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Capitel. Tinta china sobre papel vegetal -F.C.-
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Nuestro colega —y sin embargo amigo (virtual)— Francesc Cornadó publicaba hace
un par de días
en su blog
un hermoso dibujo suyo —a tinta china azul— de un capitel del "orden compuesto",
con sus hojas de acanto y sus volutas. A G.U. esto le ha removido recuerdos de
cuando dibujábamos esos elementos en la ETSAB, utilizando estilógrafos en la
asignatura de "Dibujo Técnico" o con acuarelas en "Análisis de formas
arquitectónicas". Todos los compañeros clamaban que eso no servía para nada
porque no era práctico, pero uno nunca lo pensó, aunque las pasara canutas ese
curso.
Bueno, sigamos con algo que G.U. intentaba explicar a sus alumnos de
bachillerato en un crédito optativo, pero sin mucho éxito, porque: o uno no lo
explicaba bien o a ellos les traía al pairo todo eso o quizá los dos supuestos a
la vez.
[Tal vez tendría que haberse tatuado en el cuerpo el dibujo
de algún capitel o las palabras "dórico" o "jónico", tal como hace actualmente,
"con gran éxito de público",
un profesor de literatura
con frases del Quijote o versos de Alberti].
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Esquema seccionado de un templo griego hexástilo
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Un templo griego octástilo: El Partenón (447-432 a.C.), Acrópolis de
Atenas
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Vamos al lío. El capitel es solo una parte de un entramado en el que
participan otros elementos, dentro de un orden. Los "órdenes" son, en esencia,
unos sistemas de columnas que surgen de una base (o
Krepis) y que, a
través del capitel, sostienen el entablamento, que a su vez soporta la
cubierta, todo ello con una forma y unas dimensiones concretas para cada
orden. Así los usaron los griegos, sus "inventores", que siempre utilizaron
arquitectura adintelada, pero no el arco.
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Si cambias la dimensión de algún elemento, todo cambia / Superposición
de órdenes [Coliseo de Roma]
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Los romanos se sirven de los órdenes, aunque estructuralmente a veces no los
necesitan, ya que los edificios los suelen aguantar con arcos y bóvedas. En el
Coliseo o en los arcos de triunfo comprobamos que ejercen una función de
adorno sobrepuesto y, muy especialmente, de control de las proporciones del
edificio. Nos lo explica muy bien John Summerson en su libro
El lenguaje clásico de la arquitectura (Ed. GG). Con un lenguaje sencillo, es un libro muy recomendable.
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Los diez libros de Arquitectura, de Vitruvio Imagen del
Sexto Libro / Portada de Alianza Forma
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Los órdenes dórico, jónico y corintio, según Vitruvio / Lámina del Museu de Prehistòria de València |
Vitruvio describe los órdenes con todo detalle en el S.I a.C., en su
obra
Los diez libros de Arquitectura, que se imprimió por
primera vez en Roma a finales del S. XV. En ella se ofreció al artista del
Renacimiento una información privilegiada para reproducir las formas
arquitectónicas de la antigüedad greco-latina, tan admirada en ese momento.
Establecía, entre otras muchas cosas, que el orden de cada templo debe ir
supeditado al carácter del dios al que se consagra en él.
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Bramante, San Pietro in Montorio, Roma (~1503)
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Bramante, San Pietro in Montorio, Roma (~1503) / Dibujos de Bill Risebero [De Bill
Risebero, Historia dibujada de la Arquitectura Occidental, Ed Blume, 1982]
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A principios del S. XVI, Bramante utiliza los órdenes en el templete de San
Pietro in Montorio de modo admirable, con la elegante columnata de su
peristilo, de orden toscano (dórico romano). Suban ustedes hacia el monte
Gianícolo, en Roma, y lo comprobarán, aunque no les será fácil acceder al
patio de la Academia de España, donde está situado.
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Sebastiano Serlio codifica los
cinco órdenes (~1540): toscano, dórico, jónico, corintio y
compuesto
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Hacia el año 1540, Serlio estudia las ruinas romanas y codifica los órdenes
de Vitruvio para poder aplicarlos a los nuevos edificios del Renacimiento
italiano. Se trata del "toscano", "dórico", "jónico", "corintio", que
reciben su nombre desde Vitruvio, y el "compuesto", una evolución del
corintio. Estos dos últimos, el corintio y el compuesto, con sus hojas de
acanto incorporadas, añaden a los capiteles una cierta pesadez en cierto
modo innecesaria, en opinión de muchos.
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Los capiteles de los cinco órdenes, según la Enciclopedia Francesa
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Serlio no fue el único en esa tarea de codificar los órdenes; lo hacen
después Vignola y Palladio, en Italia. En otros países, muy especialmente
en Francia, pero también en Inglaterra, Alemania o incluso España (Diego
de Sagredo, J. B. Villalpando, etc.), se publican en los siglos XVII y
XVIII bastantes tratados de arquitectura que los estudian y actualizan.
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1. Portada de los IV LIBROS DE ARQUITECTURA, de Andrea Palladio
(Venecia, 1570) 2. Portada de
NOUVEAU TRAITÉ DE TOUTE L´ARCHITECTURE ou L´ART DE
BASTIR,
del abad M. De Cordemoy (París, 1706)
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1. Los cinco órdenes según versión de Claude Perrault, con una
escala modular (1676) 2. Sobre la génesis del capitel corintio,
a partir de las hojas de acanto halladas al pie de una urna
funeraria [Claude Perrault]
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Por ejemplo, el del abad De Cordemoy (1706) o el de Claude Perrault (1676).
