—«No se lo tome a pitorreo porque la insurrección va en sentido contrario a lo que usted cree. Lo que considera en desuso es lo más insurgente y arriesgado que se puede hacer en este momento.
—¿Adónde quiere ir a parar? No trate otra vez de liarme, ¿eh?
—Después de la decadencia de Roma...
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Tomás Couture, Decadencia de Roma, 1847, Museo d´Orsay (París) |
—Se va usted muy lejos.
—Aprendiz, o me escucha o se va a la puta calle.
—Lo siento... le escucho.
—Después de la decadencia de Roma, algunas artes sufrieron un
estancamiento, y en el caso de la pintura y la escultura, una notable
declinación que duró cerca de doce siglos. Cierto que apareció el románico
y el gótico, pero si lo comparamos con los momentos álgidos del arte
grecorromano, nos resulta más encorsetado y sujeto a unas formas muy
reglamentadas. Lo cual es lógico debido al dominio del
monoteísmo.
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Románico versus gótico [Iglesia de Eunate (Navarra) / Catedral de Chartres] |
—Bien. ¿Y qué?...
—En la Italia del siglo XIV se inicia un movimiento humanístico cuyo
núcleo esencial es la reivindicación de las culturas clásicas griega y
romana.
—El Renacimiento...
—Exacto. Esta corriente significará el progresivo abandono del Medievo y
el principio de la era moderna en las artes, las ciencias y las
humanidades. Posteriormente, a esa convulsión social, tal como usted ha
dicho, se la llama Renacimiento porque se manifiesta como una restauración
del pasado. Una restauración con inspiraciones del mundo mítico. El
término «renacimiento» es, pues, muy exacto.
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Rafael, La Escuela de Atenas, 1510, Museos Vaticanos (Roma) / [granuribe50] |
—De acuerdo. ¿Y a qué viene eso?
—Con ello, quiero decirle que la inspiración del pasado ha sido muchas
veces el motor de agitación del presente y ha significado el desbloqueo de
ciclos convulsos y extraviados. El progreso de la humanidad no es una
línea ascendente limpia y continua. Tal como decía el gran Josep Pla: «La
vida es ondulante». Así como encontramos regresiones oscurantistas,
existen también retornos lúcidos a contextos y figuras que levantaron
ideas y obras de gran clarividencia.
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Josep Pla,«La vida es ondulante» |
—Es obvio. Esas cosas viejas de las que me acusa venerar son a menudo fundamentos sólidos de nuestra cultura. Usted tiene dos opciones: sumarse a la corriente mayoritaria y seguir esparciendo mierdas bajo los seudónimos de vanguardia, modernidad y progreso o bien optar por la insurrección ante esas falacias. En definitiva, aquella provocación que usted, con tanta insistencia, ha venido reclamando que yo le detallara, no es más que eso. Se trata de no secundar cómodamente los dogmas que le marcan el entorno y la moda. Un entorno cercano, como pueden ser sus mentores universitarios, sus agitadores coleguis subversivos de móvil o los gurús de sus redes. También incluyo la inercia capona de la sociedad bien cebada. Solo es cuestión de mantenerse indomable como un librepensador en un momento en que los medios penetran con su bazofia hasta en nuestra más profunda intimidad». [Fin de la cita].
Y esto que sigue, un poco en línea con lo último, no lo dice Boadella, no, es algo que se pregunta desde hace mucho tiempo G.U. Esta gente de las universidades de EEUU... ¿cuándo estudia? ¿Cuándo lee?
Recordamos aún la novela de Tom Wolfe (de 2004) Soy Charlotte Simmons. Ésta llega ilusionada a la Universidad, pero la imagen que trae de uno de los centros educativos más selectos del país tarda poco en desmoronarse. Entre deportistas de élite que solo juegan al básquet o al béisbol, de escaso cerebro, alumnos que realizan los trabajos de otros a sueldo, golfos ricos y jovencitas (obsesionados/as con la ropa de marca y el sexo), Charlotte Simmons pronto descubre que las drogas y el alcohol juegan en su idealizado campus un papel más destacado que el saber, los libros de texto y los que no son de texto. Lo malo del asunto es que todo lo de allí acaba llegándonos aquí y todo aquello lo copiamos tal cual.
Leí hace unos años un libro que me abrió a la situación de las universidades americanas, incluidas todas las de la Ivy League. El libro se titula La transformación de la mente moderna cuyos autores son Jonathan Haidt y Greg Lukianoff. Las universidades se han convertido totalmente en un espacio seguro para las ideas y creencias de la izquierda y la extrema izquierda, acerca de una miriada de temas que van desde lo social, al género, a la interseccionalidad, al antirracismo, al fenómeno trans... etc, y no se admite con violencia extrema ninguna idea que aliente perspectivas diferentes que son calificadas de fascistas. Se ha convertido la universidad en un espacio seguro donde no se pueden debatir ninguno de los grandes temas de la actualidad. Los alumnos han crecido hiperprotegidos por sus padres y exigen que la universidad sea un espacio seguro para no sufrir ansiedad ni angustia por la exposición a ideas peligrosas, y de tal modo, las instituciones educativas por medio de consejos rectores progresistas -la inmensa mayoría de los profesores y autoridades universitarias son de izquierdas- impiden por el medio que sea cualquier desviación de algún profesor disidente o problemático. La libertad de expresión es un vestigio de la antigüedad en una institución blindada ante cualquier debate auténtico. Hay agresiones muy violentas ante cualquiera que quiera penetrar con un argumentario diferente. Esto lo vemos hace tiempo en las universidades catalanas donde cualquier debate está excluido y los que disienten de planteamientos independentistas son violentamente bloqueados como fachas. La universidad americana es un espacio a medida de los principios sobre la blanquedad -materia que todo alumno debe cursar sobre la maldad de los blancos en la historia de Estados Unidos-, crítica sobre la historia tradicional del país convertido en un engendro de racismo y xenofobia obviando todo lo que contradiga dicha visión.
ResponderEliminarLa situación de las universidades americanas han levantado en contra pulsiones de la ultraderecha de la Fox y semejantes. No es casual que Trump haya arremetido contra la universidad de Yale y otras.
La polarización política es el resultado de esta división profunda de la sociedad entre progresistas y fachas sin ningún punto de contacto en que se pueda dialogar o debatir.
Me he descargado el libro de Tom Wolfe como altamente interesante. La universidad es una espacio de deporte, drogas, alcohol y extremismo político donde se han orillado los textos complejos que llevan a una visión abierta y contradictoria de la realidad.
No sé si me he salido del tema. Por otra parte, soy el primer fan de Albert Boadella, un disidente absoluto en esta ínsula Barataria de cartón piedra y que se cree muy profunda y progresista.
En fin, saludos.
Lo malo del asunto es que todo lo de allí acaba llegándonos aquí y todo aquello lo copiamos tal cual..."
ResponderEliminarTuve un profesor, hace muchos años que nos explicaba que en EEUU la moda, los slogans, la impronta, siempre nacía en California (movimiento gay, hippie, anti-Vietnam, anti racismo...), estos movimientos tardaban un par de años, según él, en acabar en el otro lado de la costa, hasta llegar a la capital, y de ahí otro par de años a llegar a Londres, París, Berlín, y un año más para recalar en Barcelona y Lisboa y Madrid.
Creo que no le faltaba razón.
No digo nada más porque JOSELU ha escrito una entrada muy buena en respuesta a la tuya.
Un abrazo a los dos