I
Esta historia comienza el día en que volvíamos en tren a Barcelona a finales de septiembre, después de pasar tres meses de vacaciones en Hostalets de Balenyà al aire libre, haciendo el salvaje. De eso ya hemos hablado alguna vez en este blog, y mucho más que lo haremos en futuras entradas, bajo el título «Recuerdos».
Llegábamos a la Estación de Francia o al apeadero de plaza de Cataluña; pero lo que yo recuerdo sobre todo es que lo primero que veía al asomar la cabeza desde el subterráneo de plaza Cataluña, ya anochecida y a veces lloviendo, eran los anuncios luminosos que parpadeaban en las azoteas: "Tío Pepe", "Danone", "Flan Potax", "Cerebrino Mandri", todo eso. Y en seguida el ajetreo de gente presurosa, coches, tranvías. Yo apenas podía caminar sobre el asfalto, de tan acostumbrado como estaba a hacerlo por los caminos de tierra y los descampados; era una sensación muy rara.
Miguel Tomás Romero / granuribe50 |
Pero no nos despistemos. Llegamos a la lúgubre casa de la calle Muntaner 561, un lugar que siempre rememoro como en blanco y negro. «Mierda, otra vez aquí» —pensaba para mis adentros, quizá en los inicios de una depresión—. Lo siguiente que recuerdo es la entrada al piso; su olor a cerrado y una extraña sensación de aire detenido no me los he quitado nunca de encima. «Mierda, —quizá me repetía—, otros nueve meses en este túnel». Y es que así lo vivía yo, una especie de túnel que aún puedo recorrer a lo largo del pasillo con los ojos cerrados y habitación por habitación, como si no hubieran pasado sesenta años.
Recuerdo a mi madre todos los días. A mi padre intento no recordarlo.
ResponderEliminarLos recuerdos son salteadores de caminos. Están allí cuando menos te lo esperas, y hoy han ido a por ti.
Uno ha de procurar ser buen fajador.
Es curioso lo de la regla de tres, cuanto más años cumplo más me acuerdo de la niñez y menos de lo que cené el día anterior.
Sigue con la historia, me gusta.
Salut
En efecto, son salteadores de caminos y me pasa como a ti: cada vez recuerdo más mi niñez y menos lo que hice ayer o de qué iba la película que vi anteayer.
EliminarCuando vuelva a por mí el salteador, continuaré adelante...
Esas sensaciones de la vuelta de vacaciones que rememora, la diferencia de entorno, tipo de vida...
ResponderEliminarEs curioso, si me pongo a pensar, recuerdo con todo lujo de detalles nuestra ida de veraneo en junio, sin embargo la vuelta a Madrid a finales de septiembre, estación de Atocha, taxi, llegada a la calle de Fuencarral, nada, en serio. No sé ni siquiera si mi padre iba a buscarnos. Lo comentaré con mi hermana a ver si me da detalles. MJ
Yo la ida también la recuerdo perfectamente, pero lo que me ha venido ahora a la memoria es la antesala de los meses del curso, ya en aquel piso. El verano es otra historia...
EliminarY de eso hablaré cuando me ataquen de nuevo los «salteadores de caminos». Se trata de recuerdos, sensaciones, imágenes. Momentos de una vida. Nada más.
Yo también recuerdo más la ida que la vuelta. De la vuelta, si acaso, solo bultos y maletas. Un tostón. Y las tormentas que anunciaban el final del verano. Eso sí. En el campo, donde yo pasaba el final del veraneo, eran espectaculares.
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