martes, 5 de enero de 2021

La noche de Reyes, según Clint Eastwood

Viñeta de Forges (6/1/2016)
Era una "noche mágica", casi como las de las más sonadas victorias del Barça. Nuestra madre —Patiña— se esforzaba a tope durante las Navidades: nos llevaba pacientemente a tiendas de juguetes y bazares diversos para saber qué queríamos poner en la carta a los Reyes. Eran decisiones difíciles de tomar, porque cada año salían juegos y juguetes nuevos, y no teníamos la tabarra de la TV dando cuenta a todas horas; pero uno lo tenía claro "desde el minuto 0", como se dice ahora: "quiero un tren eléctrico", acababa pidiendo en su carta.

Nuestros padres nos enviaban al cine esta tarde del día 5 para ir preparando "el operativo" en el salón de casa. Luego, por la noche, hacían ruido adrede; moviendo sillas y tosiendo, con ánimo de hacernos creer que esos personajes habían llegado ya. Por la mañana, al abrir la puerta, encontrábamos mondas de naranja simulando que los Reyes Magos se las habían zampado... Una puesta en escena maravillosa. Nuestros padres se esforzaban un montón, la verdad.

Pero el resultado final era casi siempre parecido: unos cuantos libros de Salgari (¡bendito Salgari!, él inició a Gran Uribe en la lectura), indios y cowboys con su caravana correspondiente, algo parecido a un futbolín o similar y algún novedoso juego, casi siempre fallido ("Finanzas", "Fletes", un desastre). El tren eléctrico soñado, nunca, y G.U. no se lo echó en cara jamás, bastante hacían...



Pero con el paso de los años los hermanos de G.U. se fueron enterando de "la impostura", hasta que ya no hubo más remedio que comunicárselo a este pobre papanatas, muy delicadamente —eso sí—para evitar soponcios innecesarios. 

En fin, ¡qué tiempos! Y ahora, en este año de mierda, hemos llegado a una noche de Reyes en que la petición de G.U. a esos tres itinerantes sujetos ha sido casi la misma que formulara en su día Clint Eastwood...


[G.U. coincide con Correcaminos y, por supuesto, con Clint Eastwood, en la petición de este año a los Reyes Magos de Oriente]




Leopold Mozart, Fragmento de la Sinfonía de los juguetes

«Es uno de mis más antiguos y tristes recuerdos. Tenía cinco años cuando lo vi en el escaparate de la juguetería junto al equipo de sheriff, el mecano, los juegos reunidos Geyper, el autobús de hojalata con pasajeros pintados en las ventanillas: juguetes que a menudo exigían complicidad y esfuerzo, y de los que no te despegabas hasta los reyes siguientes. Incluso para los niños afortunados -quince años después de la guerra civil no todos lo eran- había sólo uno o dos regalos por cabeza. Y si te portabas mal, carbón. Por lo demás, con imaginación, madera, alambre y latas vacías de conservas se improvisaban los mejores juguetes del mundo. En aquel tiempo, a las criaturas todavía no nos habían vuelto los adultos pequeños gilipollas cibernéticos». [...]

Pero les hablaba del caballo. En esa época, para un crío de cinco años, un caballo de cartón suponía la gloria. Aquél era un soberbio ejemplar con silla y bridas, las cuatro patas sobre un rectángulo de madera con ruedas; tan hermoso que me quedé pegado al cristal sin que mis abuelos, con quienes paseaba, lograran arrancarme de allí. Me fascinaban sus ojos grandes y oscuros, la boca abierta de la que salía el bocado de madera y tela, la crin y la cola pintadas de un color más claro, los estribos cromados. Era casi tan grande como los caballitos de la feria que cada Navidad se instalaba en el paseo del muelle, frente al puerto. Parecía que era de verdad, y que me esperaba.

Cuando consiguieron alejarme del escaparate, corrí a casa y, con la letra experimental de quien llevaba un año haciendo palotes, escribí mi primera carta a los reyes magos. [...]

Para leer cómo acaba, clicar en el enlace: El caballo de cartón

5 comentarios:

  1. Yo me enteré a los cinco años, pues el hermano mayor de mi vecino, se lo dijo. Así empecé la lista de descreimientos, que no ha hecho más que engordar desde entonces.
    Mateo M.

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  2. A mi me deben un "escalextric" desde hace mas de cincuenta años, y los tíos se siguen haciendo los suecos

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  3. También yo me enteré a los cinco años. Mi madre me lo dijo sin contemplaciones. Le pedí un Mecano, y fuimos a comprarlo el día anterior a los Almacenes El Águila, que estaban de oferta.
    Me compró el nº 1, el más pequeño, no había más dinero.
    Lo puse en la única mesa que teníamos en la barraca, aquel mismo día por la noche, tan envuelto como cuando lo compramos. A la mañana siguiente ya lo pude abrir.
    Fui el tipo más feliz de Can Valero.
    salut

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  4. Una gran decepción cuando te enteras de la verdad y siempre por otros.... una perdida de creerte lo que te cuenten, y ya solo buscas el regalo como impositivo temporal de unos papanatas que se creen "los Reyes"...una pena, si señor.
    Hoy termina todo este rollo y a comenzar a agarrarse los machos pues nos han traido regalitos discordantes como es la "nueva realidad" , osea comenzar a seleccionar recordatorios funerarios pues la ciudad se ha a aligerar de habitantes...

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  5. Mi hermana lo sabía y no me lo dijo. Y yo, que era bastante despistada me enteré más tarde. Pero cuando lo supe lo decía a todo el mundo y me valió regañinas. Es difícil hacerse mayor. MJ

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