sábado, 29 de febrero de 2020

El arte, un antidoto contra los nacionalismos

Bueno, bueno, ya de vuelta de las emociones vividas en el aquelarre de Perpignan, G.U. se permite al fin un rato de sosiego, ese que procura dedicar cada día, a media tarde, a la lectura en su sillón (que aunque no sea el «Voltaire» de Bryce Echenique, seguramente es más cómodo), a la luz de la lámpara TMM. Hablábamos de eso hace dos días.

Portada de la decimosexta edición (1994)
Ahora, a la vuelta de ese emotivo evento en Perpignan, le ha dado por releer algunos capítulos de LA HISTORIA DEL ARTE CONTADA POR E. H. GOMBRICH, en la edición que obra en casa, la decimosexta, de 1994. Es una obra un poco controvertida, ya que bastantes especialistas se rasgan las vestiduras con ese texto, tildándolo de superficial (va dirigida sobre todo a legos en la materia y estudiantes), pero el autor es competente y ameno, está bien escrito, se lee casi como una novela y contiene gran cantidad de reflexiones de mucho interés, ya desde la introducción. Además, la edición está cuidada y las ilustraciones, muy bien escogidas, se sitúan al lado del comentario que se hace de ellas, no como en tantos libros de arte en que andan reunidas en pequeños fascículos y hay que buscarlas cada vez. Pero, con la ayuda de Google, uno puede contemplar las obras de las que se habla en el texto y que no están reproducidas en él.

Para quien no lo sepa, Ernst Gombrich (Viena,1909 — Londres, 2001) fue un historiador de arte británico de mucho prestigio. Nació en Viena, en el seno de una acomodada familia judía, y en esa ciudad finalizó sus estudios de Historia del Arte en 1933. Pero, a la llegada de los nazis, se trasladó en 1936 a Gran Bretaña, donde pasó el resto de su vida.

LA HISTORIA DEL ARTE CONTADA POR E. H. GOMBRICH, fue publicada por primera vez en 1950 (es contemporánea de la obra de Arnold Hauser, Historia social de la literatura y el arte), y ha sido ampliamente difundida, ya que es un texto de divulgación originalmente dirigida a lectores jóvenes. Y, en efecto, joven era G.U. cuando la leyó por primera vez en 1971, recién aprobado el segundo curso de Arquitectura; lo hizo entonces a instancias del inolvidable profesor Sostres, quizá consciente de nuestra «inutilidad».




El caso es que, al hilo de las emociones patrióticas del día, G.U. ha releído la disertación que hizo Gombrich en 1992, cuando recibió el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad Complutense de Madrid. En esa ocasión ya se produjeron episodios que nos pueden evocar a algunos de los que se producen hoy en día. En efecto, pese a tratarse del elevado ámbito universitario, la ceremonia tuvo rasgos de comedia celtibérica, a la que somos tan adictos; grupos de «estudiantes» recibieron al rector de la Complutense en la calle de San Bernardo al grito de «¡Villapalos, chorizo, cumple tus compromisos!», hubo también boicots en la iluminación del acto, con apagados de luz y otras imbecilidades. En fin, las cosas que vivimos ahora vienen de lejos, como pueden ver.

Pero, ojo, gran enemigo como era de los sistemas totalitarios, Ernst Gombrich ya nos lo advirtió ese día en su disertación de agradecimiento. Allí, entre otras cosas, nos alertó también sobre los peligros del resurgir de los nacionalismos, añadiendo que la una de las pocas pócimas contra ese delirio debería residir, precisamente,... ¡en el arte!

Dijo en esa ocasión, entre otras cosas:

«Hoy siento que la República del Saber y de las Letras está nuevamente amenazada por la locura que invade a la humanidad de tanto en tanto. Hablo de la epidemia de extremo nacionalismo, chauvinismo y por cierto tribalismo que recientemente ha desgarrado a Estados enteros y que amenaza con la desintegración y el caos a otros Estados de Europa y de Asia. [...]

El patriotismo, el amor al país propio, es sin duda una virtud, pero el orgullo y la arrogancia que producen odio y desprecio hacia otros también son, sin duda, un vicio. No por nada, después de todo, el orgullo, la soberbia, fue considerado un pecado capital. Es contra este pecado capital de vanidad, esta negación de la hermandad humana, que mi tema, la historia del arte, debería ofrecer un antídoto. Otras ramas de la historia, como la historia de la literatura, pueden abordarse a partir de una estrecha base nacional, dado que sólo aquellos que conocen la lengua nacional pueden apreciar sus obras maestras literarias. El lenguaje de las artes es universal».

