| Barcelona, hotel Colón, noviembre de 1936 / [Fotografía: Pérez de Rozas] |
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| Portadas del fotolibro Ibiza, Fuerte y Luminosa, de Joaquim Gomis y Josep Lluis Sert Editorial Polígrafa, colección Fotoscop, 1967 |
«Es esta isla pequeña raro ejemplo de medio físico en que la tierra, y el modelo que la agricultura le impone, edificios, poblaciones, así como los objetos que los lugareños han venido creando a lo largo de los siglos, constituyen una entidad completamente armónica. La huella del hombre aparece por doquier, en los muros de piedra que limitan la propiedad, o forman los bancales, en las masadas y las iglesias, de modo tal, que todo parece formado por un mismo espíritu, e integrando una unidad común, expresión de necesidades humaas básicas y medios limitados.
Durante siglos, los lugares más seguros cuando los piratas hacían incursiones en la isla, fueron las iglesias fortificadas. Iglesias únicas en su género, que sin ser mucho mayores que los demás edificios, pueden distinguirse a distancia como puntos de referencia prominentes por sus campanarios, contrafuertes, y en ocasiones, por sus tejados almenados. [¿La conocen no? Es la iglesia de San Jorge, donde contrajeron nupcias G.U. y doña Perpetua hace treinta y ocho años].
Pero Gomis no solo retrató esta fortificada iglesia, Quizá la foto más conocida suya es aquella en la iglesia de San Juan, con esos señores con sus sombreros, silueteados ante la fachada de la iglesia, probablemente durante el sermón, una práctica habitual, salir un rato fuera mientras hablaba el cura.Pero retrató varias más. Las captó casi todas con su cámara. Por ejemplo, por citar la que más conoce G.U. —y en este blog han salido alguna vez— las de Cubells, San Josep de sa Talaia, con su reloj de sol (está próxima a La cueva de Alí Babá, ya saben) y la de Santa Inés.
Y continuaba Sert: «Son blancas por fuera y por dentro: sus generosos porches que protegen de la lluvia y sol, constituyen una prolongación de la plaza pública, y lo vía-crucis se extienden a estas plazas a a los caminos rurales que en ellas convergen de manera que parecen avanzar al encuentro de las gentes que se dirigen a las iglesias. Son éstas un buen ejemplo de cómo un edificio puede adquirir preponderancia sin una monumentalidad que dependa del tamaño o de otros factores convencionales; son monumentos y símbolos por derecho propio y sin esfuerzo».Este medio ambiente de Ibiza posee cualidades que escasean en nuestras comunidades de hoy pues logra por medios sencillos, un feliz maridaje entre lo natural y lo debido a la mano del hombre. Molinos de viento, norias y los blancos dinteles de los portales, añaden otros elementos de repetición que unifican y animan el paisaje, pero la repetición de estos elementos simples, nada tienen de monótono, sino que por el contrario pone de relieve la consistencia de su mesura, equilibrio y armonía.A diferencia de otos lugares en que la evolución ha hecho víctima a su capital de especulaciones al margen de cualquier norma, Ibiza (hasta muy recientemente, la única ciudad de la isla) que no se ha malogrado. Las casas que forman la ciudad alta, el puerto, así como las que asoman a la orilla del mar, se aprietan unas contra otras y las magníficas murallas antiguas, único element a escala monumental de toda la isla, encierran la ciudad alta, cuyas casas son de dimensiones semejantes a aquellas otras desparramadas por los campos, solo que aquí, los pequeños cubos blancos con sus ventanas y balcones, se empinan unos sobre otros acendiendo hasta lleagar a la catebral vieja y el castillo que corona el monte.Y concluía así su prólogo:
Pero vivimos un momento de activo turismo y la isla atrae turistas (en especial jóvenes) de todos los países. Ello es una bendición pues las cosas hermosas pertenecen o debieran pertenecer a todos, ser para deleite de todos; sin embargo, juntocon aquelos que legan a la isla para disfrutar de la vida, para reunirse con otros, llegan también quienes aspirantan solo a beneficiarse de modo material de los tiempos cambiantes que si fueran inteligentes y tuvieran amplitud de miras, independientemente de sus lucros, comprenderían que lo que tanto atrae, es la personalidad y el carácter de la isla.
Sólo podrá perpetuarse la armonía y bellaza de Ibiza si el vocabulario de las formas que le dan carácter, hallan su equivalente contemporáneo. No se trata de imitar la arquitectura del pasado construyendo incongruentes decorados que ni se corresponden a nuestros tiempos ni a nuestras necesidades, pues lo que imprime personalidad a Ibiza, lo que la hace ser como es,es ni más ni menos una arquitectura nacida de limitaciones y resuelta con gran sencillez de formas. Asimismo, introducir elementos de arquitectura popular importada de otras regiones, destruirá la unidad y la armonía que han sabido sobrevivir al paso de los siglos. Se impone pues una disciplina continuada y constante de limitacion a formas auténticas si se quiere que Ibiza siga siendo lo que es: algo único».
Por esa zona, el propio Josep Lluís Sert proyectó algunas casas, que ahora se confunden con las tradicionales. Como hemos dicho al princpio, también actuó en las proximidades, en un lugar escarpado llamado Punta Martinet, donde diseñó una urbanización —Pep Simó—para seis chalets, el del fotógrafo Joaquim Gomis (que apenas las fotografió), el suyo propio y el de otros amigos.
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| Ibiza, Urbanización Pep Simó (Josep Lluís Sert) en Punta Martinet |
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| Ibiza, Punta Martinet, Casa Josep Lluís Sert, plantas de distribución |
Pero hablar de la obra de Sert en Ibiza, avui no toca















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