Son tratados que suelen empezar con una lámina con el dibujo de los cinco
órdenes y las medidas que cada autor cree más adecuadas, definiendo todas
las partes del conjunto con dibujos detallados. Los elementos más
identificables, los capiteles, son objeto de atención especial.
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Gianlorenzo Bernini, Sant Andrea al Quirinale (1658-1670) / Francesco Borromini, San Carlo alle Quattro Fontane (1665-1667)
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Unos los siguen a pies juntillas y otros, los más audaces, los transgreden
ostentosamente, sobre todo durante el barroco. De esto hablaremos un poco
más en otra entrada: Roma, Bernini, Borromini... Son palabras mayores.
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Abad Laugier, Essai sur l´architecture (1755) / William
Chamber, Treatise (1759), ilustración.
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Pero tras ese furor del barroco, y a partir de la segunda mitad del
S.XVIII —el Neoclasicismo—, se vislumbra un intento de reconducir el
pensamiento arquitectónico hacia líneas más racionales. Se rebusca en los
orígenes, en un intento de inferir qué es lo que llevó desde las chozas
del hombre primitivo ("el modelo en que se ha inspirado toda el esplendor
de la arquitectura", según el abad Laugier), hasta el nacimiento del orden
dórico y su evolución posterior.
En ese período se crearon muy buenos edificios y muy famosos, hasta el
punto de que es difícil seleccionar uno solo. Dejemos, pues, hacer ese
trabajo a Google, con la búsqueda "Arquitectura neoclásica", a ver qué nos
ofrece. ¿Reconocen ustedes algunos de ellos? De un total de veinticuatro, doce (50%) es un aprobado.
Pero llegó el neogótico de Viollet-le-Duc —un movimiento que no
entusiasma especialmente a G.U.— y allí parece como si terminara todo,
aunque nunca acabó de morir, porque los órdenes de la arquitectura clásica
siguen estado presentes, de un modo o de otro, desde hace cinco siglos. O
sea que... pocas bromas con ellos.
De todos los órdenes en los capiteles, me quedo con el Dórico. Lo encuentro simple, sin abalorios, sencillo y funcional, nada recargado.
ResponderEliminarGracias por la clase.
Te aseguro que me has hecho recordar la "Historia del Arte en cuadros esquemáticos" que tengo, del profesor Azcárate, Ed Epesa
Me ha gustado ¡
Haremos preguntas, a ver si has digerido bien la clase, jeje...
EliminarMuy interesante lo que dices, de que en muchas construcciones romanas, las columnas no cumplen una misión de sostener el techo, sólo son adornos. No me había fijado.
ResponderEliminarSaludos.
Ellos aguantaban las masas con arcos, que pueden ser de ladrillo, piedra, etc. Apenas necesitaban las columnas para aguantarlas y por eso en muchos casos, sobre todo en fachadas, están de adorno y como forma de modular el edificio.
EliminarAmigo GranUribe, agradezco tu osadía de por publicar este dibujo mío, es un dibujo apresurado de trazo rápido que al final se echó a perder por culpa de la elección del papel y la excesiva carga de tinta chino. Uf, cada vez dibujo peor, debería ejercitarme más a ver si me recupero.
ResponderEliminar“El lenguaje clásico de la arquitectura” de Summerson es absolutamente recomendable.
Encuentro en el capitel corintio una desproporción que a veces me molesta, luego parece que, con la dimensión de las volutas, el capitel compuesto intenta reconducir la desproporción: disminuye el espacio de las hojas de acanto y parece que se recompone. De todas maneras, prefiero sin lugar a dudas, el dórico griego, ese capitel con un equino prodigioso; incluso el dórico romano me gusta, y admiro la elegancia de jónico. Después ya vendrán los demás.
Un abrazo.
Francesc Cornadó
Eres muy modesto con tu dibujo, que está la mar de bien, aunque siempre el autor es el primero en ver los defectos, si no está pagado de sí mismo.
EliminarEstoy de acuerdo con eso que dices de los capiteles, y el libro de Summerson es muy recomendable, incluso para no iniciados.
En cuanto a lo de dibujar, uf, me pasa igual y, desde que no doy clase se ha agudizado mi desentreno.
Saludos.
Bonita entrada. Esperamos más como esta.
ResponderEliminarMateo.
Gracias, Mateo, por darme ánimos. Según el contador de visitas, este tipo de páginas son las que no ve casi nadie. Eso me da igual, pero no te pienses, esta especie de clasecita da faena y yo no estoy para muchos trotes...
EliminarMuy buena entrada de blog. La verdad es que he aprendido cosas que no sabía y que siempre me interesaron. Buenas imágenes, bien escogidas y comentadas.
ResponderEliminarMuchas gracias.
F.G.
Muchas gracias, F.G. Estas entradas las hago sobre todo para mí, para dejar constancia abreviada de cosas que me interesan. Si alguien las sigue, mejor que mejor, pero si no es así, no hay problema. Las hago y me entretiene hacerlas...
EliminarUn saludo.