Viñeta de El Roto (10/6/2020) |
El caso es que uno se ha hecho a esta rutina, cada día igual al de ayer y al de mañana, imposible saber en qué día de la semana vive, ni en qué día del mes. Su hipocondría congénita se ha visto incrementada, pero la combate intentando activarse en la cocina y en alguna otra tarea doméstica, aunque su maltrecha rodilla (un efecto colateral más del coronavirus, como ya se explicó en estas páginas) se lo hace complicado.
[Y al final del día, dado que arrastra una irritación de garganta y nariz desde hace esos mismos tres meses, realiza rutinariamente unos vahos de vapor con un aparato que inserta en nariz y boca, con una especie de aroma de eucaliptus (no inquietarse, no piensen mal, no se trata de "bufaradas" del sapo bufo; si fuera así, ya no estaría escribiendo aquí)].
Le tranquiliza saber que está sano, según los análisis practicados, pero no salvo (por lo de la inmunidad, que no tiene), lo cual acrecienta su resquemor. Y, por desgracia, lee menos de lo que esperaba cuando empezó este asunto; quizá le falta la concentración necesaria, pero la idea de que esto pueda prolongarse le consuela un poco en este aspecto, porque piensa que ya acabará de leer próximamente lo que tiene pendiente. No habrá ni Albacete ni "isla mágica" este verano.
Cumulonimbos sobre Barcelona / Fotografía de Alfons Puertas (10/6/2020) |
También ha mirado hacia arriba cuando de dirigía a algún centro médico, lugares que van reanudando su actividad con unas condiciones ambientales como de ciencia ficción. En una de esas salidas pudo vislumbrar algo de lo que refleja la fotografía de Alfons Puertas, una ciudad aplastada contra el suelo. Pero esas expediciones con la mascarilla y toda la parafernalia adjunta, más que animarle le acaban deprimiendo. Y más de esas que le quedan, por desgracia. Pero en fin, en breve intentará hacer alguna incursión por esos mundos de Dios, y... ¡a vivir, que son dos días!
Eso....eso....a vivir que son dos días, si................¡y la mitad de noche¡
ResponderEliminarSalut
Vamos a intentar que sean más de dos. Yo casi aprovecho la noche más que el día; en esta casa somos bastante noctámbulos, casi como aves nocturnas.
EliminarGracias por compartir esa maravilla de foto. Ayer fui a Sitges. Se puede. No había mucha gente y el paseíto fue muy agradable, a pesar de la mascarilla y el gel hidroalcohólico cada dos por tres. Veremos qué pasa a partir del 21. MJ
ResponderEliminarNo ha elegido usted mal destino, aunque Sitges me queda lejos y me temo encontrarlo masificado. Quizá me quede más cerca, por Port Ginesta, a pesar de que nos han comentado que «El Capità» ha cambiado de dueño, de menú, de camareros... No soy amante de esos cambios; siempre me dan mala espina, porque pocos sitios que estén bien evolucionan a mejor.
EliminarSí, se jubiló el dueño y lo siguieron manteniendo hasta finales del año pasado. Ahora son otros. Desde entonces no he ido. MJ
EliminarEn algunos casos, el confinamiento trastoca la percepción del paso del tiempo, confunde las horas. Creo que acrecienta la hipocondria y la misantropía. Más de dos o seis conocidos me lo han confirmado. Estoy convencido de que la misantropía aumenta cuando vemos el comportamiento del personal, la irresponsabilidad y el incivismo de los ciudadanos, el incumplimiento de las normas, la palabrería de los responsables políticos, la constatación de las mentiras de los medios, los datos y las posverdades, la propaganda política, los mensajes interesados, la incongruencia de las recomendaciones, el paisaje urbano, la desesperanza del panorama económico, el futuro incierto que adivinamos, etc.
ResponderEliminarLa misantropía es acumulativa, induce a la reclusión y al confinamiento personal, el misantropo entra en bucle.
Salud
Francesc Cornadó
Yo estoy en ese caso, mi percepción del tiempo ha cambiado, acrecentando mi hipocondría habitual; creo que estoy empezando a hacer peligrosas incursiones en la misantropía, con lo que te confirmo que, si es así, yo soy el séptimo de esos conocidos que citas, aunque nuestro conocimiento sea virtual.
EliminarMe tienen negro todo esos aspectos que describes, Francesc, no te has olvidado de uno solo. He dejado de ver televisión, de escuchar debates de indocumentados impresentables y de leer periódicos por ese motivo. Y me indigno mucho cuando salgo al balcón y veo a algunos de mis vecinos por la calle haciendo el imbécil, sin respetar absolutamente nada de lo que hay que hacer: ganas me darían de pegarles unas cuantas voces, pero tampoco quiero crearme más enemigos de la cuenta (ya tengo algunos) ni que me tomen por un cascarabias (cada vez lo soy más). Y me deprime un poco ver la ciudad en esta situación, con ese futuro incierto que adivinamos. Pero espero no entrar en bucle...