En primer lugar, y antes de entrar en materia, Manuel de la Calva, 1/2
Dúo Dinámico, DEP
El verano languidecía y se acababan las vacaciones. No hacíamos nada, pero
pasaban cosas...
G.U. lee bastante novela de ficción, siempre que esté bien escrita, le
interese lo que cuenta y no destile cursilería por sus poros. Este mes de
agosto, con la pata quebrada y en casa, se ha zampado varias. Hay una que le
ha llamado especialmente la atención, tal vez por esa descripción que hace de los años
cincuenta de una pareja americana estándar; se casan sin saber muy bien por
qué y acaban viviendo en un decrépito apartamento, engañados
por la publicidad que manejaban. Después, la cosa va a peor.
De aquella época de EEUU, nos gusta la música (el jazz, el blues, el rhythm and
blues, el rock, también el country), nos interesa la manera en que se
desarrolló el Pop Art como reflejo del American way of life y la
publicidad que lo ensalzaba, que acabó invadiendo todos los confines. Nos
viene ahora a la memoria aquel collage del inglés Richard Hamilton, titulado
¿Qué es lo que hace que las casas de hoy sean tan diferentes, tan
atractivas?
(1956), todo un icono del Pop Art, que tanto llamaba la (dispersa) atención de los alumnos
de G.U. cincuenta años después (2006). Algo muy curioso, como la novela.
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¿Pero qué es lo que hace a los hogares de hoy día tan diferentes, tan atractivos? / Richard Hamilton (1956) |
Volvamos a la novela (nunca las recomendamos, ojo). Se titula
Golpe magistral, de Jessica Anthony (Ed. Gatopardo, 2024). Seleccionamos un párrafo bastante
representativo de lo que estamos hablando:
«Apartamentos Acropolis Place», había leído Kathleen Beckett en el
folleto. «¡La casa de sus sueños en una colina! Un hogar moderno
para la familia moderna», y venían fotos en color de una familia
blanca a sus anchas: el padre, con una pipa en la boca, sentado en
el sofá con el periódico desplegado sobre el regazo a modo de manta;
dos hijos, niño y niña, jugando a sus pies, y la madre cómodamente
encaramada a un reposabrazos, vigilándolos con una sonrisa
simpática.
A espaldas de ella, una flamante cocina con tres zonas de trabajo
ofrecía «abundante espacio de encimera y almacenaje para la tarea de
preparar la comida», y al fondo, en el exterior, a través de la
puerta corredera de cristal, se veían jóvenes vecinos que saludaban
desde sus balcones de hierro forjado, las largas aletas de los
relucientes coches nuevos aparcados en sus relucientes garajes
abiertos nuevos y, en el centro de todo, rodeado de césped, un
estrecho camino de hormigón que conducía hasta, y rodeaba, una
reluciente piscina comunitaria de color azul turquesa y con forma de
riñón.
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Hace un mes y pico falleció José María Guelbenzu, un crítico literario que fue faro para G.U. a la hora de leer las novelas que él diseccionaba en Babelia (EL PAÍS); uno de los pocos (Gascón, El Roto...) que nos anclaban todavía a ese diario. Murió de modo inesperado, días después de enviar su última crítica a Babelia. Es ésta. En su recuerdo, seleccionamos algunos párrafos de ella, pero no estableceremos los saltos que solemos hacer cuando extractamos (que los indicamos por [...]). Leemos lo siguiente:
«Esta novela es ciertamente curiosa: escrita en 2024 cuenta una historia
americana de los años cincuenta. ¿Quién se ocupa de aquella sociedad
norteamericana en este siglo XXI y por qué?
Así que, del mismo modo que Virgil aceptó el primer empleo que encontró, ella se convirtió en una ama de casa americana. Pero ahora sabemos que fue esta vida americana, ingenua, familiar y segura de sí, donde empezaron a sembrarse los vientos que han traído las tormentas de decretos de Donald Trump. Está contada por Jessica Anthony, no como una época vivida por ella, sino como una época contemplada desde la perspectiva de la distancia y aunque esa elección puede darle a la novela un aire de déjà vu, es, en realidad, una reflexión sobre el pasado que va más allá de la nostalgia de un tiempo y que desvela las consecuencias de aquella forma de vida.
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Me has abierto el apetito, Gran Uribe. Promete ser interesante.
ResponderEliminarUn abrazo
Ojo al dato, tiene un final abierto, y detesto los finales abiertos. Esos en los que el novelista o el director de cine se lavan las manos, no se comprometen y piensan: que se las apañen, que se imaginen cómo acaba todo. ¿Siguen juntos tras la conversación en la piscina, ya anochecido, deciden separar sus caminos? Que sea el lector quien lo determine. Es cómodo para el autor y no se moja el culo con un final que desagrade a muchos.
