jueves, 11 de julio de 2024

Sobre una novela: "Desaparecidos" (Tim Gautreaux)

¡Cómo les diría! En tiempos complicados, G.U. tiene un antídoto para no caer en situaciones anímicas no deseables. Él sabe que, cuando se sienta en una butaca o ya en la cama, tiene grandes compañeros. Las buenas novelas.
Y esta que comentamos es una de ellas. Hay que empezar por decir que Tim Gautreaux (1947) es un auténtico "creador de mundos", como lo fueron otros grandes autores. Ya los creó en su novela El paso siguiente en el baile y en sus relatos breves El mismo sitio, las mismas cosas, ya comentados aquí.

Ahora incide otra vez, con Desaparecidos. Su mundo es el de Louisiana y el Misisipi, sin duda. Tras el inicio, con unas pinceladas en Francia, al final de la guerra del 14, en la que hiere por error a una niña, el protagonista, Sam, vuelve a Louisiana, donde ejerce de encargado de un gran almacén. Pero la desaparición allí, por secuestro, de una niña que se había alejado de sus padres, provoca su despido. 

El caso es que los padres de la niña desaparecida trabajan en uno de esos barcos de vapor con ruedas que navegan por el Misisipi y el Ohio, el Ambassador, en los que hay baile y diversión. Un precursor de los siniestros party boats que atruenan nuestras costas, vaya. Sam se siente culpable y, como deduce que los secuestradores andan por esas riberas, busca trabajo y lo encuentra en ese barco, con ánimo de recuperar a la niña. En él y en las orillas del río transcurre la novela.

Más abajo presentamos una pequeña muestra de la vida del protagonista a bordo de ese buque de ruedas, el Ambassador, recuperado de la chatarra  a los efectos de llevar a la gente río arriba río abajo, bailando la música de Nueva Orleans y armando bulla. Ragtimes, foxtrots, jazz de Nueva Orleans, todo eso tan evocador, hablamos de los años veinte. Se citan en el libro muchas músicas, muy de aquella época, entre otras el clásico de Jelly Roll Morton Grandpa´s Spells, por ejemplo.


«Su trabajo de la noche consistía en pasearse por las cubiertas para detectar cualquier indicio de problemas, desde una pelea hasta un incendio. En la parte delantera de la cubierta de abajo, detrás de la escalera principal, había una especie de salón al aire libre, una zona delimitada por muebles de mimbre y macetas de plantas, ocupada por personas de avanzada edad a las que servían cuatro camareros que les llevaban bebidas heladas en cubiteras plateadas mojadas por la condensación. El barco se deslizaba río abajo, a la velocidad de la corriente, entre cargueros fondeados por cuarentena, y una brisa subía desde el agua como una bendición; por mucho que los pasajeros desearan con ansia la música y la bebida, el principal motivo por el que se embarcaban era huir de las recalentadas aceras de la ciudad y del tórrido calor de sus casas, que no se refrescaban hasta media noche. 

A las ocho y media, subió a la alargada pista de baile, que parecía un ancho túnel de madera a rebosar de música. De cada arco del techo colgaban mortecinas lámparas de color amarillo, rojo y azul, y la banda se había acomodado en un foxtrot de tempo moderato adornado con improvisaciones de clarinete. La brisa se fundió con la melodía y pareció acompasarse al ritmo de la música, proporcionando a las cuatrocientas parejas un respiro en sus vidas, transidas de una humedad que solía cubrir de moho verde los zapatos de baile que guardaban en el fondo del armario. A través de las ventanas, se veía el reflejo de las luces de la costa en el agua y se oía el ruido de la corriente mezclado con las exhortaciones de las bocinas, mientras todos sentían el balanceo del agua bajo los pies, que seguían los pasos del baile y hacían que las parejas viraran y navegaran por la pista bajo las luces de colores. Sam recordó el crujido de las maderas y el caos estático de aquella sala unos días atrás. Ahora se había convertido en una nube que se desplazaba al territorio de los sueños, y pronto sería, en la mente de aquellos bailarines, un recuerdo que sobreviviría al barco muchos años».

