domingo, 16 de noviembre de 2025

Sobre Coetzee, «El polaco» y Chopin de fondo

Dante Alighieri definió el enamoramiento en su primera obra conocida, Vida nueva (1292-1293) de una forma tan lírica y a la vez tan básica que sigue y seguirá vigente por los siglos de los siglos: «Aparecióseme ella y digo en verdad que el espíritu vital, que en lo recóndito del corazón tiene su morada, comenzó a latir con tanta fuerza que se mostraba horriblemente en las menores pulsaciones».

Y si esto viene a cuento es porque J. M. Coetzee, premio Nobel de Literatura de 2003, ha recreado y actualizado la pasión de Dante hacia Beatrice y lo ha encarnado en su novela El polaco en dos personajes: un pianista polaco de la edad de G.U., intérprete de Chopin, que viene a Barcelona a dar un concierto, y una cuarentona barcelonesa (Beatriz), de clase alta, encargada de la organización del evento. Ella asiste un poco recelosa al espectáculo de enamoramiento que se desata en el vetusto pianista. Para colmo, no le gusta demasiado Frédéric Chopin ni cómo lo interpreta su invitado, pero... No seguimos. Aunque la trama sea mínima, sería hacer spoiler, por si alguno de ustedes lo lee.

Coetzee llega a colocar en boca de su protagonista lo que se intuye como su propio pensamiento sobre la música y la poesía: «¿Por qué es importante?», se pregunta el pianista. «Porque nos habla de nosotros. De nuestros deseos. Eso que está más allá de nosotros». Y en otro momento, en la página que reproducimos, Beatriz reflexiona: «La música es buena en sí misma, como el amor es bueno, o la caridad, o la belleza, y buena además por hacer a las personas mejores personas». Pues va a ser que sí.
Es una novela corta, rara, de lenguaje austero, párrafos bastante breves, numerados por bloques y sin apenas conectores entre ellos, que G.U se ha zampado en un plis plas. Para entendernos, sería todo lo contrario de una novela de Javier Marías (que era gran admirador de Coetzee, por cierto, como G.U. lo es de Javier Marías). Según iba leyendo, uno a veces pensaba "es fácil escribir así, casi lo podría haber hecho yo" y otras veces estimaba que quizá esa manera de hacer le da cierto encanto al libro y misterio a la relación entre los dos personajes; una relación que transcurre entre Barcelona, Gerona (ciudades que conoce bien Coetzee), Mallorca (en homenaje a Chopin, aunque él nunca ha estado allí) y Berlín, la ciudad donde vive el pianista, en la que transcurren los momentos más sombríos de la novela.

Lo que en principio parecía una simple historia de amor tardío se transforma en una meditación, un punto pesimista, sobre el deseo no correspondido, los límites del lenguaje, las diferencias culturales y de edad. Total: que G.U. no sabe todavía si le ha gustado o no. Pero tiene aprecio por Javier Cercas, y suele tener muy en cuenta sus opiniones; la ha valorado así: "Es una pequeña obra maestra, una historia de amor que nace con la música de Chopin. Muy recomendable". En fin, les dejamos con una de las piezas que sonó en ese concierto que relata Coetzee en El polaco, aquella que, por petición del propio Frédéric Chopin, fue interpretada en su propio funeral, junto con el Réquiem de Mozart.


Chopin - Preludio en mi menor Op 28 Nº 4, Claudio Arrau, piano

1 comentario:

  1. Me gustan las frases cortas. Las ideas claras. Los párrafos concisos. Hay un par de autores que les perdono que no lo hagan así, Bolaños y Borges.
    Cuando un libro tiene frases muy largas, el Ulises, por ejemplo, se me hace denso. Sin embargo, el 2666 es un libro que lo he leído tres veces.
    Te agradezco que me hayas puesto sobre aviso de este autor en esta obra. Iré a por ella, pues me has abierto el apetito.
    Un abrazo.
    Cuidate
    Salut

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