EliminarUn abrazo.
La noticia me ha dejado muy triste, Descanse en paz mi admirado Manuel de la Calva.
ResponderEliminarHace mucho tiempo que no leo casi nada de ficción, por lo que cuentas, esa novela de Jessica Anthony parece atractiva, debe ser como una de estas películas que nunca veré no por la novela es sí, sino porque nunca voy al cine.
Actualmente me limito al ensayo y a la poesía. También leo una y otra vez a los autores del Siglo de las Luces.
Te digo dos lecturas de este verano, una que me ha gustado mucho y otra que no me ha gustado nada:
1ªJean Racine (magnífico) para leerlo una y otra vez.
2ª Leonard Koren, su "Sobre la creación de cosas estéticas" no me ha gustado nada de nada.
Este julio y agosto he leído mucho, los clásicos no se acaban nunca.
Abrazos.
El Dúo Dinámico representa, en cierto modo, toda una etapa de mi vida, aunque no es que me entusiasmara su música. De ahí mi lamento.
EliminarNo he leído nada de Racine.
[img]https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/3/36/Portrait_de_Jean_Racine_d%27apr%C3%A8s_Jean-Baptiste_Santerre.jpg/250px-Portrait_de_Jean_Racine_d%27apr%C3%A8s_Jean-Baptiste_Santerre.jpg[/img]
Me pondré las pilas. Me imagino que está a años luz de lo que cuento...
En cuanto al otro, Leonard Koren, no sé quién es, pero seguiré tu siempre sabio consejo.
Abrazos.
No es tan mediocre si se compara con otros países. Un beso
ResponderEliminarSí, se mire como se mire, hay países en que están peor. Ese para unos lúgubre apartamento, para otros sería el no va más. Besos.
EliminarDEP, no es que fueran mis preferidos, pero no deja de haber ocupado un lugar en mi pensamiento. Más de una vez he silbado, cuando se silbaba, el "resistiré".
ResponderEliminarPD: Mañana pongo una novela que puedes cogerla de la biblio, de ahí la cogí yo. Realmente me ha llamado la atención, me sitúa en Barcelona.
Un abrazote
Tampoco los míos, pero son parte de mi adolescencia, esas canciones sonaban siempre en los guateques veraniegos. Éramos más jóvenes.
EliminarEn cuanto a Resistiré, creo que es la canción que pone cada día en el tocadiscos (o en Spotify, que es más moderno) ese sujeto que, según tú, "está encantado de conocerse", mientras se ducha en "su" villa de "La Mareta".
[video]https://youtu.be/K1rKj6XMt4Q?si=SPF-xt4tnhgJedlQ[/video]
Quedo a la espera de tu sugerencia.
Abrazotes varios.
EliminarId y mil letricas más para decirme error en reproducción...Aggg
¿Qué te pasa Miquel?
EliminarAhora va¡¡¡¡ pos no sé..que no veía na de na, pero ahora ya veo, veoooooooooooo ¡¡¡ o señor , que milagros escondidos tiene la sssienssia¡¡¡.
EliminarSalutte
¡Supéramelo! Este resistiré es bárbaro...
Eliminarhttps://youtu.be/dghWxd7XRis?si=ZGJZzsA8o_Ipoebh
[video]https://youtu.be/dghWxd7XRis?si=hi-_iKkc8W6N5RfK[/video]
EliminarEstá bien. Estos encuentros musicales entre varios se produjeron bastante durante el confinamiento. También los encuentros entre varios en un chat tipo jitsi meet, zoom o similar. Parecidos a los que mantiene "el encantado de conocerse" desde "La Mareta". Nunca participé en ninguno, pero pude apreciar que solían ser un poco caóticos, faltos de sincronía.
Mi buen Gran Uribe:
EliminarFaltos de sincronía.
Para caótico una respuesta marcada por la perplejidad y la desorganización de los sistemas de gestión y de los responsables en el terreno, marcadas siempre por la contradicción, los protocolos, que parecen improvisados cuando no inadecuados, y la coordinación entre distintas administraciones, frágil, endeble, meliflua.
Los equipos de extinción, altamente formados y valientes, se han visto, en ocasiones, obligados a trabajar en un marco donde no siempre fluye la comunicación, donde la burocracia retrasa decisiones vitales y donde los intereses políticos interfieren en lo operativo.
Esa falta de cohesión convierte la lucha contra el fuego en un reflejo del propio incendio: caótica, inestable y con descontrol en ciertas fases.
Estoy de acuerdo. Un desastre. Y ya pueden rezar los valencianos, porque si vuelve a llover como en octubre... lo tienen claro. No han hecho nada allí que evite una repetición.