El trabajo del protagonista, Sam, es el de vigilar y detener todos los altercados que se producen, limpiar los resultados de la juerga, que suelen ser bastante desagradables (los usuarios se traen el alcohol de casa y suelen ser bastante cafres) y evitar incendios a bordo, que los hay con frecuencia. Y en eso consisten sus avatares. Pero sobre todo, se trata de recuperar a la niña secuestrada.

Y eso le lleva a diversas aventuras y tribulaciones varias, con momentos de ironía y humor alternando con otros de cierto dramatismo. Quizá le sobran algunas páginas al libro, en nuestra modesta opinión, pero da igual, se lee bien. Gautreaux crea un mundo poblado de personajes de toda condición a lo largo de la peculiar singladura fluvial del Ambassador; un formidable elenco de seres humanos en unos escenarios complejos, que su talento de escritor eleva a cotas narrativas de altura, en opinión de G.U. Y, sin ánimo de hacer spoiler, el personaje protagonista, Sam, se comportará según mandan los cánones del auténtico héroe: un tipo ejemplar. Y... con un final abierto que se intuye feliz. ¡Mejor!

Aunque no nos gusta nada recomendar lecturas —eso es un arma que la carga el diablo y a cada cual le gusta lo que le gusta—, lo hacemos por esta vez, sin que sirva de precedente: si tienen horas libres este verano y les gusta que les cuenten buenas historias, no duden en asomarse a este novelón. No creemos que encuentren muchos así en autores actuales (Tim Gautreaux es un maestro, aunque nunca abusa de los recursos literarios más comunes; al contrario, es escueto, eficaz y explica bien todo).

8 comentarios:

  1. Gracias por la recomendación. Me lo apunto. Un beso

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    1. Yo creo que es un bonito libro para leer despacio. En realdad, como la trama es sencilla, se puede leer en diferenes sesiones incluso separadas por días. Besos.

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  2. Yo también tomo nota, ahora que estoy de vacaciones. Me ha interesado lo que cuentas. Leí los cuentos de ese autor y me parecieron muy buenos. Por otro lado, me gusta que las novelas me abran campos más allá de mis narices. Eso sí, necesito que sean buenas, que tengan cierta calidad literaria. No me vale cualquier cosa.
    Muchas gracias.
    F.G.

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    1. Esta novela en concreto tiene calidad literaria, aunque sin ningún alarde estilístico, que siempre es temible...
      Muchas gracias a ti.

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    1. Ya sé que no es el ámbito que más te motiva, pero siempre es una buena opción para cambiar el chip.
      Un abrazote.

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  4. No llegué a esta entrada , lo siento, aunq no hago más q desearos feliz verano jaja en realidad hasta agosto no tengo vacaciones , de hecho este es uno de los peores meses porque como agosto es el único mes inhábil o lo q tengas pendiente lo metes ahora o hasta septiembre nada ..está novela tiene muy buena pinta, mientras te escribo escucho la música q has colgado ¿es un foxtrots? no tengo ni idea pero suena muy años 20 sí y además ambienta mucho , me cuesta asociar el Misisipi a la vida en los años 20, para mí va asociado a la esclavitud, las grandes plantaciones, Tom Sawyer... un héroe a la búsqueda de una niña durante los años 20, por el Misisipi es apetecible para una tarde calurosa de verano cuando pueda aburrirme a gusto durante las deseadas vacaciones...jaja mentira, no me he aburrido en mi vida, salvo en algún juicio ;) mil gracias un abrazo muy fuerte , luego te veo la actual q te escribo desde el móvil y se me ha colado una pantalla flotante y casi ni veo lo q te escribo ;)

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    1. Bueno, todo llegará, eso le pasa a mucha gente, que en julio se les acumula la faena.
      En la novela muchas de las músicas que señalan pertenecen al jazz de Nueva Orleans y el que se autodenomina inventor de ese tipo de música es precisamnete Jelly Roll Morton.
      Hay dos bandas en la novela: una de blancos, que tocan en el piso de arriba (especialmente por las mañanas) y por la noche otra de negros que tocan con mucho más ritmo y más marcha, porque el público es más juvenil y gamberro. Esta segunda orquesta es muy mal vista al principio, con bastante prevención, por ser negros. Pero poco a poco la gente se da cuenta que es mucho mejor que la otra y se lo pasan mejor con ella.
      Y es que, como dice el tópico millones de veces repetido: "los negros llevan el ritmo en la sangre"...
      Un abrazo fuerte.

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