miércoles, 12 de noviembre de 2025

Los cuatro arquitectos más influyentes del S.XX (I)

Casa de la Cascada (Wright), Ville Saboye (Le Corbusier), Casa Farnsworth (Mies van der Rohe), Villa Mairea (Alvar Aalto)
Vamos a hablar hoy y en futuras entradas (pendientes de elaboración, ojo) de los cuatro arquitectos que más influencia tuvieron y que resumen lo mejor del S. XX, no solo en opinión de G.U., claro, que no es nadie en estos menesteres. Nos referimos a F. LL. Wright, Le Corbusier, Mies van der Rohe y, en un plano un poco inferior, aunque no en el gusto de este bloguero, su tocayo Alvar Aalto. Cuatro monstruos. Como sería un disparate meter a los cuatro en el mismo saco, iremos de uno en uno. La IA  ha elaborado, a petición nuestra, un cuadro comparativo entre los cuatro, que está bastante bien, con lo que nos ahorramos un pequeño esfuerzo de síntesis. ¡Esta IA es inteligente y todo lo sabe!



En esta primera entrega empezamos por Frank Lloyd Wright, un arquitecto que, cuando estudiaba G.U. en la ETSAB, estaba un poco ninguneado entre los profesores de Proyectos, tal vez porque diseñó viviendas unifamiliares para acaudalados burgueses americanos, y eso estaba mal visto entonces (hablamos de los años setenta) y quizá ahora también. Para Wright, la aspiración a la continuidad espacial es importantísima; su arquitectura se centra en la realidad palpitante del espacio interior, y niega el altivo desapego a la naturaleza que mostrarán Le Corbusier o Mies (no Alvar Aalto).

Frank Lloyd Wright, Casa Robie (1910), Vista exterior, antigua y actual; plantas de distribución
F. Ll. Wright rompió la caja en la que estaba enclaustrada la arquitectura, con edificios como los de algunas casas en las proximidades de Chicago, las "Casas de la Pradera". Diseñó y construyó alrededor de 70 de ellas (Prairie Houses) durante su período Prairie (entre 1900 y 1915). Se caracterizan, en general, por líneas horizontales, techos bajos e integración con el paisaje de las praderas del Medio Oeste. Las plantas de distribución (algunas parecen cuadros de Mondrian en su rigor geométrico y en su lirismo), un volumen con grandes aleros (y cubiertas planas o inclinadas) y unos interiores con una continuidad espacial nueva. Le gustan a G.U. La más conocida es la Casa Robie (1910).
Frank Lloyd Wright, Casa Robie (1910), Interior 

Sí, la Casa Robie es la más famosa de entre las "Casas de la Pradera", dirigidas a gente acaudalada. Pero también hizo otras más modestas, destinadas a profesores, las llamadas "Casas Usonianas", entre 1936 y 1959. Puestos a escoger, quizá la que más nos gusta es la Casa Goetsch-Winckler (1940), que nos parece una de las más simples y elegantes. Consta sólo de dos habitaciones, amplia sala comedor, baño y cocina, con cubierta plana y un espacio interior diáfano.

Frank Lloyd Wright, Casa  Goetsch-Winckler (1910)
La estrecha línea de ventanas rompe el cierre entre muros y alero y está presente en todo el conjunto: desde fuera y desde dentro. Las esquinas desaparecen. El techo vuela, saliendo al exterior. Ese exterior acoge al visitante, le invita a pasar. El muro exterior le guía y le acompaña. Y ya dentro, la planta libre del espacio central y las líneas de ventanas...



No solo hizo viviendas unifamiliares, ojo. También construyó edificios para empresas. El más conocido es el de las Oficinas y Laboratorios Johnson (1936-1939), en Racine. Llama sobre todo la atención el interior, con sus pilares huecos de hormigón rematados por capiteles tipo lily pad y luz cenital. 
Frank Lloyd Wright, Laboratorios Johnson Wax, interior (1936-1939)
Pero hoy nos detenemos en uno que ya no existe. El Edificio Larkin, que construyó para la compañía Larkin, Buffalo, N.Y. Su masiva fachada expresa conscientemente la monumentalidad innata de la arquitectura industrial. Las paredes de ladrillo y esos entrantes y salientes con remates escultóricos indican que esa severidad puede ser dignificada y aligerada sin pérdida.
Frank Lloyd Wright, Edificio Larkin. exterior y planta principal
En el interior, las plantas de oficinas en torno a un patio central estaban iluminadas desde arriba y desde los laterales. Y hablamos en tiempo pasado poque el edificio fue derruido en 1950, pese al alud de protestas que hubo por parte de la comunidad arquitectónica. Parece ser que quebró la empresa, pasó a otras manos y al final se optó por la demolición. Una destrucción impensable hoy en día, que al autor, F. Ll. Wright le sentó como un tiro, no es para menos. No solo ocurren en España estas cosas.
Frank Lloyd Wright, Interior del edificio Larkin
Inicio de la demolición del edificio Larkin, en 1950