EliminarPero el desembarco de ministros, ministras y ministres después de sus vacaciones, unido a los diarios y emisoras del régimen (todo ese bloque que los del PP llaman "La opinión sincronizada") ya se han puesto de acuerdo en echar todas las culpas de todo a las administraciones del PP, y a la inversa, éstos le echan toda la culpa al gobierno. También en eso hay falta de sincronía, no solo en el desatre organizativo que supone tantas gobiernos, administraciones, ay untamientos, delegaciones del gobierno central, etc. intentando resolver lo que no saben, porque ninguno de ellos sabe nada de nada y solo vigilan no quemarse ellos de cara a próximas elecciones. Pero en echar las culpas al contrario, hay sincronía total.
He pasado un mes de agosto "solo regular", pero si algo me ha gustado es que me ha servido para descansar de esa gente y de las inútiles broncas del Parlamento y Senado. Pero ya van volviendo, más morenitos, eso sí. Mal asunto.
A mí esta entrada me ha recordado al famoso cartel de 1936 que decía, en inglés, algo así como High Standard of Living mientras una fila de negros pobres americanos esperaban ante algún local de la beneficencia, lo cual, por el gran contraste que mostraba, la hacía una foto buenísima, sobre todo viendo las sonrisas Profidén de la familia modelo que salía en el cartel.
ResponderEliminarMateo.
Supongo, Mateo, que te refieres a esta fotografía, muy famosa y muy bueno el contraste que establece. Fue tomada por la fotoperiodista Margaret Bourke-White en 1937, en plenas secuelas de la inundación del río Ohio en Louisville.
Eliminar«El estándar de vida más alto del mundo: No hay nada como el estilo de vida americano», o algo así. ¡Qué ufanos están siempre de sí mismos!
Una familia encantadora, con su perrito y todo. No le falta un detalle a los del coche. Y a los negros de delante del cartel del coche, que les den morcilla.
[img]https://images.squarespace-cdn.com/content/v1/5291f5c9e4b08385d90bfb01/1482442106127-GN2BM1LP436KOT82C3TW/image-asset.jpeg?format=1500w[/img]
https://en.wikipedia.org/wiki/At_the_Time_of_the_Louisville_Flood#:~:text=At%20the%20Time%20of%20the%20Louisville%20Flood%2C%20also%20popularly%20known,were%20published%20by%20Life%20magazine.
Saludos
En efecto. Esa es.
EliminarMateo.
Yo también leo bastante ficción y algún ensayo que elijo paradójicamente en dirección opuesta a mis ideas para entrar en contradicción. Ahora leo La industria del Holocausto de Norman G. Finkelstein en que se cuestiona la historiografía que hace de los judíos un pueblo especial y único siempre perseguido por los gentiles para acabar con ellos. El pueblo elegido, vamos. Yo he sido muy proisraelí en el conflicto en Palestina e Israel, pero tras la lectura del libro El perfume de nuestra tierra de Kenizé Mourad y el de Finkelstein, mis ideas dan un giro copernicano. Creo que es interesante leer libros que nos cuestionen y no solamente que nos den la razón en lo que creemos creer. He aprendido mucho leyendo en dirección diametralmente opuesta a mis creencias y valores. Eso te hace ser más dubitativo y contradictorio, pero te enriquece.
ResponderEliminarLeí alguna novela de José María Guelbenzu pero no pude con ella, creo que no la terminé. Otra cosa es como crítico literario. No leo El País y no puedo dar fe de sus aportaciones. De la novela que hoy nos traes, no tengo ni idea, aunque estoy leyendo últimamente mucha novela norteamericana donde hay verdaderas joyas. He leído recientemente El periodista deportivo de Richard Ford, Libra de Don deLillo y Gilead de Marylinne Robinson entre otros varios.
Una vida normalita y anodina como la mía adquiere perspectivas extraordinarias en virtud de las lecturas que se hacen y las reflexiones a que dan lugar.
Saludos.
La última novela de Guelbenzu, que se publicó poco antes de su muerte, se llama "Una gota de afecto". Es un pestiño que se me cayó de las manos. Podría pensarse que ya estaba en baja forma, pero el hecho es que las primeras que publicó tampoco me parecieron buenas. Llama la atención que un novelista discreto pueda ser un crítico literario muy bueno (ojo, solo hacía la crítica de las novelas que le gustaban, no es el único en eso) y a la inversa, cómo un crítico literario tan bueno y con tan buen gusto, que solo recomienda joyas, puede hacer unas novelas tan manifiestamente mejorables.
EliminarMe gusta la ficción cuando es buena. Llevo una vida tirando a anodina, y esas lecturas me transportan más allá de mis narices y me muestran perspectivas extraordinarias, no solo a través del texto en sí, sino por las reflexiones a que suelen dar lugar, como señalas.
No conozco esos libros que citas, aunque he leído otras cosas de Richard Ford.
Saludos.