miércoles, 21 de junio de 2023

¡Que tengan un buen verano!

En este preciso momento empieza el verano. Le pilla a G.U. leyendo El vino del estío, una obra de Ray Bradbury, el autor de Fahrenheit 451. Una prosa poética, con cierta magia, que le "mola cantidad" (como se decía antes). Narra ese momento de la infancia en que llega el verano, el fin del colegio, esos meses en los que cada día es único, lleno de aventuras. Una novela que homenajea Isabel Coixet en su película La librería, en la escena en la que, después de tomar el té, el señor Brundish le pide a la librera Florence Green que le envíe El vino del estío en cuanto lo reciba.

En fin, ya se sabe que, en lo que se refiere a gustos, nada es plenamente transferible. A cada uno le gusta lo que le gusta. Pero, en fin, sea como fuera... ¡ay, qué fue de aquellos veranos que nos parecía que iban a durar para siempre...!

Portada y contraportada de El vino del estío, Ed. Planeta, minotauro, 2020
Hay momentos muy buenos en ese libro. Como cuando describe lo agradable que es sentarse en el porche (de la casa del pueblo en que viven los protagonistas) en las noches de verano (pág. 42). O cuando el abuelo relaciona, desde siempre, el día que empieza el verano con el sonido de la cortadora de césped y el olor que desprende la hierba, que ese día un tipo pone en marcha y él oye y huele desde su ventana. Pero justo entonces, el tipo que lo corta —que es periodista y hace eso por añadidura, a desgana— le ofrece instalar los rollos de un césped que nunca más habrá que segar porque mantiene siempre su altura. El abuelo se niega en redondo, claro; para un placer que le queda (pág. 63).

Y le dice, entre otras cosas:

«Bill, cuando tenga usted mis años, descubrirá que las cosas pequeñas, las alegrías pequeñas, cuentan más que las grandes. Un paseo en una mañana de primavera es preferible a un viaje de cien kilómetros en un coche que corre a los saltos. ¿Sabe por qué? Porque en el paseo  hay aromas, cosas que crecen. Hay tiempo de buscar y encontrar. [...]  ¿Por qué no aprenden de la naturaleza? Cortar el césped y arrancar zarzas puede ser un modo de vida».


En otro momento, nos habla Bradbury de lo que perduran las conversaciones, las canciones que se han oído alguna vez. Y qué decir de la luz; las cosas vistas no mueren, quizá las encontremos en los panales de abejas, en las libélulas...
Boucheron, Abeja (1902)
Ray Bradbury, El vino del estío, Ed. Planeta, minotauro, 2020 (pág.185)
René Lalique, Libélula, 1898 / (MUSEO ART NOUVEAU Y ART DÉCO CASA LIS, Salamanca)

El verano se acaba, y los zagales lo detectan rápido al ver el escaparate de la librería, ya con el material para el curso...
Ray Bradbury, El vino del estío, Ed. Planeta, minotauro, 2020 (pág.310)

Para acabar, las músicas, las canciones también perduran, casi como los olores. Es oír una que nos gustó y hacía tiempo que no escuchábamos y aflorar en cascada los recuerdos de un momento en que fuimos felices o quizá infelices. G.U. se ha levantado esta mañana y a través del patio le ha llegado en sordina una melodía sencilla y alegre que le gustó mucho hará cuarenta años, cuando estaba de moda la música que llamaban new age. Pues bien, sepan que lleva todo el santo día tarareándola sin poder parar. Le pone de buen humor y le suscita hermosos momentos de entonces.

Dentro vídeo (además de la música, hay paisajes, hay cielos, hay montañas, llanos, mar, atardeceres, lunas...).

Ray Lynch, Celestial Soda Pop (1984)

¡QUE TENGAN UN BUEN VERANO!

7 comentarios:

  1. Magnífica entrada. Es vitalista. Eso me alegra un montón, porque trasmite alegría.
    Un abrazo y buen verano ¡

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    1. En mi momento actual creo que estoy bastante necesitado de cosas que me transmitan alegría y ésta es una de ellas.
      Un abrazo.

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  2. Apreciar los momentos tranquilos, de buen vivir, el matiz... De esto se trata, y no complicarse la vida ni el pellejo, ni reclamar chutes de adrenalina ni siquiera sumergirse en aguas titánicas.
    No quiero que nadie me diga que tengo que salir de mi zona de confort.
    Tomo nota del libro. Me ha gustado el vídeo.
    Te deseo que pases un buen verano.

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    1. «No quiero que nadie me diga que tengo que salir de mi zona de confort». Has dado en el clavo. Eso mismo pretendo yo hoy en día, aunque a veces ciertas voces amigas te recomienden que lo hagas. Cada vez me gustan menos los consejos no solicitados.
      Yo también te deseo que pases unos buenos días, en los que sin duda sabrás apreciar los momentos tranquilos, de buen vivir, tal como dices.
      Un abrazo

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  3. ¡Buen verano, Uribe! Pero no nos dejes plantados, que te seguimos la pista.
    Muchas gracias
    F.G.

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    1. Tranqui, no tengo previsto dejaros plantados, aunque probablemente mis apariciones sean más espaciadas.
      Muchas gracias a ti.
      Un saludo.

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  4. Un poco más tarde también deseo a todos un buen verano. Aún da para mucho. Saludos. MJ

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