tenemos por estos lares, el
Parlament de Catalunya, en el que sus políticos también parecen flotar en una especie de evanescente irrealidad y vivir a costa de ella, muy bien por cierto.
Gran Uribe pasa de ellos, está desconectado de esa gente y aspira a estarlo un poco más cada día, pero reconoce que está enfadado por esta mierda que pagamos todos (los que pagamos).
«La política y la vida actúan en territorios diferentes, lo que viene a ser como si el Madrid y el Barça se enfrentaran jugando aquel en el Bernabéu y este, en el Nou Camp. O como si en una corrida de toros el torero estuviera en Las Ventas y el toro en la Maestranza. Lee uno las páginas de la prensa dedicadas a la política y las dedicadas a la realidad y le parece mentira que vengan en el mismo periódico, pues las primeras hablan de Marte y las segundas, de la Tierra. No digo que Marte no acabe enganchando, sobre todo si lo dan por la tele, pero cuando acaba el programa, o lo que sea aquello que llamamos programa, uno tiene que hacer la cama o tender la ropa o fregar los cacharros o renegociar la hipoteca, no sé, o buscar las ofertas de la semana en el supermercado.
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Congreso (proyecto de Narciso Pascual y Colomer) / Parlament (proyecto de Joris Prosper Van Verboom, reformado luego por Pere Falqués) |
»Lo que sucede en el ámbito político es irreal, tanto si hablamos de los acuerdos secretos como de los desacuerdos patentes. Cruzan las cámaras las puertas de Congreso y aparece una suerte de Shangri-La que los telespectadores observamos con el deslumbramiento con el que un recién llegado de la aldea contempla las luces de la gran ciudad. Al otro lado de esas puertas existe un mundo en el que sus habitantes, teniendo el sustento asegurado, se dedican, para no aburrirse, a hacer las pillerías típicas de colegio mayor. La mejor noticia que hoy puede recibir un padre no es que su hijo haya encontrado un trabajo real, pues si es real será una mierda, sino que ha conseguido una plaza en la irrealidad. Nuestro hijo ha huido del mundo real, le dice el esposo a la esposa tapando el micro del teléfono. ¡Qué descanso!, exclama la esposa, ¿y en qué irrealidad ha ido a caer? En la de la política, responde el hombre con un suspiro de alivio; ya podemos morirnos».
Juan José Millás,
Sangri-La, EL PAÍS (29/7/2016)
El texto no tiene desperdicio y la frase: " ... mundo en el que sus habitantes, teniendo el sustento asegurado, se dedican, para no aburrirse, a hacer las pillerías ..." es genial. Supongo que lo que me gusta de ella es eso de tener el sustento asegurado. En cualquier otro trabajo, una falta de profesionalidad tan gorda como es no ponerse de acuerdo, cuando ése es el objetivo fundamental de la política, sería castigado sin empleo y sueldo. Bueno, pues como esto es el mundo irreal, no. Creo que a algunos incluso les han indemnizado por lo poco que han estado. MJ
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