Pues sí. Aquí no hemos inventado nada, excepto el sofisticado «Golpe de Estado 2.0», como lo calificaba Felipe González.

10 comentarios:

  1. "...Hoy siento que la República del Saber y de las Letras está nuevamente amenazada por la locura que invade a la humanidad de tanto en tanto..."

    Mi apreciado G.U.
    Hoy en el canal 24 horas, el único que pongo en casa, la periodsita daba la noticia de que en el Pais Vasco, el PNV reclamaba que en la universidad las clases deben darse sólo en euskera.
    Aparte de inflingir la ley de las dos lenguas comunes (euskera y castellano), veo que la cortedad de sus próceres es inaudita. Le explico.

    Si damos las clases sólo en euskera ¿cuántos estudiantes de la misma vascongada creen que se matricularán?, si hay menos del 50% que domine dicho idioma.
    ¿Cuántos profesores están preparados para darlas en euskera?, pues me consta de que la mayoría no domina el idioma como se debería para dar clases en una universidad
    ¿Y cuántos del mundo mundial irían a dar conferencias, seminarios o posgrados en dicha lengua?

    Ya pueden ir ampliando las aulas de la universidad de Burgos.
    Salut

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    1. En la universidad de Burgos se deben de estar frotando las manos.

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  2. Ya que citas a Voltaire, creo que viene a cuento su combate contra las supersticiones y, a pesar de su esfuerzo y el de los ilustrados, el librepensamiento se encuentra herido de muerte, el sectarismo y los nacionalismos estan acabando con el pensamiento racional y como dice Gombrich la epidemia del extremo nacionalismo amenaza. Muchos ciudadanos caen en el sectarismo intransigente y levantan símbolos y agreden con "su pacifismo ramplón" a quien se resiste a entrar en su secta.
    Admiro la obra E.H. Gombrich, fue un expertísimo historiador.
    Saludos

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    1. Yo también admiro mucho la obra de Gombrich, no solo su Historia del Arte. Nos ilumina.

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  3. ¡Ay! Cuanta razón tenía E. Gombrich. Usted también la tiene. Siempre con las cateterías celtibéricas (por supuesto aplicadas a todo el territorio celti/ibérico, incluido, por supuesto, el euskadiko, desde Cádiz a Finisterre y la Junquera). MJ

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    1. Sí, las cateterías abarcan a toda la "geografía española"; no son solo cosas de aquí o del País Vasco. Por cierto... ¡qué manera tan cateta de empobrecer culturalmente a las universidades!

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  4. Por cierto, lea, lea...ay ¡¡¡ estos chicos de hoy que no quieren ser casta ¡

    https://www.elconfidencial.com/espana/2020-03-01/iglesias-quiere-acabar-con-la-limitacion-salarial-podemos_2476675/

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    1. Leo en ese enlace: «Pablo Iglesias ha presentado su propuesta de Código Ético para Podemos que da un vuelco a algunos de los pilares básicos del partido desde su nacimiento. El documento, colgado en la web del partido, cambia el sistema de limitación salarial vinculado al salario mínimo (algo que ya incumplían cargos del partido) y acaba con la imposibilidad de mantener dos cargos a la vez (como ya hacen sus ministros y secretarios de Estado que siguen de diputados). También propone que los mandatos, incluido el de Iglesias, puedan durar más de los doce años fijados ahora como límite si lo permiten los militantes en una consulta y elimina la posibilidad de que las bases puedan forzar la renuncias de sus cargos».

      El señor Iglesias da por finiquitado el recurso de hablar de «la casta» en tono despectivo.

      Y ahora, además, ya que apenas usa actualmente su mochilita (sustituida por un portafolios), podría venderla en wallapop o subastarla en Lamas Bolaño, y podría obtener así una ayudita extra para sufragar los cuantiosos gastos del palacete de Galapagar. ¡Qué tiempos, cuando decía que un político debía vivir en el barrio en un pisito, cerca de «la gente»!

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  5. Magnífico el fragmento de la disertación de Gombrich que ha elegido, gran Uribe. Me encanta. Miraré de encontrar alguna obra de ese historiador.

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  6. ¡Qué bien que hayas mencionado al enorme Gombrich! El párrafo que citas de su disertación de agradecimiento es magnífico. Parece profético. Me quedo con su mención al tribalismo que destilan los nacionalismos. Tribalismo. En eso estamos, desgraciadamente.

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