sábado, 3 de febrero de 2018

Gregorio Morán y el acuerdo de Opel

La prensa ha contado lo del acuerdo entre trabajadores y empresa para que se siga fabricando Opel Corsa en Zaragoza, sí, pero de una manera bastante aséptica, sin casi asomo de crítica. En EL PAÍS, nada de nada, y en El Mundo poco más:

«El preacuerdo de convenio colectivo alcanzado el pasado lunes por la tarde y firmado por los tres sindicatos mayoritarios de la planta UGT, CCOO y Acumagme, que aglutinan el 75% de la representación de los trabajadores de Opel Figueruelas, ha salido adelante con el 60% de los votos. El convenio tendrá vigencia hasta 2022 y es el primero que la factoría tendrá bajo la dirección de la nueva matriz, el grupo PSA, quién ha exigido duros ajustes para que los costes salariales de la planta zaragozana, superiores en un 17,2% a los de PSA Vigo, se reduzcan ostensiblemente. Estos tres sindicatos advirtieron este martes a sus afiliados de que "el preacuerdo es lo mejor que podíamos obtener", aunque "somos conscientes de la pérdida sufrida". Además, avisaron de que, "si no hubiera ratificación, se abriría un nuevo proceso negociador, pero el objeto ya no será la defensa de algunos puntos de nuestro convenio, sino la defensa de la planta y del empleo"».


Viñeta de Máximo
Viñeta de Máximo

Y esto es lo que nos dice Gregorio Morán en su Sabatina intempestiva de hoy, titulada El retroceso:

[...] «Todo eso quedó atrás. Ahora chantajean a miles de trabajadores, ponen cerco a una ciudad que vive de una empresa más arrogante que un señor medieval, y qué ocurre. No decimos nada. No sólo no hay un reportero que lo cuente, ni que no sea dependiente de los gerentes y sus jefes de comunicación —de los que no conocemos ni sus nombres—, los sindicatos pían con la boca pequeña mientras rezan a San Rita "por lo suyo". Y todo porque nos negamos a admitir que estamos al pairo, que invirtiendo los versitos de Bertolt Brecht, primero esclavizaron a los peones, luego chulearon a los trabajadores, al tiempo corrompieron de saldo a los sindicatos, posteriormente compraron a los diarios y enmudecieron a los currantes. La lucha de clases, la conciencia de ser un trabajador se convirtió en la uniformidad de la argolla. Mi vida por un trabajo. 


Fotografía: Jaime Villanueva
Baste decir que en el diario español referente de esa libertad perdida, si es que se existió alguna vez, ocuparon los trabajadores de la industria de Figueruelas menos espacio mediático que la aparición del Partido Animalista, donde una señorita exhibe en sus brazos un cerdito que parece lavado con perlán».


4 comentarios:

  1. Cierto. Y tristísimo. Neoliberalismo loco, y salvaje, diría yo.

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  2. Vía de difícil solución. MJ

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    1. Sí, ahora ya tiene mala solución. A partir de la reforma laboral, aceptada sin rechistar por los sindicatos...¿qué se les puede pedir que hagan ahora? Estamos inmersos en pleno liberalismo loco y salvaje, como dice con acierto Anónimo 23:51.

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