sábado, 1 de junio de 2019

Salvador Oliva da en el clavo (y Lluís Bosch)

Está bien la vuelta a casa, es aquí donde G.U. (todavía) está mejor, pero torna a sus narices esta especie de aire estancado, enrarecido, que no nos abandona desde hace años. Lo malo es que se lo reencuentra uno cada vez que vuelve después de unos días, cuando ya lo creía olvidado, pero que sigue aquí, casi como el dinosaurio de Monterroso.



Lluís Bosch le ha escrito una carta virtual al juez Marchena. En ella, le pregunta con el debido respeto por qué no han citado a declarar en el juicio a los damnificados psicológicos de aquellos días, y no solo a los que tuvieron algún rasguño (a veces autoprovocado), en esas jornadas que se pretende que fueron una fiesta democrática de la ciudadanía.

Dice entre otras cosas, en su escrito titulado Carta al juez Marchena:

«Sin ser una víctima en sentido estricto del estado violentado que promovieron esos señores que están sentados en el banco de los acusados, sí me considero víctima de una agresión: ellos me crearon un malestar profundo, y tuve que replantearme mi relación con el territorio en donde nací, la profesión que desarrollo (que es la docencia). Ellos me hicieron sentir mal con mis orígenes, con mi territorio, con mis compañeros, con algunos de mis familiares directos. Y ellos no son conscientes de eso, y si lo son parece importarles un bledo con tal de lograr sus fines políticos, unos fines que nadie sabe definir: a veces solo parecen querer mantener el poder o los privilegios, a veces socavar los cimientos de un estado democrático de Europa».



Y no se pierdan a Salvador Oliva, un tipo leído y escribido, que dice todo lo que quisiera decir G.U., pero no sabe hacerlo.

Salvador Oliva, Entre fe i  interessos; QUADERNS (22/5/2019)
Entre fe e intereses
«No hay nadie que no sepa que hay dos clases de independentistas en Cataluña: los que tienen fe y los que tienen intereses. Los primeros son los engañados y los segundos los engañadores. Los primeros, más numerosos, son los creyentes y los segundos, más listos, son los predicadores; es decir: los clérigos. Si un ser inteligente de otra galaxia viniera a Cataluña, se quedaría maravillado al contemplar la simbiosis entre estos dos grupos.

El grupo de los clérigos es un poco más complejo, porque tiene dos subgrupos: los políticos y los colocados. Los políticos son los que mandan y los colocados los que cobran por predicar lo que dictan los primeros. Unos y otros se enriquecen con dinero público. El primer subgrupo, especialista en negocios y corrupciones, se atribuye sueldos muy generosos. El segundo cobra para alimentar la fe de los creyentes. La principal corrupción del primer subgrupo es la del lenguaje. Por ejemplo: a un referéndum prohibido por ley y llevado a cabo sin control, lo llaman "mandato del pueblo". A un ex megalómano y prófugo de la justicia, lo llaman "presidente legítimo en el exilio". A los encarcelados por delitos cometidos, los llaman "presos políticos". Al fracaso de la DUI, lo llaman "calcular mal los tiempos", (y ante los jueces) "que todo era simbólico". A las sentencias jurídicas, las llaman "retorno al franquismo". A vulnerar el Estatuto y la Constitución lo llaman "cumplimiento del programa electoral". A los partidos que respetan la Constitución, los llaman "partidos represores". Etc, etc.

El subgrupo de los colocados aprende con una memoria prodigiosa toda la doctrina obligatoria y adora los símbolos; todos se colocan el mismo lazo o mariposita que el subgrupo de los dueños. Y esparcen la doctrina con la misma energía con la que cobran sus sueldos estratosféricos. Ponen el alma: si no lo hicieran, se les desinflaría el bolsillo.

