G.U. se fue unos días de vacaciones hacia el sur. Cero diarios, cero
televisión, cero radio, cero internet, cero redes sociales. Muy bien estuvo eso, sí.
Marchó con la imagen en la retina de la riente Yolanda Díaz, tomando del
bracito al fugitivo "hombre del maletero", en amigable francachela y
rindiéndole pleitesía. ¿De qué o de quién se reía "la Yoli"? Quizá. quién sabe, de muchos
de nosotros, se barrunta G.U. Se nos vendió como una iniciativa personal y privada de la vicepresidenta Díaz y de su partido SUMAR, una visita que era desconocida
por el propio señor Sánchez, quien se habría enterado leyendo EL PAÍS, o algo así. Tal vez se piensan que los votantes y no votantes que no pertenecemos al "club de fans" de nuestro presidente somos todos unos imbéciles de tomo y lomo.
El caso es que así quedó el asunto hace unos días. A la vuelta ha sido peor. Ha habido expulsión de discrepantes ("unos dinosaurios"). De tal modo que G.U. nos
asegura que, si fuera militante del PSOE (que no lo es, aunque les votó muchas veces), devolvería su carnet en la sede de ese partido, en la calle
Ferraz, antes de que lo echaran. Y si tuviera silla en el Congreso (que no la tiene), la abandonaría
ipso facto, antes de tener que ovacionar puesto en pie y votar una cosa que le repele. Este bloguero ha visto confirmado algo que ya suponía: que la clase
política que nos representa —de todos los partidos— está plagada de pelotillas, de trepas, de gusanos, de reptiles y de sujetos con muy exiguo nivel y muy poca
vergüenza. Hay, por supuesto, muy honrosas excepciones (pocas).
En una muy hábil y torticera tergiversación, en una estudiada metamorfosis del asunto al modo del mejor M.C. Escher, se está empezando a tildar de "golpista" —además de la ya clásica denominación de "fascista"— a todo aquel que se oponga a la amnistía a la carta ("alivio penal", la llamarán ahora, aunque veremos qué palabro inventan más adelante) precisamente para unos sujetos que intentaron dar
una especie de golpe de Estado 2.0. Y quien los acusa de querer manifestarse contra eso es gente que acudió muy ufana a las concentraciones de 2017 en Barcelona.
Muchos lo pasamos muy mal entonces, como denunciamos en este blog una y otra vez, especialmente durante octubre de 2017 (por ejemplo, en Tristeza, desagrado y preocupación), pero también desde mucho antes. De
eso nos libró el artículo 155 (que llegó tarde y mal) y también el poder judicial, gracias al cual unos cuantos (no el tipo del
maletero, desde luego) chuparon unos añitos de talego, lo cual los amansó de modo
considerable. La amnistía podría suponer que todo eso fue un error, como ya nos están volviendo a insinuar. Eso significaría que no existió entonces ningún delito y, por tanto, el poder judicial... ¡a tomar por saco! Esperemos que al final no sea así, porque si no... ¿qué puede salir mal?
|
M.C. Escher. Manos dibujando (1948); Reptiles (1943) |
Mientras tanto, se intenta buscar a escondidas una rendija ("un encaje",
dicen) en la Constitución, ahora bautizada como "Régimen del 78" por Pablo
Iglesias y todos sus secuaces, en su afán de equiparar franquismo, transición y
democracia contaminada. Todo para que traguemos y digiramos otra rodaja de
salchichón (vendrán más, hasta acabarlo entero), parafraseando a Alfonso
Guerra. Y también todo con el presunto ánimo de cargársela por la puerta de atrás y de que nos adentremos en "La
dimensión desconocida" (aquel mítico telefilm de los años 60).
Es como si ese partido, el PSOE, hubiera sido parasitado por los sujetos
citados en el párrafo anterior y por otros, que se han subido a la chepa de un tipo mendaz, falto de palabra y vanidoso, que tiene ganas de demostrarnos que es capaz de conservar su sillón a
cualquier precio. En su lugar, nos intenta vender que lo hace para salvarnos
de "la derechona" y así lograr un gobierno "progresista". Eso en el caso de que "progreso" fuera, por ejemplo: 1) las múltiples imbecilidades que tenemos que soportar (y pagar) o 2) el trapicheo con partidos xenófobos, insolidarios y discriminadores (por origen, apellidos, lengua, ideas, etc.), deseosos de
acabar con el Estado español, al que detestan. Y que se frotan las manos por
el resultado electoral, que les vuelve a dar cancha y que les permitirá el regreso impune del hombre del maletero, que lo que pretende es volver "gratis". Entre esos dos tipos se dirime el asunto. Los demás, esperando a ver qué más nos cae. Cómo nos doran la pildora y el merchandising del producto: generosidad, pacificación, suturar heridas, todo eso.
A sabiendas de que a nadie le interesa un pijo lo que piense, y sin ánimo de polémica, G.U. opina que sería deseable un imposible: una repetición
electoral, una especie de segunda vuelta, ahora que ya sabemos con qué mimbres
cuentan unos y otros para hacer el cesto (PSOE y PP), algo que todos ellos nos habían ocultado
celosamente.
* * *
[En el caso de la coalición en el poder, aquí van dos preguntas retóricas. Si tan necesaria es esa amnistía para resolver lo del procés ¿por qué no figuraba en sus programas electorales? ¿por qué los ministros/as esquivan hablar del asunto?].
* * *
Corolario: G.U. opina, a riesgo de que le tilden de "fascista", que esta amnistía que barajan tan en secreto mientras se jactan de transparencia, es política y éticamente difícil de justificar. Se carga al poder judicial si es que elimina delitos que fueron juzgados con todas las garantías y va contra la igualdad pregonada en la Constitución. Y, además, no estaba recogida en los programas electorales de quienes ahora la necesitan para conservar el poder (los socialistas la habían rechazado de plano siempre). Mala indole tiene esto. FIN.