G.U. no sabe si recuerdan cómo eran las sucursales bancarias hasta hace unos años. Pongamos nuestro caso: un antiguo alumno de doña Perpetua nos citaba para algún asunto (recibos, nóminas, pensiones de jubilación, esas cosas). Ibas, esperabas y, al cabo de un rato, te recibía, recordabas brevemente tiempos antiguos, te preguntaba por la familia y ya rápidamente se iba al grano. Es cierto que normalmente te querían endosar algún "producto" nuevo, alguna extraña libreta, pero todo se comentaba. En la última visita que le hicimos antes de que se jubilara ya nos indicó que si no valorabas su asesoramiento con un 10 (en una escala 0-10) se le llamaba la atención por parte del director. Por otra parte, si ibas a cobrar un dinero o a pagar un recibo, te dirigías a la caja y allí te pagaban o pagabas, sin más historias.
Esperando turno en el interior de una Caixa Store, de La Caixa |
Bien, como sabrán ustedes, todo eso ha ido desapareciendo, cada vez hay menos
sucursales en el barrio (han cerrado varias, antes había casi una por manzana, lo cual era un
derroche) y ahora la más próxima está a más de un kilómetro de casa y es lo que
llaman ahora Caixa Store, una especie de salón absurdo, con unas butaquitas azules o grises y sillas muy
modernas; una gentil azafata te recibe y te pregunta qué quieres, te hace
sentar en uno de esos artilugios "de diseño" y, en las oficinas más rumbosas, te ofrece un café para animar la espera.
Todo eso hasta
que llega un sujeto que no has visto en tu vida ni probablemente volverás a
ver (los van trasladando o suprimiendo), provisto con un ordenador portátil y
te lleva a otro lugar a venderte la moto. Si la cosa se puede resolver en un
cajero automático, allí te derivan sin más y allí generarás una cola del
copón, porque normalmente es muy difícil gestionar todo eso, códigos de
barras, números de expediente, etc., o te animan a que lo resuelvas desde tu
ordenador.
[...] «La rapacidad y codicia de las grandes firmas bancarias, su despiadada
búsqueda ciega de beneficios a toda costa, lleva tiempo liquidando estas
pequeñas sucursales, esos reductos donde la humanidad todavía es factor
decisivo. Donde el cliente encuentra un rostro, una conversación, un
consejero y a veces un amigo.
»Cada vez que se saluda con trompetazos la fusión de dos grandes entidades
bancarias, la experiencia hace que te preguntes cuántas sucursales
sacrificadas significa eso, cuántos empleados van a ir a la calle [...], cuántos clientes serán condenados a peregrinar a otra oficina lejana hasta
que también ésa sea clausurada, al frío cajero automático, a la
comunicación bancaria que te informa de que en adelante no habrá más
comunicaciones por correo, y avisa al pobre abuelete de que si no aprende
a manejar claves, contraseñas y aplicaciones de un teléfono móvil de
última generación, o si no tiene un nieto o un hijo que sepan moverse por
Internet y se ocupen de eso, en adelante lo va a atender el banco de Rita
la Cantaora.
Es asombroso el silencio cómplice de los medios informativos, incluso la
sumisión de los clientes, ante la impunidad con que los bancos reducen
gastos y procuran mantener intactos sus beneficios. Siempre fue así, por
supuesto; nunca una entidad bancaria buscó el bien de la humanidad. Tales
son las reglas, y se aceptan. Pero la actual falta de pudor, el modo
infame con que, pretextando facilitar el servicio, acorralan a quienes no
tienen más remedio que confiarles su dinero, tiene cada vez menos
límites. [...]
Nadie les pone límites, nadie les para los pies, nadie los obliga a
garantizar servicios elementales, atención razonablemente humana,
seguridad operativa para quienes, privados de otra opción, se ven
obligados a confiarles sus ahorros.
»Tal es el triste presente, y todo indica que irá a más. A peor. Atados a
una madeja de contraseñas, toques en móviles, aplicaciones que convierten
en un calvario lo que antes se solventaba en una sucursal mediante un rato
de espera, un papel y una firma, obligados a moverse por un mundo virtual
que ni conocen ni les interesa conocer, millones de abuelos, y no tan
abuelos, miran hoy desconcertados la pantalla de un teléfono móvil con las
siglas de un banco a cuyos accionistas, gerentes y técnicos, ajenos a la
realidad inmediata de la vida, les importan literalmente un
carajo».
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Antes, cuando estabas mirando al cajero, debías cubrirte las espaldas por miedo a un atraco. Hoy, el problema es que te has de cubrir la frente, los atracos vienen desde dentro.
ResponderEliminarUn abrazo
En cuanto a lo de los atracos desde dentro, te remito a mi comentario a tu buen amigo Francesc.