En estos tristes días, G.U. tiene frío interno y donde mejor está es en casa ya por la tarde, vamos a reconocerlo claramente. Admiramos mucho a la gente que sale de su torre de marfil y a estas horas vespertinas socializa, apurando la tarde en la terraza de algún bar tomándose una cervecita a gollete,  en pleno relente vespertino. Eso no es lo nuestro, desde luego. Vendrán tiempos mejores, esperemos.
Casa de la Cascada (1937). Frank Lloyd Wright
[Del libro de Henry-Russell Hitchcock]
De todas maneras, cuando se decidan a poner la calefacción porque sus casas se empiecen a enfriar, tengan en cuenta que desciende el índice de humedad. Este problema, el del bajo índice de humedad, no lo deben de tener, sin ir más lejos, los actuales inquilinos de la "Casa de la Cascada", si los hay, la obra más conocida de Frank Lloyd Wright. Estábamos viendo, envidiosos, planos, fotos y vídeos de ella esta mañana y ¿por qué no echarles un ojo aquí, ya que quizá se nos pasó el arroz para ir por allí?
Vista desde la zona baja de la cascada. "Casa de la Cascada". 1937. Frank Lloyd Wright.
Foto crédito: David Brossard.
Planos elaborados por Sara Resa López de Aguileta, de difundirelarte.com
Fachada lateral, con el acceso a la vivienda a la derecha. "Casa de la Cascada". 1937. Frank Lloyd Wright.
Foto crédito: Library of Congress.
Salón en la planta baja, totalmente libre. "Casa de la Cascada". 1937. Frank Lloyd Wright.
Foto crédito: Wally Gobetz.
Nos dejamos cosas y casas en el tintero, para no aburrir. Pero no ésta. Fallingwater fue la casa de campo para Edgar Kaufmann, su esposa Liliane y su hijo, dueños de unos grandes almacenes en Pittsburgh. La "Casa de la Cascada" se convirtió en la casa de los fines de semana para la familia desde 1937 hasta 1963. Desde que se abrió al público, en 1964, ha sido visitada por más de seis millones de personas, sin duda es una de las casas más famosas del mundo y es la obra que ha permitido que Frank Lloyd Wright sea conocido por el gran público, al menos por el interesado en estos asuntos.




Frank Lloyd Wright, Museo Guggenheim, N.Y. (1959)
Y acabamos con el Museo Guggenheim, que construyó para el magnate financiero Solomon R. Guggenheim y su esposa, coleccionistas ambos de arte. Un magnate judío-estadounidense de origen suizo-alemán, dedicado a la minería, que en la década de 1930 comenzó a apoyar el arte no figurativo ya que estaba muy bien conectado con la vanguardia europea. Pues bien, pidió a Wright que le hiciera un museo de "arte no objetivo". Ni Guggenheim ni Wright llegaron a verlo inaugurado.
Frank Lloyd Wright, dibujo en perspectiva del Museo Guggenheim
El caso es que la primera idea de Wright fue la de hacer una especie de zigurat, ya saben, esa torre escalonada piramidal de la antigua Mesopotamia. Pero en una noche de insomnio, esas que inspiran a veces a los grandes artistas, se le ocurrió darle la vuelta a ese diseño  y ponerlo del revés, con anchura creciente en altura, unidas las plantas por un trayecto helicoidal. Y, sin apenas despeinarse, dibujó este magnífico esbozo, que al matrimonio Guggenheim le gustó mucho, como paso previo a la elaboración de la maqueta, que les también les entusiamó, como se puede apreciar en la imagen.
Frank Lloyd Wright, Irene Rotschild (esposa de Guggenheim) y Solomon Guggenheim ante la maqueta
Y dit i fet. Aquí tenemos este homenaje de Wright a Solomon Guggenheim y un canto a sí mismo, un edificio que se ha convertido en un icono de NY, él que detestaba esa ciudad. Su utopía antiurbana de las "casas de la pradera" quizá se ha marchitado, pero la integridad de su visión arquitectónica sigue vigente. Les dejamos con un par de imágenes más.
Frank Lloyd Wright, Museo Guggenheim, N.Y., interior (1959)
Frank Lloyd Wright, Museo Guggenheim, N.Y., interior (1959)

2 comentarios:

  1. Cornado se
    deleteitará
    cuando vea
    esto, a mi
    me has
    deleitado,
    un saludo.

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  2. De entrada, decir que del arranque de esta publicación, he subido a Aalto un par de escalones en mi clasificación de arquitectos, en contraposición a Mies y Corbu, mucho menos preocupados de los seres que han de ocupar sus edificios. Respecto a F.LL.W. decir que al ser de EE.UU. le tenía un poco en la reserva, pues los norteamericanos son expertos en vendernos sus excelencias. Siempre he pensado que, en general, en Europa se hacen las cosas mejor (artísticamente hablando). Esas "casas de la Pradera" no me gustan tanto desde el exterior, pero he de reconocerlas acogedoras. Por ese toque humanista y por haber estado uno mismo en el Guggen de N.Y., que me gustó bastante, le he resituado al bueno de Frank también bastante arriba.
    Mateo.

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