Un artículo interesante del historiador José Álvarez Junco, publicado en EL PAÍS de hoy con ese título. Viene bastante al hilo del simposio "España contra Catalunya" del que ya hemos hablado recientemente.
Entresaco un párrafo.
[...] "Tampoco es la Historia un conocimiento aséptico u objetivo porque los datos
que nos llegan sobre el pasado (documentos, ante todo) son parciales, muchas
veces escasos y, sobre todo, subjetivos, emitidos por alguien que estaba
implicado en la situación que describía. Una distorsión a la que se añade la
que introducimos nosotros mismos, quienes recogemos e interpretamos esos datos,
que también somos parciales y subjetivos, ya que anotamos unos hechos y
descartamos otros según que nuestra visión del mundo los considere o no
significativos. Dentro de estas limitaciones, sin embargo, la Historia aspira a
un status de ciencia social, un tipo de conocimiento que no admite la
arbitrariedad, el ocultamiento o el falseamiento de fuentes. Y esto es lo malo:
que muy buena parte de la Historia que se escribe cae en este tipo de deformación
porque tiene una finalidad política: es decir, que se usa como argumento al
servicio de una causa; normalmente, a justificar la existencia de la
organización política en la que habitamos (o la de otra organización
alternativa que pretendemos crear)".
Si queréis leerlo entero, aquí tenéis el enlace.
http://elpais.com/elpais/2013/12/18/opinion/1387366652_553092.html
Muy interesante. Pone los puntos sobre las íes respecto a lo que debe ser un historiador. Ya está bien de mixtificaciones y de pelotas y pesebristas que explican la historia en función de los intereses de quienes les amamantan.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo, José María.
Eliminar¡Bien, Ludita!. Ya había leído (y recortado) el atinado artículo y creo que es toda una lección de ética profesional para algunos "manitús" indiscutidos de la Historia...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,
El Tapir
Completamente de acuerdo, José María.
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