EliminarLei ese articulo de Don Arturo, siempre les leo, a mi lo que más me preocupa es que desde el mismo gobierno te impongan tener una cuenta bancaria con los costes que ello supone. ¿Por que yo no puedo ir a Hacienda con mi dinero a pagar mis impuestos?, ¿porque yo no puedo pagar una multa en efectivo?, ¿porque no me manda hacienda mi devolución en un cheque nominativo que yo pueda cobrar en ventanilla?.
ResponderEliminarEste compadreo banca-gobierno sería razonable en un gobierno de esos que llaman "fascistas, capitalistas, machistas.." y todo eso acabado en ista, pero que un gobierno paritario, igualitario, progresisto y sociolisto no lo entiendo muy bien.
Hace un mes, una entidad con la que hacia algunas operaciones, me dice en un correo que me manda un viernes a las 10 de la noche que me va a "beneficiar" con unos beneficios del copón, como yo soy escéptico en esto de que venga alguien y me regale algo, (a pesar de ser un apuesto y simpático varón español), pues me dedique a leer el comunicado y descubrí que si mantenía mi actividad en esa cuenta, donde tenia un credito de 4500 euros y hago algunas cosas fuera de mi vida de trabajador me iban a beneficiar con unos costes de entre 180-240 eurazos anuales.
Llame a la persona que me hizo la cuenta y con la que hacia financiación de camiones y ya no estaba en esa oficina y me dio el teléfono del nuevo director. Le llamó y le digo que "no quiero beneficiarme" de las nuevas condiciones y me contesta sutilmente que "o me beneficio, o me beneficio", (cual independentista referendum si o si). Y le digo que "verdes las han segado" al dia siguiente cancele el crédito y cerré la cuenta.
Pero como digo, los bancos pueden cobrar lo que quieran, es su negocio, lo malo es que desde el gobierno nos obliguen a ser clientes de alguno. Como también es vergonzoso que para ponerte en contacto con la administración, ir al médico y demás siempre tengas que llamar a un teléfono.
Un saludo.
P.D. Gran Uribe me ha jodido una entrada, se lo dices de mi parte, porque yo iba a hablar de lo mismo. Y ya van dos, la del Quijote y esta.
Siento haber "chafado la guitarra", pero creo que tú pensabas darle un enfoque diferente y, por tanto, sigue abierto el asunto. Por lo que a mí respecta, me he permitido tomar de tu blog ese breve vídeo de Clint Eastwood sobre la carta a los Reyes Magos.
EliminarActualmente, los bancos son infraestructuras dispuestas para ejecutar el robo y la burocracia de las administraciones. Son enemigos peligrosos. Cuando entramos en una oficina bancaria tenemos que ser conscientes que aquello es un territorio enemigo.
ResponderEliminarEn 1802 Thomas Jefferson (Presidente de lo EEUU) ya decía esto: "Pienso que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que ejércitos enteros listos para el combate. Si el pueblo americano permite un día que los bancos privados controlen su moneda, los bancos y todas las instituciones que florecerán en torno a los bancos, privarán a la gente de toda posesión, primero por medio de la inflación, enseguida por la recesión, hasta el día en que sus hijos se despertarán sin casa y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron"
Salud
Enemigos peligrosísimos y hay que entrar armado en esas sucursales bancarias. Una vez, hace algún tiempo, entró en una de esas oficinas un padre con un niño que llevaba una pistolita de juguete; un cliente pensó que era un atraco y le conminó al padre, a grandes voces, a que se fueran de allí. Quizá no sabía que los atracadores están más allá del mostrador, como dice Tot Barcelona, y que de ese zagal no tenía nada que temer.
EliminarNo hace mucho, en la Caixa, una excelente agente que inspiraba confianza en el cliente, me dijo que la entidad no quería que los clientes adquirieran confianza con los agentes y que, por eso, los cambiaban constantemente de destino para que no se produjera lo que ellos llaman "compadreo". Ir a una entidad bancaria ahora es algo frío y distante. Hay horas para hacer ingresos o sacar dinero, si no, entiéndete con el cajero; horas para hacer gestiones y si llegas cinco minutos después ya te has quedado colgado aunque tengas urgencia. Antes parecía que mantenían las formas de que tú eras el cliente que depositabas tu dinero en su entidad, ahora te desprecian porque saben que no tienes otro remedio. El sistema bancario y el ferroviario se ha deshumanizado totalmente. Las estaciones de tren carecen de personal que las atienda y tienes que entenderte con las máquinas -si es que funcionan-. Este es el futuro en que estamos.
ResponderEliminarIgnoraba que ese cambio continuo de personal en las oficinas bancarias fuera deliberado, pero me cuadra perfectamente. No lo había pensado, pero tiene su fundamento. Y en esas estamos.
EliminarHace más de dos semanas que no me funciona la libreta. He ido dos veces a la oficina de Caixabank y aún no se ha arreglado el problema. Probaré mañana a ver si hay suerte. MJ
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