jueves, 27 de febrero de 2020

Por fin, de nuevo leyendo

¡Ay, qué abandonados les tengo a ustedes! La verdad es que estos días han sido (y están siendo) bastante convulsos y muy oscuros, un verdadero sinvivir, por motivos muy próximos y bastante dolorosos que no vienen al caso. Lo cierto es que, por eso mismo, desde el día de San Álvaro G.U. apenas ha tenido un momento de sosiego para escribir aquí.

Tampoco para sentarse a practicar lo que más le gusta del mundo, su «deporte» favorito: leer un rato en una butaca cómoda a la luz de una lámpara, oyendo a Mozart y con un buen libro entre las manos, saboreando tranquilamente el gin tonic de media tarde. ¿Y qué lámpara?: la TMM de Miguel Milá, naturalmente, esa que le viene acompañando desde hace décadas. ¿Y qué mejor que leer las reflexiones de su creador, un hombre tranquilo, sensato y gran diseñador de objetos cotidianos, el susodicho Miguel Milá.

Veamos algunas de las cosas que dice en ese libro:

Lámpara TMM (1962)
«Cuando era joven me daba vergüenza reconocer, y ya no digamos afirmar, que me importaba la belleza, que consideraba esencial la parte estética de las cosas. Ahora me enorgullezco de haberla cuidado. También de decirlo. Y hasta de repetirlo: la estética es lo más importante. La función se da por hecha. Pero la emoción estética enriquece la compañía.

Los objetos nos rodean siempre, incluso cuando no se utilizan. Por eso lo más importante no puede ser únicamente el uso, porque la presencia de los objetos es tan fundamental como su uso.

Una lámpara está mucho más tiempo apagada que encendida. Y cuando está apagada, lo mínimo que puede hacer es no molestar. Y lo máximo, alegrar la vida. Acompañar sería el punto intermedio».

Y continúa Miguel Milá:

Miguel Milá, Lo esencial. El diseño y otras cosas de la vida. Ed. Lumen, 2019

5 comentarios:

  1. El diseñador habría de contar con las premisas que nos indica Miguel Milá.
    Salut

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    1. Por desgracia pocos lo hacen. Antes está el lucimiento personal, algo que también les ocurre a la mayoría de arquitectos-estrella.

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  2. Quedaba mal decir que esto o aquello era bonito, la belleza quedaba relegada y todo parecía que debía someterse a la función. Si algo nos parecía bello era mejor decir que era "interesante".
    Mila supo juntar función y belleza y apostó siempre por la belleza ya que esta tiene la función de hacernos la vida más agradable. Ha sido un militante de la estética.
    Francesc Cornadó

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    1. Es cierto, es cierto, quedaba mal decir que algo era bonito o era bello. Todo tenía que ser funcional, útil o «un arma cargada de futuro», como decía Gabriel Celaya respecto de la poesía.

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  3. Yo lo siento, pero me canso rápido de lo bonito a secas. MJ

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