«Yo recordaba nebulosamente aquel antiguo jardín donde los mirtos
seculares dibujaban los cuatro escudos del fundador, en torno de una fuente
abandonada. El jardín y el Palacio tenían esa vejez señorial y melancólica de
los lugares por donde en otro tiempo pasó la vida amable de la galantería y
del amor. Bajo la fronda de aquel laberinto, sobre las terrazas y en los
salones, habían florecido las risas y los madrigales, cuando las manos blancas, que en los viejos retratos sostienen apenas los pañolitos de encaje, iban
deshojando las margaritas que guardan el cándido secreto de los
corazones.
 | Pazo do Faramello (Rois, La Coruña) |
¡Hermosos y lejanos recuerdos! Yo también los evoqué un día lejano, cuando la
mañana otoñal y dorada envolvía el jardín húmedo y reverdecido por la
constante lluvia de la noche. Bajo el cielo límpido, de un azul heráldico, los
cipreses venerables parecían tener el ensueño de la vida monástica. La caricia
de la luz temblaba sobre las flores como un pájaro de oro, y la brisa trazaba
en el terciopelo de la yerba huellas ideales y quiméricas, como si danzasen
invisibles hadas».
[Ramón del Valle-Inclán, Sonata de otoño (fragmento)] |
No hay mejor preludio para el otoño -mi estación preferida cuando en mi juventud era el verano- que unos párrafos de la sonata melancólica de otoño de Valle mi escritor preferido del modernismo español. La sonata tiene como eje la música y la melancolía en ese amor tardío y otoñal por Concha. La prosa musical del texto está llena de figuras retóricas que crean el ritmo de sonata con sus tempos y modulaciones. Valle utiliza el ritmo para adentrarse en los paisajes del alma para referir el diálogo entre los amantes en esos jardines otoñales en que el Marqués de Bradomín hace de las suyas. La sonata está llena de un simbolismo perceptible de música, sean las campanas, el susurro del viento, el crujir de las hojas secas, el murmullo de la fuente, incluso el silencio es parte de ese juego que nos posee en la lectura de esta obra que nos has traído hoy. Saludos.
ResponderEliminarMe alegro deque te haya gustado ese preludio otoñal, con el gran Valle-Inclán. Una prosa llena de figuras retóricas que me embelesa.
EliminarSaludos.
Bueno, creo que Joselu lo ha expresado de manera inmejorable. Poco puedo aportar, sólo el saludo desde aquí a ambos.
ResponderEliminarSalut
Sí, como Joselu lo ha interpretado así de bien, también tengo poco puedo añadir.
EliminarSaludos a ambos.
El texto y la foto encajan. Un beso
ResponderEliminarEstuve buscando un buen rato una imagen quee ncajara con lo que me inspirara el texto, que no fuera la típica postal. Veo que he acertado. Besos.
EliminarValle Inclán es un maestro en el arte de las descripciones, llenas de elementos sensoriales, yacseaxen sus esperpentos como en estas sonatas modernistas.
ResponderEliminar"Ya sea en", maldito corrector.
ResponderEliminarMe pasa continuamente, Cayetano. No problem, como dicen en la "pérfida Albión".
EliminarMe has dado donde me gusta. Valle, para mí, ocupa un lugar destacado en el " Parnaso " de celebridades literarias: cráneo " previlegiado", como diría aquel borracho refiriéndose a Max Estrella.
ResponderEliminarPues sí, Valle me gusta, me embelesa por momentos, muy en especial en esas descripciones a las que te refieres. Leí este fragmento de su "Sonata de otoño" hace unos días y pensé: ¡Fijo! El dia 22 lo cuelgo.
EliminarSaludos.
De Valle, un libro: "La lámpara maravillosa". Su léxico, su forma de escribir, inmejorable.
ResponderEliminarSalut
Lo tendré en cuenta, Tot. ¡Gracias!
EliminarUn texto exquisito, muy bello, es como un jardín italiano donde los trazados son contenidos y la vegetación crece sin el temor de las tijeras.
ResponderEliminarImagino el "jardín cerrado" donde "el Magnífico" se retiró a reflexionar sobre el orden de lo Humano.
También podría haber imaginado el "jardín de las confidencias", donde los enamorados se juran amor eterno mientras manosean las margaritas.
Salud.
Bueno, bueno, bueno, quién nos habla de jardines. De los que citas al final de "Jardí Ardent" (¡ya lo tengo en mis manos!) he disfrutado de algunos, pero nunca estuve en ninguno situado en un pazo gallego. Pensé que cuadraba con ese bello fragmento de Valle-Inclán, pero claro, nunca una fotografía puede llegar ni a la solapa al texto de un maestro como él.
EliminarUn abrazo