El mecanismo entre los creyentes y los clérigos se ensambla como en una maquinaria prodigiosa. Pocas veces se les atasca el engranaje. Ponen el aceite dos instituciones: la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural. Sin embargo, las ruedas crujen de vez en cuando, por ejemplo, con los antiguos artículos racistas de en Torra, o bien las animaladas también racistas de la Gispert, que, pobrecita, se ha quedado sin la Creu de Sant Jordi, o bien los resbalones de la Artadi, comparando a los políticos presos con Anna Frank ... Pero los creyentes no quedan afectados en absoluto; ni los robos de Convergencia, ni ladrones de la familia Pujol, ni las primeras mentiras compulsivas de Junqueras, ni el fanatismo escondido de su partido, ni los sueldos públicos de los componentes de los dos subgrupos afectan a la fe de los engañados, porque les han dicho que, una vez independientes, todos serán muy ricos. Y el prodigio más grande es que los predicadores se refieran al de Waterloo como si fuera Nuestro Señor, diciendo "Él" (con mayúscula). "Él, dicen, no nos abandonará nunca, siempre estará a nuestro lado; nos ama". Cuando estos creyentes eran cristianos, hacían una afirmación análoga: "Dios es amor". Este es el soporte subyacente del mecanismo independentista. La deslumbrante articulación entre la fe y los intereses está destinada a durar muchos años. Hemos de tomárnoslo con calma».

[Traducción: Google /granuribe50]

5 comentarios:

  1. Sí, muy cierto. Yo añadiría aún otro grupo: los que han callado, y callan y otorgan, por mera supervivencia, supongo. Y los que se desentienden, y no participan, y permiten que los independentistas más radicales controlen las instituciones, como ha pasado en la Cámara de Comercio. Esos también cuentan.

    ResponderEliminar
  2. Me siento como describe con agudeza Lluís Bosch, aunque dudo que el juez Marchena tenga competencias sobre la mente y el corazón. Y no creo que la Seguridad Social se haga cargo de casos como estos.
    El Tapir

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Precisamente, ya que hablamos de Marchena, la fiscal destinada ahora a Ibiza es Sofía Marchena, hija del susodicho. A la hija del magistrado se le ha dado a elegir entre Olot (cuna del procesismo más radical, en plena "Tractoria") e Ibiza, y ha preferido la "isla mágica". Por tanto, no debe de ser tonta. Pero, que se ande con ojo, porque tendrá bastante trabajo: casi todos los mangantes del mundo, de todos los pelajes, recalan por allí...

      Eliminar
  3. Desde el inicio de "El procés", como dice Salvador Oliva, sigue la simbiosis entre los extremistas fanáticos, de los dos grupos que menciona. Su objetivo primordial es que no se note que no llegan al 50%. Para ello enredan que da gusto, haciendo el ridículo casi siempre (Meritxell Budó, portavoz del Gobierno de la Generalitat cuando dice que ha ganado el independentismo en la ciudad de Barcelona: “15 concejales es más de lo que suman los otros grupos no juntos, sino mayoritariamente”. Los otros suman 26). Eso lo saben hacer de maravilla y además les da igual, porque para eso están los creyentes que solo ven por los ojos de los clérigos y lo encuentran todo bien.
    En algún momento también me siento como Lluís Bosch y El Tapir. Entonces miro los resultados del cinturón rojo de Barcelona, desde Santa Coloma de Gramenet, pasando por Hospitalet, Cornellà, El Prat, Esplugues y Sant Boi de Llobregat, Gavà, Viladecans, Sant Andreu de la Barca y otros pueblos, en los que Puigdemont y su partido han sacado en general 0, cero concejales, y en cuatro de esos ayuntamientos entre 1 y 2. Claro que, por otra parte, no sé si en esta zona o en otra, quedo atónita con los votos obtenidos por Puigdemont en las europeas. En esta zona ERC, algo mejor, en general alrededor del 10 al 15% y en algunos casos puntuales, sobre el 20%. El mensaje de los clérigos parece ser que aquí no cala mucho. MJ

    ResponderEliminar